Annan admite el fracaso en la reforma de la ONU
Bush pide firmeza contra el terrorismo y ofrece eliminar barreras comerciales
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, que respiró el martes cuando la Asamblea General aprobó el documento de mínimos sobre desarrollo, seguridad y reformas, dijo ayer ante más de 160 líderes mundiales que era "un paso adelante", pero lamentó el fracaso de no abordar las "reformas globales y básicas" necesarias. Annan insistió en que la cumbre debe ser "sana y efectiva". "Seamos francos. No hemos logrado la reforma fundamental que creo necesaria". El presidente de EE UU, George W. Bush, en nombre del país anfitrión, no alteró casi su discurso habitual: apoyo a "un Irak libre", lucha contra el terrorismo "con las armas y las ideas" y expansión del comercio para aumentar el desarrollo y combatir la pobreza y las enfermedades.
Bush: "No se va a permitir que se amenace la paz y la estabilidad del mundo"
Annan, que vio cómo se evitaba el fracaso colectivo a cambio de aguar al máximo las propuestas de lucha contra la pobreza, el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva y a favor de la reforma de la ONU, pidió a la gran asamblea de líderes acción urgente y audacia para abordar los retos del siglo XXI, los mismos que el documento aprobado aparcó por la falta de consenso: "Una cosa ha quedado clara del proceso en el que estamos: cualesquiera que sean nuestras diferencias, nos alzamos juntos o caemos juntos en este mundo interdependiente en que vivimos".
Y en una obvia referencia a Estados Unidos, tanto por la situación en Irak como por la devastación del huracán Katrina, estas palabras: "Tanto si el reto es el mantenimiento de la paz como la reconstrucción de un país, la democratización o la respuesta a desastres naturales o causados por el hombre, ya hemos visto que ni siquiera el más fuerte de entre nosotros puede tener éxito en solitario".
Precedido en esta sesión inaugural del 60º aniversario de las Naciones Unidas por la expresión de solidaridad internacional que expresó, en nombre de la asamblea, la presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, George W. Bush dio las gracias "a los 115 países que han ofrecido su ayuda" después del huracán y reconoció que, "como ocurrió con el maremoto [del 26 de diciembre de 2004], el mundo es más solidario y esperanzador si actúa unido". "Ningún país puede estar aislado" ante el sufrimiento y los problemas de otros.
El presidente estadounidense pasó enseguida a sus argumentos más repetidos, los mismos que despiertan escaso entusiasmo en una audiencia como la de la ONU. Pidió tolerancia cero con el terrorismo -"deben saber que, vayan donde vayan, no podrán escapar a la justicia"-, respaldo "a un Irak libre, que a todo el mundo le interesa", y el desarrollo a través del libre comercio y reformas serias en Naciones Unidas.
"No da ninguna seguridad mirar hacia otro lado o ignorar la opresión de otros; o se difunde la esperanza o se extiende la violencia, y tenemos que apostar por la esperanza", dijo Bush, que pidió apoyo para la propuesta rusa de perseguir y extraditar a todo el que trate de hacerse con materiales radiactivos nucleares y para la resolución británica que llama a todos los países a que aprueben leyes que prohíban la incitación al terrorismo y nieguen refugio a los culpables de terrorismo. "Hay que enviar un claro mensaje a los regímenes proscritos que patrocinan el terrorismo y tratan de conseguir armas de destrucción masiva: no se va a permitir que amenacen la paz y la estabilidad del mundo". Y añadió: "No da ninguna seguridad mirar hacia otro lado o ignorar la opresión de otros: o se difunde la esperanza o se extiende la violencia, y hay que apostar por la esperanza".
Poco después, Bush, en la primera intervención de su vida ante el Consejo de Seguridad -ante el británico Tony Blair, el chino Hu Jintao y el ruso Vladímir Putin, entre otros- dijo que todos los países "tienen la obligación solemne de luchar contra el terrorismo" en todos los frentes, desde "la congelación de sus activos financieros hasta impedir su libertad de movimientos y evitar que tenga armas de destrucción masiva".
Bush también anunció que Estados Unidos, en apoyo a una resolución patrocinada por Libia, Tanzania y Benín, formará a 40.000 soldados africanos en los próximos cinco años para sentar las bases de un cuerpo de mantenimiento de la paz en el continente africano.
El presidente ofreció la eliminación de tarifas comerciales y subsidios agrarios en Estados Unidos para estimular el desarrollo "si otros países hacen lo mismo". El libre comercio "es clave para los países más pobres, y al extenderlo, se amplía la esperanza y la oportunidad en todo el mundo y se da un golpe a los terroristas que se nutren de la ira y el resentimiento".
Y concluyó su intervención reclamando una ONU "fuerte y libre de corrupción", que se aplique "el mismo nivel de exigencia que pide a los demás" y que controle el gasto de sus recursos. Estados Unidos aporta el 25% de los fondos de Naciones Unidas. Bush alabó los "primeros pasos de la reforma" y calificó de "descrédito para una noble labor" que haya dictaduras que pertenezcan a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Con su visita a Nueva York, Bush abrió un paréntesis internacional de algunas horas en la labor destinada a los que son ahora sus objetivos más importantes: retomar las riendas de la autoridad y credibilidad, gravemente dañadas por el huracán, y tratar de remontar los peores sondeos desde que está en la Casa Blanca. Tras las intervenciones en la Asamblea y el Consejo de Seguridad, el presidente se reunió con el primer ministro israelí, Ariel Sharon, al que felicitó por la retirada de Gaza, y con el británico Tony Blair.
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