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Reportaje:

Puente humanitario en Cachemira

La colaboración española se centra en la asistencia sanitaria a las víctimas del terremoto

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El suelo del helicóptero paquistaní es una inmensa camilla en la que dormitan, por efecto de los sedantes, heridos graves en el terremoto del sábado. La mayoría son niños, de entre dos y 12 años, a los que el seísmo sorprendió en la escuela o en casa sin darles tiempo a escapar de su furia. Van acompañados de un familiar. Son todos hombres, menos Farida, que trata de calmar con sus caricias la inquietud de su pequeño, que se quiere arrancar el goteo. Por el rostro angulado de Farida descienden lágrimas silenciosas que dan brillo a sus ojos verdes y denotan, más que desesperación, una tristeza infinita.

Tras el caos inicial, el Ejército paquistaní, apoyado por efectivos de EE UU, montó ayer un puente aéreo entre la ciudad de Bag -a escasos kilómetros de la Línea de Control, establecida en 1947 tras la primera guerra indo-paquistaní- e Islamabad, la capital del país. El puente tiene como fin el traslado de material y ayuda humanitaria y la evacuación de los centenares de heridos que comienzan a acudir al nuevo hospital instalado en un improvisado aeródromo por la ONG española Bomberos Unidos sin Fronteras (BUSF).

El hospital se hundió sobre decenas de enfermos y personal médico-sanitario
El 40% de las víctimas mortales del terremoto son niños, y el 35%, mujeres
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Los 22 miembros de este equipo de BUSF fueron los primeros en llegar, el lunes, a Bag, que tiene un núcleo urbano de 6.000 habitantes y otros 25.000 diseminados en caseríos por las montañas de alrededor. Entonces, la situación era crítica, porque no habían tenido asistencia y muchos afectados deambulaban por las calles como zombis, sin saber que hacer para ayudar o a quien pedir ayuda. La veintena de réplicas del seísmo multiplicaron el pánico y la gente, pese a la insistente lluvia, se negaba a refugiarse en las casas menos afectadas.

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El acceso a Bag es fundamentalmente en helicóptero, aunque los holandeses, con un coche de su embajada como guía, dos autobuses y un camión con material y víveres, alcanzaron la ciudad por carretera. Ayer llegó también en helicóptero a Bag un equipo de reconocimiento de la Agencia Española de Cooperación (AECI), que al enterarse de que los BUSF ya habían batido toda la zona sin encontrar supervivientes optaron por volverse a Islamabad y dirigirse a Arja, un pueblo al suroeste de Bag.

La AECI ha enviado dos aviones -esta madrugada estaba previsto el aterrizaje del segundo- con ayuda y personal de la ONG Asociación Intervención y Ayuda de Emergencia, que preside Moisés Belloc, uno de los nueve voluntarios llegados en el primer aparato con sus tres perros.

En los dos últimos días se han despejado también de piedras varios caminos vecinales, por lo que hay un goteo constante de heridos graves para evacuar. El hospital de la ciudad se hundió sobre decenas de enfermos y personal médico-sanitario. "Nos falta una unidad de quirófano móvil y equipamiento que nos permita realizar aquí muchas de las operaciones por traumatismos que ahora no podemos hacer por falta de medios, lo que nos obliga a trasladar a los heridos a la capital", afirma el médico militar Naid Husein Sabed.

Después de cuatro días sin atención médica, cuando Mustak llevó ayer de madrugada a su esposa Parvín, de 29 años, al hospital de campaña español, era ya demasiado tarde para salvar su brazo gangrenado y hubo que cortarlo. Parvín, sin embargo, mira el muñón como si no fuera suyo. Sus sentimientos se petrificaron en el sábado cuando el terremoto le arrancó la vida de su hijo de dos años y no encuentra consuelo ni en su hija de siete ni en el menor de tres meses. Ángel García, de 38 años, coordinador de BUSF, señala que la tradición cultural paquistaní, que recluye a la mujer en la casa con los niños, es la principal causante de que sean ellos la mayoría de las víctimas mortales, en una proporción del 40% niños, 35% mujeres y el resto hombres. Entre los heridos la proporción es similar.

Los BUSF están especializados en rescate y sólo cuentan con un paramédico, por ello se coordinaron con profesionales locales para trabajar conjuntamente, aunque pronto les llegaron refuerzos. Muchos de los miembros del equipo holandés son personal sanitario y ayer llegó una veintena de franceses en su mayoría médicos. La atención médica se ha convertido en la necesitad más apremiante de esta zona.

Además, el otoño comienza a hacer su aparición y las noches, sobre todo si llueve, se hacen ya verdaderamente frías en las montañas. De ahí que sea urgente dotar a la población de mantas, ropa de abrigo y tiendas en las que puedan vivir hasta que se establezca un campamento con dotaciones o reconstruyan las viviendas menos afectadas.

El equipo español, que se ha comprometido a regalar el hospital de campaña, señala que lo que está resultando de máxima utilidad son las 25 camillas que trajeron, porque no hay una en toda la ciudad. Los heridos más graves son evacuados en sus propias camas, los demás son depositados con esmero en el suelo pelado del helicóptero. El buen tiempo permitió ayer acelerar el traslado, que contó incluso con un Chinook en el que se enviaron de un golpe a Islamabad medio centenar de heridos.

Decenas de miles de muertos y heridos, pero el terremoto de intensidad 7,6 en la escala Richter ha dejado también a cientos de miles de personas sin hogar y arrasado sus pequeños comercios, lo que les deja desvalidos frente a un incierto futuro.

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