El fallo destaca el talento para entrar en "los espacios cerrados de la opresión"
Aunque la elección de Harold Pinter fue una sorpresa, ya que desde hace algunos años no había figurado en la lista de los candidatos, fue recibida en general con satisfacción en los círculos literarios de Suecia. Después de las turbulencias que afectaron a la Academia en los días recientes, que se saldaron con la renuncia de uno de sus miembros por la concesión del Nobel del año pasado a la austriaca Elfriede Jelinek, el premio a Harold Pinter obró como un sedante, ya que nadie niega su relevancia dentro del teatro contemporáneo.
En su fundamentación, el jurado señala que "devolvió el teatro a sus elementos básicos, un espacio cerrado donde los individuos están a merced de cada uno". Según la Academia sueca, Pinter "está considerado como el principal representante del teatro dramático inglés de la segunda mitad del siglo XX". Para los académicos suecos, el autor "retornó el teatro a sus elementos originales, el espacio cerrado y el diálogo imprevisible". "Con un mínimo de intriga, del drama salen las luchas de poder y los juegos de escondite a través del intercambio de palabras". La Academia concluye que Harold Pinter, a través de su literatura, "fuerza la entrada en los espacios cerrados de la opresión".
Pero, pese a ese consenso general, hubo críticas al hecho de que durante dos años consecutivos se haya otorgado el Nobel a dos dramaturgos, y a tres incluyendo a Dario Fo, en los últimos 10 años. Esto, a juicio del responsable de la página cultural del diario Svenska Dagbladet, Carl Otto Werkelid, es una prueba de que "el carácter del premio ha cambiado completamente, principalmente porque muestra el abandono [por parte de la Academia] del género poético", que no ha sido premiado durante el mismo lapso de tiempo. No obstante, salvo esta salvedad, este crítico afirma que "Pinter merece el premio porque es un gran dramaturgo de nuestro tiempo".
Leif Zern, del diario Dagens Nyheter, coincide en la valoración de Harold Pinter como "el mayor dramaturgo contemporáneo después de Samuel Beckett".
Otro crítico del mismo diario, Jonas Thente, cuestiona las posiciones políticas del escritor británico y especialmente su dura crítica al presidente estadounidense Bush y al primer ministro Blair por sus "mentiras" para emprender la guerra de Irak, lo que alcanza, a su juicio, para que el premio sea considerado "polémico".
La Nobel de Literatura 2004, Elfriede Jelinek, se mostró ayer "encantada" con la decisión de la Academia sueca, informa Efe. "¡Otro más de izquierdas! Y, además, un dramaturgo fantástico. Voy a empezar a celebrarlo enseguida", declaró al diario Kleine Zeitung tras conocer la noticia.
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