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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Horizonte tranquilo

La publicación del cuadro macroeconómico del Gobierno para el ejercicio 2006 proporciona pistas seguras de las expectativas que maneja el Ministerio de Economía, que, no lo olvidemos, dispone de más y mejor información que los analistas privados.

Con los números de las previsiones oficiales difundidas, resulta que el Ejecutivo considera que durante el año próximo la economía española vivirá una mayor prosperidad de la esperada. Continuará creciendo a una tasa relativamente elevada (3,3%, igual que lo previsto para 2005); ese crecimiento seguirá basado en el consumo -aunque con una leve corrección a la baja, 3,9% frente al 4,1% de este año- y la construcción, actividad a la que también se atribuye una moderación relativa (del presente 5,7% al 3,8%), y la aportación del sector exterior, aunque seguirá siendo negativa (-1,1%), mejorará respecto a la pobrísima aportación actual (-1,8%), que le configura como verdadero talón de Aquiles de nuestra economía. Otra buena noticia es que el empleo seguirá aumentando a buen ritmo (2,6%), con una productividad por ocupado que apenas aumenta. La tasa de paro -reducida por primera vez a un dígito en la última EPA- se mantendrá en niveles soportables.

Esta estructura de crecimiento económico apenas supone una variación sobre el modelo desarrollado por los Gobiernos del Partido Popular. La construcción y el consumo siguen empujando al producto interior bruto (PIB). No está claro cómo se conseguirá frenar la aportación negativa del sector exterior al PIB, ni en qué está fundado el aumento de las exportaciones en más de dos puntos. Y está por verse el impacto que sobre las previsiones gubernamentales pueda tener el avance exponencial del precio del petróleo.

Con cierta buena voluntad, siempre que se acepten las cifras de Economía, cabría suponer que el año próximo se iniciará un lento viraje hacia crecimientos menos dependientes del ladrillo y el consumo. Pero ese viraje será todavía poco perceptible. El cambio prometido de modelo económico, como se ha repetido en muchas ocasiones, sólo es posible mediante una mejora de la productividad. Un propósito que exige maduración, insistencia y esfuerzo inversor.

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