Darín: "La violencia de la película es fría y cruel"
Taxidermista, epiléptico, con una gran capacidad de orientación y una excelente memoria. Un hombre retraído y silencioso que está en contra de la matanza de animales, en contra del derramamiento de sangre y que se ve inmerso en una situación de violencia real, dura, seca y cruel. Así es el personaje que Ricardo Darín (Buenos Aires, 1956) interpreta en El aura, segundo largometraje de Fabián Bielinsky, que ayer se proyectó en San Sebastián en la sección oficial. "Nuestro principal objetivo fue la de investigar en la vida de un personaje encorsetado. Tratar de descubrir cómo reacciona un paciente epiléptico ante una serie de situaciones totalmente inesperadas para él. No es un héroe ni tiene condiciones para enfrentarse a una situación de violencia", asegura Darín.
Ya conocía a Bielinsky, con el que trabajó en Nueve reinas, filme con el que inició en España una carrera de éxitos que parece no haberse detenido. De la locuacidad y las carreras de aquel primer encuentro ha pasado a un
personaje plagado de silencios, preguntas e incertidumbres. Darín no tiene esa sensación del silencio del personaje, que sí observan los espectadores. "Quizás sí la primera vez que vi la película. Pero las siguientes veces me llevé una gran sorpresa. Me di cuenta de todo lo que habla mi personaje pero que no se nota. De acuerdo que no es un personaje verborrágico, pero teniendo en cuenta sus características, de que se toma tanto tiempo para pensar y ordenar las cosas, a partir de un determinado momento empieza a hablar muchísimo pero no lo notamos porque ya lo hemos conocido desde otro punto de vista. Estamos acostumbrados a que los personajes en el cine hablen y luego piensen, y aquí es totalmente al revés".
Es su primera aproximación cinematográfica a la violencia con toda su crudeza. "Trata de la violencia, pero no de manera glamourosa o embellecida. No hace alarde de la violencia. La trata tal y como es: seca, fría, cruel e impune. No se regodea, es prudente. Utiliza lo necesario para ir evolucionando en la trama".
Es consciente de formar parte del imaginario del espectador español
(El hijo de la novia, El mismo amor,la misma lluvia, Luna de Avellaneda o la obra de teatro Art). Nunca se ha sentido extranjero y vive de manera feliz esa grata química que se ha establecido con España. "Fui tomado con mucha familiaridad. Es como si hubiera nacido en España a los 40 años. Eso tiene una gran ventaja porque no saben todas las grandes macanas de mi pasado. Es un nacimiento casi a pedido. Se están quedando con mi mejor parte, pero en cualquier momento les voy a contar todo lo anterior para entrar en confianza. Es demasiado milagroso todo lo que me está ocurriendo".
Babelia
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