_
_
_
_
_
Reportaje:

La otra gran muralla china

El Gobierno del gigante asiático filtra, espía y censura Internet para acabar con la disidencia

El 20 de abril de 2004, Shi Tao, un periodista de Dangdai Shang Bao (Noticias Económicas Contemporáneas) de la provincia de Hunan, asistió a una reunión del consejo editorial en la que fue leída una comunicación del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh) que advertía sobre los riesgos de inestabilidad social y la posibilidad de que algunos disidentes regresaran a China con motivo del 15 aniversario de la masacre de Tiananmen, el 4 de junio. Esa misma noche, Shi envió un correo electrónico desde la redacción con el resumen de lo escuchado a un contacto en EE UU, que lo colgó en una web de defensa de la democracia. Para ello, utilizó su cuenta anónima de Yahoo. El pasado 27 de abril, el periodista era condenado a 10 años de cárcel por divulgar "secretos de Estado" en el extranjero. Según la sentencia del tribunal, el documento estaba calificado de "máximo secreto" y Shi lo sabía.

Más información
"Los censores tienen la batalla perdida"
Guía para sortear la censura en Internet y mantener el anonimato
Reporteros Sin Fronteras pide la liberación de un ciberdisidente por "razones humanitarias"
Pekín aprueba nuevas normas para el control de la información en Internet
"China e India se están dando cuenta de que pueden hacer muchas cosas juntos"
Google se autocensura en China
Grupos de derechos humanos exigen a China más libertad para los medios locales

Shi Tao, de 37 años, no es el primer activista que es encarcelado en China por ese motivo [según la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) hay más de 60 personas en prisión en la actualidad por violar las leyes de contenidos en Internet], pero sí se trata de la primera vez que trasciende que la condena ha sido posible por la colaboración de una empresa extranjera. Según recoge la sentencia, la filial en Hong Kong de la compañía estadounidense Yahoo entregó a las autoridades información con el número de teléfono desde el que se efectuó el envío. El caso de Shi ha sacudido a las organizaciones de derechos humanos y de defensa de la libertad de expresión, que han denunciado el creciente control que ejerce el Gobierno sobre Internet y el papel que juegan en él las empresas extranjeras.

Pekín ordenó antes del verano a todos los sitios web y blogs que existen en el país que se registren o, de lo contrario, serán clausurados. El Gobierno asegura que cuenta con un programa capaz de peinar la Red y detectar en tiempo real si las webs disponen del correspondiente número de inscripción. Según el Ministerio de Información, "Internet ha dado un gran servicio a mucha gente, pero también ha traído muchos problemas, como sexo, violencia, supersticiones feudales y otra información dañina".

En China operan más de 600.000 blogs y otros están alojados en servidores como Blogger o Typepad, situados fuera de sus fronteras. Y, aunque la mayoría no son más que simples diarios personales, en algunos sus autores vuelcan su descontento y críticas a los dirigentes.

Con los periódicos, la televisión y la radio bajo control, el Ejecutivo de Hu Jintao teme el efecto que la disidencia puede tener en la Red. Internet se ha convertido en China en un poderoso medio de creación de opinión. El nerviosismo de los líderes y la supervisión han crecido a medida que se ha disparado el número de internautas. Si en 1997 China contaba con 620.000 navegantes virtuales, ya superan los 100 millones, más que miembros del partido comunista (69 millones).

Vigilancia estricta

Pekín ejerce una vigilancia estricta sobre la Red y cuenta con miles de policías informáticos. Teclear dentro de su territorio direcciones como www.amnesty.org (Amnistía Internacional) o www.hrichina.org (Human Rights in China) conduce ineludiblemente a una pantalla en blanco con el mensaje: no se encontró la página. Además de bloquear miles de webs, la gran muralla virtual filtra palabras clave, espía los correos electrónicos y los cibercafés, y envía, según denuncian algunos expertos, virus. Muchos de estos sistemas han sido desarrollados con ayuda de empresas como Cisco, Nortel o Sun Microsystems.

"El caso de Shi Tao es un ejemplo dramático de la forma en que las autoridades siguen censurando la información y los sucesos de 1989. Pero lo dramático también es que una empresa norteamericana como Yahoo acepte entregar datos confidenciales a la policía", afirma Vincent Brossel, del departamento Asia-Pacífico de Reporteros Sin Fronteras. Yahoo ha explicado que desconocía el objetivo de la demanda y que tuvo que entregar los datos relativos a Shi porque recibió una orden judicial en este sentido. "No me gusta el resultado de lo que ha ocurrido. Pero tenemos que seguir la ley", ha asegurado Jerry Yang, cofundador de Yahoo. La compañía estadounidense pagó el mes pasado 1.000 millones de dólares por el 40% de la web de comercio electrónico Alibaba.com, una operación que no habría sido posible sin el visto bueno del partido. Yahoo se comprometió en 2002 a seguir las leyes de censura chinas.

Usuarios de un cibercafé de Pekín conectados a Internet.
Usuarios de un cibercafé de Pekín conectados a Internet.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_