Niños olvidados
328 chicos y chicas estadounidenses olvidados en centros de acogida. 120 grandes fotógrafos. Y una serie de retratos de autor concebidos para ayudarles a encontrar una familia. Es la Heart's Gallery. Un intento de proyectar luz sobre la historia de niños del mundo rico que nadie quiere.
El oficio de una cámara fotográfica es acoger en su cuerpo la luz del trozo de mundo que vive delante de su objetivo. Un clic, un diafragma que se abre, la luz que penetra desde el exterior y deja su impresión -el recuerdo de sí- en la película. Eso es lo que suele hacer una cámara fotográfica. Su oficio. Pero a veces la dinámica parece invertirse. La luz, en algunos casos, parece surgir de la cámara -quizá del ojo que mira a través de ella-, para salir disparada del objetivo e iluminar un trozo de mundo que hasta el clic vivía en la sombra. Y el hecho de que se trate de una simple metáfora no impide que sea exactamente esa la sensación que ofrecen algunas fotos. A esa categoría de instantáneas pertenecen las que componen la Heart's Gallery, una serie de 328 retratos de niños estadounidenses -olvidados en residencias de acogida del Estado de Nueva Jersey, a la espera de adopciones que no llegan nunca- realizados gratuitamente por 120 de los mejores fotógrafos de la escena internacional, incluidos varios premios Pulitzer y World Press Photo.
Esa luz que parece salir de los objetivos de sus cámaras pretende sacar del olvido a chicos y chicas que, por su edad, raza o precario estado de salud, nadie quiere adoptar. Niños que, en muchos casos, tienen en su pasado más centros de acogidas que cumpleaños. Que, en todos los casos, han sufrido carencias o malos tratos. Un total de 328 instantáneas, entonces, porque de alguna parte hay que arrancar para hacer algo. "Todo empezó en enero", cuenta en una conversación telefónica desde Nueva Jersey Najlah Feanny Hicks, la ex fotógrafa de Newsweek madre del proyecto Heart's Gallery. "Leí un reportaje sobre una pequeña galería de arte en Nuevo Mexico en la que se exponían fotos de menores que no encontraban quién les adoptara. Pensé que no hubiera sido difícil hacer algo parecido aquí en Nueva Jersey, en la comarca donde vivo. Me puse entonces en contacto con las autoridades competentes, para obtener los permisos. Yo imaginaba que iban a ser 20 o 30 niños como mucho Resultó que había 328. ¿Pero cómo iba a decir que no? Hablé enseguida con algunos colegas, explicándoles de qué se trataba. Ellos, a su vez, contactaron con otros colegas. Lo único que escuchamos fueron sí, sí, sí En dos semanas el equipo estaba en marcha", relata Feanny Hicks. Y no se trataba de un equipo cualquiera. Entre sus filas, además de premios Pulitzer, se encuentran varios autores de portadas de Time, National Geographic o Sports Illustrated.
"La mayoría de la gente en este país no tiene idea de cuántos chavales se encuentran en espera de adopción [unos 120.000 en Estados Unidos, según las estadísticas oficiales]. Las personas que quieren adoptar siempre desean niños pequeños y sanos. Los que ya no son bebés o están afectados por alguna enfermedad lo tienen muy difícil. Entonces pensamos que podíamos hacer algo, podíamos utilizar nuestras cualidades y nuestros nombres para atraer la atención sobre estos pequeños olvidados. Martin Schoeller, por ejemplo, es un fotógrafo que cuesta miles de dólares al día. Ha fotografiado a Madonna y Bruce Springsteen. No tuvo ningún problema en dedicar su tiempo al proyecto. Ron Haviv es un tipo que ha ganado varios premios World Press Photo. Uno que ha captado los conflictos más duros de nuestra época. Ahora puede presumir de haber fotografiado también a cinco niños de Nueva Jersey ", sigue Feanny Hicks. Y cuenta que, además de sus 120 colegas fotógrafos, ha recibido el apoyo gratuito de los abogados de la firma LeBoeuf, Lamb, Greene & MacRae y de los redactores del periódico The Star Ledger, que se han ofrecido voluntarios para redactar un perfil de cada uno de los retratados.
"Ha sido una experiencia reveladora", comenta Haviv desde Nueva York. "Cuando haces fotos, normalmente eres un espectador, no influyes en la realidad que observas. Tus instantáneas pueden servir para concienciar a la gente sobre un problema, pero es algo muy indirecto. En este caso, al contrario, es todo muy directo Tu retrato puede cambiar la vida del retratado". Y los datos sugieren que no se trata de una eventualidad remota.
Desde la primera exhibición de los retratos de la Heart's Gallery, en marzo pasado, los contactos informativos relacionados con la adopción de los niños han aumentado un 283% con respecto al año anterior. A finales de agosto, una veintena de chicos retratados estaban en proceso de ser adoptados y 13 ya habían encontrado una familia. Por otra parte, también habían sido adoptados 18 de los niños de la galería de Nuevo México, y 19 de los 40 de una galería análoga en Connecticut.
"Yo ya había trabajado con chavales antes", prosigue Haviv, "pero nunca con estadounidenses. Los miraba y no podía dejar de pensar que hay algo que falla en el sistema; si una sociedad tan opulenta como la estadounidense tiene olvidados a muchos de sus chicos Los que yo fotografié eran bastante tímidos. He intentado siempre empezar charlando o jugando un poco con ellos, para que se sintieran más a gusto y entender quién estaba ante mis ojos. Para acercarme y retratarles por lo que son. Poco a poco se fueron relajando, y creo que al final incluso se lo pasaron bien. Por lo menos eso me pareció. Y hay que considerar que la mayoría se daba cuenta de lo que estábamos haciendo ". La conciencia del significado de las fotos señalada por Haviv se refleja también en los perfiles de los niños redactados por los periodistas del The Star Ledger. Y no sorprende que uno de los más pequeños haya dicho: "Yo sólo quiero que se sepa que no soy malo".
Quizá sorprende algo más la actitud de algunas de las familias que provisionalmente acogen a los menores. "No tuvimos ningún problema en obtener los permisos para tomar fotografías de las autoridades competentes. Enseguida nos dieron el visto bueno", cuenta Feanny. "Pero sí tuvimos problemas con algunas de las familias que, con subsidios federales, cuidan a los niños hasta que sean adoptados [en EE UU este tipo de acogimiento es frecuente, ya que hay pocos centros públicos]. Algunos, evidentemente, no querían perder los subsidios, y nos pusieron pegas. Pero bueno, afortunadamente, logramos seguir adelante con el proyecto".
Esta galería de retratos compone ante los ojos un mosaico homogéneo. La mayoría de los niños son negros y tienen más de seis años. Muchos están enfermos. Todos tienen un pasado tejido de carencias o malos tratos, nubarrones que siguen afectando su presente y espantando a potenciales adoptantes. Esas son las cadenas que les atan a los centros de acogida. En Nueva Jersey, como en el resto del mundo.
En España, por ejemplo, son alrededor de 38.000 los menores que se encuentran en sistema de acogida (15.000 en residencias, el resto en acogimiento familiar), según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Pueden parecer muchos, pero "desgraciadamente la cifra incluye sólo las situaciones de objetiva desprotección en las que se valora que la Administración está obligada a intervenir", explica Ángel Bao Pérez, responsable técnico de acogimiento familiar y adopción de la Diputación de Vizcaya. "Eso significa que quedan fuera de esa cifra todas las situaciones de riesgo más ligero, que la Administración considera oportuno encarar con medidas más flexibles, de apoyo y preventivas".
"De esos 38.000 niños, pocos son adoptables. En general, la jurisprudencia es conservadora y tiende a privilegiar el ius sanguinis ante la posibilidad de declarar un niño adoptable, incluso en casos de padres que no han ejercido nunca efectivamente la patria potestad. Yo creo que en interés de los niños sería oportuna una jurisprudencia menos conservadora", argumenta Bao Pérez. En 2003 -último año del que se dispone de estadísticas nacionales- hubo 896 autos de adopción de chavales españoles, frente a las 3.951 internacionales. Es decir, sólo uno de cada cinco adoptados en España es español. El ministerio no tiene el dato de cuántos son los chicos y chicas españoles adoptables, pero los expertos sitúan la cifra en un 30% de los que están en residencias. Es decir, unos 5.000. La experiencia laboral de Bao Pérez confirma que en España, como en Estados Unidos, "hay niños que nadie quiere. Los motivos son normalmente las discapacidades, el hecho de tener hermanos y la edad. La lentitud de los procedimientos de declaración de la adoptabilidad no facilita las cosas".
Pero, si es comprensible el deseo de adoptar un niño sano y pequeño, ¿son realmente fundados los miedos hacia la adopción de chavales con pasado? "La edad avanzada es un factor de riesgo para la buena integración de un niño en una nueva familia, pero eso no significa en absoluto una condena al fracaso", explica Vicenta Mestre, decana de la Facultad de Psicología de Valencia y especialista en la materia. "Las dificultades son más probables a partir de los seis años. El problema es que un niño con un pasado es un niño con hábitos adquiridos, que ha procesado experiencias y que ya tiene más referencias de adultos. A lo mejor entre esos hábitos se encuentra el robar o el mentir, lo que puede producir decepción o rechazo en los padres adoptivos. Ahí está el punto crítico. Los padres deberían tener el buen juicio de considerar que quizá son las mentiras y los robos, precisamente, los que han permitido al niño sobrevivir. Con eso quiero decir que la adopción de chicos con un pasado no está condenada al fracaso, pero requiere una preparación y un apoyo especifico".
Jesús Palacios, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla y también experto en la materia, coincide con el análisis de Mestre. "Es esencial que en este tipo de casos los padres dispongan de información cuanto más detallada posible de la historia del niño, para poder entender mejor sus comportamientos y reaccionar ante ellos de la manera más adecuada", argumenta. "Por otra parte, yo considero que el hecho de tener un pasado no tiene sólo una connotación negativa con respecto a las adopciones", prosigue Palacios. "Estos niños muestran un deseo profundo de incorporarse a una relación personalizada. Sueñan con poder llamar papá a alguien, y, por tanto, están preparados para hacer esfuerzos".
Paradójicamente, la permanencia en los centros de acogida no es el peor de los problemas que pueda tener un niño. "Quizá lo peor sea lo que pasa después de los 18 años", avanza Bao Pérez. "La legislación española es sumamente garantista con los menores. Pero, cumplidos los 18, se abre una especie de vacío legislativo. Eso no significa que las instituciones competentes, en mayor o menor medida según los presupuestos, no intenten garantizar una continuidad de seguimiento y apoyo a los chicos. Pero está claro que hay que hacer mucho más, que se trata de una tarea pendiente. Hace falta una cobertura legal que prevea presupuestos específicos para eso". Precisamente el aumento de los recursos a disposición del Estado español, debido al crecimiento económico del país, y el desarrollo de una más avanzada conciencia colectiva en tema de derechos de los niños son, según Bao Pérez, la causa del aumento de los chavales dados de alta en el sistema de acogida. En 1996 eran 26.000; en 2003, 38.000. Eso no significa que los niños españoles estén peor, sino que el Estado les protege más. "Pero aún hay que hacer mucho más", incide.
¿La Heart's Gallery es una forma adecuada de hacer ese algo más? "Ante una iniciativa con esas características me surgen consideraciones contradictorias", contesta Mestre. "Me parece bien que se intente concienciar a la opinión pública. Evidentemente, la sensación de que se pueda elegir un hijo en un escaparate produce perplejidad, entre otras cosas porque adoptar no puede ser un simple acto solidario. Se trata de una responsabilidad constante y profunda que no puede ser asumida sólo en base a un impulso solidario. Pero también es cierto que sin iniciativas como éstas, la gente no se conciencia. Y si eso sirve para que uno sólo encuentre una familia adecuada ".
"Yo no creo que sea esa la forma más adecuada de hacer algo", considera Bao Pérez. "Son las autoridades públicas las que tienen que gestionar esa tarea, y tienen que hacerlo respetando la intimidad de los menores. Además dudo de que la ley permita algo parecido aquí, en España, y en todo caso el riesgo es que se animen candidaturas sobre una base puramente emotiva, la cual no es suficiente". "Una iniciativa como esa evidentemente puede dañar el derecho a la protección de la intimidad", reflexiona Palacios. "Pero si resultara que la legislación no pone impedimentos jurídicos, y si se garantizaran las adecuadas medidas de filtro para asegurar la idoneidad de los solicitantes estimulados por la galería, en conjunto no me parece un instrumento inadecuado. Esto no es un pase de modelos. Se trata de niños que sabemos de entrada que tienen enormes dificultades. Si de forma medida y con los filtros adecuados se les puede dar una oportunidad más, no me parece mal". ¿El fin justifica el medio? ¿El derecho a la protección de la intimidad es más importante que el interés por tener más oportunidades de ser adoptados? ¿Y si sólo uno de esos niños encontrara una familia que le regalara una vida feliz? Los diafragmas de 120 cámaras fotográficas se han abierto y han disparado luz empujados por esa última pregunta.
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