El cine indaga en dos mitos de la música
La película 'Stoned' retrata al ex Rolling Brian Jones, y 'Camarón' recuerda al genio flamenco
Leo Gregory era un joven actor londinense al que sólo le interesaba el hip-hop. Jamás había escuchado el nombre de Brian Jones. A sus 27 años (los mismos que tenía el miembro de los Rolling Stones cuando murió ahogado en su piscina el 2 de julio de 1969), habla de él con respetuosa distancia: "No voy a engañar a nadie, yo no sabía nada de Jones. Tampoco lo sabían muchos de mis amigos. Yo siempre iba vestido con gorra de béisbol y pantalones anchos". "No deja de ser triste", reconoce, "que no supiera nada de una figura fundamental de la cultura británica. Por eso me siento doblemente orgulloso de haber hecho esta película".
Tampoco Óscar Jaenada (Barcelona, 1975) era un admirador de la música de Camarón antes de que Jaime Chávarri le propusiera interpretarlo. Ahora no hay un solo día en el que no escuche la voz y los sonidos del cantaor gaditano. "Es difícil conocer la fuerza y el mito de Camarón si no se le ha visto en directo. Yo sabía que si no encontraba al actor que pudiera encarnarlo no habría hecho nunca la película. Era una condición esencial. Cuando vi a Jaenada en un ensayo supe que estaba ante Camarón", asegura Chávarri, que añade que el trabajo de Jaenada es más interior que de caracterización (excepto la inconfundible melena rizada del cantaor). La manera de fumar, cómo sus problemas de respiración se van complicando con el paso de los años, sus movimientos, sus pausas..."Todo eso ha sido un trabajo personal del actor. Cada día traía algo nuevo de su casa", asegura el director del filme, que se estrenará el 4 de noviembre.
En vida les unió la feliz conexión de la música y la trágica de su adicción a las drogas
Una obsesión
Jaenada se planteó la creación de Camarón, que murió víctima de un cáncer de pulmón en 1992 a los 42 años, desde dos ángulos bien distintos. La parte más conocida del músico la trabajó a base de escuchar mucha música y de ver todos los vídeos que pudo encontrar. La interpretación más interna, la de llegar a conocer al verdadero Camarón, la realizó gracias a Chispa, su mujer, a sus hijos, a sus amigos, a las calles de Cádiz. "Era una persona demasiado sensible, a quien le gustaba hablar con los niños más que con los adultos. Hablaba poco y escuchaba mucho. He conocido el placer que sentía por saber, aprender, investigar", dice el actor, camisa negra y traje claro.
La historia de Stoned es la de una larga obsesión. Stephen Woolley, productor de películas como Mona Lisa, Entrevista con el vampiro o En compañía de lobos, era un niño cuando los Rolling emergieron. "Yo vengo de una zona muy pobre de Londres. Toda mi familia dormía en la misma habitación, no teníamos ni nevera ni teléfono. Y sin embargo, recuerdo mi niñez con todo el glamour de los sesenta. Viví aquella fantasía que trajeron los Rolling. Más tarde me volví punk, mi música juvenil fue la de los Sex Pistols. Yo me identificaba con su rabia. Y desde esa rabia llegué a la figura de Brian Jones. Él representa para mí la fantasía y también la decadencia de los sesenta. Él era el anarquista del grupo. No olvidemos que mientras los Beatles, esos aparentes chicos buenos, se drogaban en Hamburgo, Mick Jagger y Keith Richards estudiaban económicas".
Whooly (que ha creado una intencionada banda sonora sin los Stones y con grupos como The White Stripes, The Bees o Kuula Shiker) ha trabajado durante más de diez años en la investigación de la muerte de Jones. Según él, eligió a Leo Gregory "por su encanto". "Quería a un actor muy joven. Y, sobre todo, no quería a un intérprete famoso. No quería a un Jude Law o a un Val Kimler haciendo de...".
Whooly contrató a varios detectives privados y se entrevistó con las personas que estaban con el músico la noche de su muerte. "Compré los derechos de Fade to black. The murder of Brian Jones y Who killed Christopher Robin. Luego, encontré en Estocolmo a Anna Wohlin, su novia de entonces. Aunque la clave fue la enfermera, Janet, que también estaba esa noche en la casa y que vio cómo Frank Thorogood, el albañil al que Jones trataba indistintamente como amigo o mayordomo, se disparataba por minutos. Thorogood le confesó años después, en el lecho de la muerte, a Tom Keylock (entonces manager del grupo y el hombre que lo había contratado para trabajar) el crimen. La investigación nunca se cerró, entre otras razones porque en el cuerpo de Jones había restos de alcohol y drogas". Las figuras de Mick Jagger y Keith Richards sólo aparecen como telón de fondo. Son el grupo al que Jones ya no pertenece. Anita Pallenberg (aquella diosa del sexo y las drogas que dejó a Jones por Richards) es una sombra determinante. De alguna manera, Jones la empuja a acostarse con su amigo Keith: "Eran niños que no sabían lo que hacían. Jones estaba loco por ella, pero, como dice al final de la película, el problema de la felicidad es que es aburrida".
En vida, a Camarón y Brian Jones les unió la feliz conexión de la música y la trágica de su adicción a las drogas. Ayer, uno y otro compartieron la gloria póstuma de ser recordados en San Sebastián por dos jóvenes que ya los consideran inmortales.
Babelia
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