Entre vinos

En verano, las actividades en torno al vino sufren un letargo del que al llegar septiembre se quieren recuperar, pero este verano unos temas candentes han ocupado todas las reuniones de vinateros. A finales de junio, Robert Parker publicó notas de cata de vinos españoles por primera vez en su revista The Wine Advocate, editada en EEUU. Aparecían reflejados 600 vinos de todo el Estado. Ello habla de la importancia y calidad de los vinos que aquí se elaboran, como bien resalta el mismo autor.

Parker está considerado el gran gurú mundial del vino. Sus notas de cata, sobre todo si el vino en cuestión sobrepasa los 90 puntos, hacen que las ventas y los precios se disparen. Como todos los personajes mediáticos, tiene sus seguidores y sus detractores, quienes defienden el trabajo y el rigor del crítico y quienes le acusan de favorecer los vinos de sus amigos.

Dejando al margen favoritismos o no, lo que llama la atención es que entre las 600 marcas de vinos catados y puntuados, el 20% corresponde a vinos que no se encuentran en el mercado y que han sido embotellados para el importador de turno. Esto y no las puntuaciones es lo que debería hacer reflexionar a los bodegueros.

En el entramado mundo del vino, la comercialización supone una parte muy importante, pero los productores, en su afán de venta, no deberían caer en las garras de sus compradores. Esto no lleva a nada, porque el día en que el comerciante de turno se canse de una bodega irá donde el vecino, con su marca registrada.

El trabajo de campo, bodega y crianza siempre tiene que estar avalado por el nombre y marca de la bodega. Al mismo tiempo, dejaremos de confundir al consumidor, que cada día sabe menos quién es quién en las botellas que se encuentra en el mercado.

Y es que esto de las marcas paralelas no tiene fin. Todo el mundo se quiere registrar y comercializar su vino. Las últimas noticias llegan de las grandes superficies, que actualmente controlan el 9% de la producción del mosto, comercializado bajo sus marcas, también conocidas como líneas blancas. Su reto es llegar a controlar el 30% del mercado del vino. Ello nos llevará a una pérdida de identidad de muchas bodegas y, lo que es peor, conociendo lo que han hecho en otros sectores, a la pérdida de puestos de trabajo y algún que otro drama familiar.

Para empezar septiembre se habla de subir los impuesto del alcohol y el tabaco. Como siempre, los cerveceros lanzan sus dardos contra el vino, preguntándose por qué se libra de esta subida. ¿Se les olvida acaso que el vino pertenece a una historia y cultura milenaria como la mediterránea, que es la nuestra? Para dejarlo más claro, habrá que recordarles que la ley 24/2003 de la viña y el vino, que reconoce a éste como un alimento que forma parte de esta cultura.

Ante todo ello, el mundo del vino tendrá que empezar a luchar contra los enemigos, que algunas veces vendrán de fuera y otras desde dentro de la misma casa.