"La energía de fusión cambiará el mundo"
El griego Achilleas Mitsos, 62 años, economista, director general de la Comisión Europea (Investigación), está feliz con el acuerdo alcanzado recientemente para construir el reactor experimental ITER en Europa. Él ha dedicado varios años a las delicadas negociaciones con los otros socios del proyecto (Japón, Rusia, China, EE UU y Corea del Sur) y ahora está feliz. Está satisfecho, dice, porque se ha alcanzado por fin un acuerdo respecto a la sede; y "muy satisfecho" porque sea Europa (en concreto Cadarache, en Francia) y no Japón, que quería construir el enorme reactor en Rokkasho-Mura. El proyecto durará 30 años (diez de construcción y 20 de explotación tecno-científica), con un coste total de 10.000 millones de euros, de los que la UE aporta la mitad.
"A través de la organización que tendrá la sede en Barcelona se coordinará toda la contribución europea al proyecto ITER, incluido el presupuesto"
"Países que no son miembros del proyecto han mostrado su interés en participar. Estamos creando algo no para unos pocos, sino para toda la humanidad"
Al final, si todo va bien, se conocerán los secretos de la fusión nuclear hasta tal punto que debería ser posible empezar a pensar en centrales eléctricas que usen el muy abundante hidrógeno como combustible y sin generar residuos peligrosos. "Puede ser el sueño de este siglo", dice Mitsos, en su despacho, en Bruselas, donde ha recibido a El PAIS.
"Si la fusión llega a ser una realidad, el mundo será diferente, no sólo la situación energética, sino las relaciones entre las diferentes partes del mundo", afirma Mitsos. "La dependencia del petróleo tiene repercusiones políticas que todo el mundo conoce, por lo que un cambio en el panorama energético supondrá un cambio mundial".
Pregunta: ¿Cuál es su argumento preferido a favor del ITER?
Respuesta: Me ha explicado Chris Llewellyn Smith, responsable del programa británico de fusión nuclear, que con el litio contenido en la batería de mi teléfono móvil y el hidrógeno del agua que cabe en una bañera, la fusión podría satisfacer las necesidades energéticas de toda mi familia durante 30 años. Es un argumento muy convincente.
P. ¿Cuándo se empezará la construcción del reactor?
R. Quedan pendientes de fijar algunos puntos para firmar el acuerdo legal que determinará los detalles del proyecto y la estructura de su gestión. A finales de año o principios de 2006 podrá comenzar la construcción.
P. Y durará diez años.
R. Sí, pero serán también años importantes por los avances científicos y tecnológicos.
P.Se dice, con ironía, que la energía de fusión ha establecido una nueva constante universal: los 50 años que siempre faltan para verla convertida en la anunciada fuente de energía.
R. Da la impresión de que esto se alarga siempre, pero se avanza. Incluso dentro de cinco años, no digo ya 20 o 30, no estaremos en el mismo punto que ahora. Me temo que tenemos aún 30 años para completar el ITER y no habrá antes energía de fusión comercial. Pero es importante, y la política debería ocuparse del largo plazo, no sólo de lo inmediato.
P. ¿Es seguro el reactor?
R. No creo que exista ningún otro proyecto con tantos análisis y exámenes profundos de todos los aspectos, en particular de la seguridad, como éste.
P. ¿No puede provocar un accidente como el de Chernóbil?
R. No. No hay riesgo de perder el control del reactor. La fusión es completamente diferente de la fisión y de Chernóbil. Hablamos de energía nuclear, pero sólo es parecida la palabra, porque se trata de un proceso diferente, una lógica distinta. Es un error comparar la fusión con la fisión.
P. Se han alzado críticas desde las filas de los ecologistas por dos cuestiones: los residuos de la fusión y el efecto negativo que puede generar la financiación del ITER en las energías renovables.
R. Hay defensores del medio ambiente que critican el proyecto y muchos otros que pensamos justo lo contrario. No hay razón para decir, desde el punto de vista medioambiental, que sea un peligro. En cuanto a la financiación, nadie ha sugerido siquiera que el ITER deba ser la inversión exclusiva para el futuro, al contrario. Se ha invertido ya mucho en investigación de energías renovables y proponemos que se invierta mucho más. La fusión no puede solucionar los problemas energéticos inmediatos que tiene nuestra sociedad, mientras que las renovables pueden ayudar, aunque no sustituir completamente al petróleo y sus derivados. El ITER supone un porcentaje pequeño del total de dinero dedicado a investigación en la UE, en general y en investigación energética en concreto.
P. ¿Y los residuos?
R. No hay un problema real de residuos en este reactor porque no producirá ninguno de alta actividad ni de larga vida media, como la fisión. La mayoría de los residuos de fusión se clasifican como de baja o muy baja actividad, y una pequeñísima cantidad son de media actividad.
P. ¿Cómo se ha logrado que se construya el reactor en Francia?
R. El anfitrión no es Francia sino Europa. Hemos contado con varias ventajas: primero, Cadarache es, desde todos los puntos de vista, una sede excelente. En segundo lugar, la labor continuada tanto de la investigación como de la política europea ha sido determinante. El tercer factor muy influyente ha sido el apoyo prestado por Rusia y China desde el principio. Además, nunca hemos negociado con Japón como enemigo o competidor, sino como socio, de manera que al final nuestras relaciones son más fuertes que al principio. Quiero destacar el papel de los comisarios europeos de investigación: Primero [Philippe] Busquin y luego [Janez] Potocnik, pero también el apoyo unánime de los países de la UE. En concreto, España ha jugado un papel extraordinariamente positivo.
P. España propuso construir el ITER en Vandellòs (Barcelona), y era una opción más barata que Cadarache. ¿Por qué se eligió la segunda?
R. Evaluamos las dos propuestas y las discutimos. Si una hubiera sido mala, la decisión habría sido fácil. Pero las dos eran muy buenas y al final hubo que evaluar los méritos. No es que España perdiera, es que hubo que poner el énfasis en la opción más probable [de ser elegida por los socios mundiales del proyecto]. España va a jugar un papel muy importante en el ITER.
P. ¿De qué se encargará la oficina que habrá en Barcelona?
R. No será una oficina, o una sucursal... A través de la organización -todavía no tenemos una definición formal- con sede en Barcelona se coordinará toda la contribución europea en el proyecto, incluido el presupuesto. Cada uno de los seis socios tendrá un centro de coordinación, pero como Europa contribuye con el 50% del total, desde Barcelona se gestionará la principal participación en ITER.
P. ¿Por qué EE UU no propuso una sede?
R. Nos satisface mucho que EE UU esté en el proyecto, después de que lo abandonara unos años y volviera a entrar. Pero el líder, en términos de contribución científica y técnica, es Europa. No digo que sea exclusivo, pero desde luego los científicos europeos juegan un papel fundamental en la fusión a nivel mundial.
P. ¿Por qué es importante para Europa tener la sede: por razones tecnológicas o políticas?
R. Es un proyecto costoso que durará muchos años, y es importante que Europa esté en el centro del mismo, tanto por razones técnicas como geopolíticas. No subestimamos las aportaciones japonesas o estadounidenses, o chinas o coreanas, pero si no hubiera sido por el esfuerzo constante y fuerte de Europa y de Rusia, no creo que estuviéramos ahora con el ITER donde estamos.
P. ¿La tecnología de fusión que se domine será libre para otros países?
R. No puedo saber ahora lo que pasará. Pero hemos optado por un enfoque internacional y global, lo que es un indicador de que no estamos compitiendo sino colaborando. Otros países que no son ahora miembros del proyecto han mostrado su interés en participar y esto es una garantía de que lo que estamos creando no es para unos pocos, sino que es para toda la humanidad.
P. Han pasado 20 años desde que nació la idea del ITER en las conversaciones entre Reagan y Gorbachov. ¿Por qué tanto tiempo para concretarla?
R. No olvide el papel jugado por Mitterrand en sus conversaciones con Gorbachov. Pero el proyecto que entonces tenían en mente no era el mismo que ahora, que es más pequeño pero mucho más rápido para alcanzar los objetivos. Además, no es verdad que en estos 20 años no se haya hecho nada. Se ha hecho mucha investigación sin la cual no sería posible la madurez y el optimismo que rodean ahora el proyecto. Además, no debemos ver la investigación como un gasto sino como una inversión. Con la investigación progresa el conocimiento, algo que tiene repercusiones directas e indirectas imposibles de predecir de antemano, pero que son positivas casi por definición. Por eso, todo el trabajo realizado en fusión hasta ahora y el que se hará en el ITER, esperamos que logre hacer realidad la energía de fusión, pero también impulsará el progreso del conocimiento en física, en ciencias de materiales, en tecnología... Se trata de un experimento muy avanzado en sí mismo.
La fusión de átomos ligeros produce energía, como en las estrellas, pero es muy difícil mantener la reacción para generar energía aprovechable. Si se lograra, se podría solucionar el problema energético que afronta la humanidad. Para aprender a controlar esa fusión nuclear, seis potencias tecnocientíficas mundiales se han unido en ITER, un reactor experimental que se ubicará en Europa (Cadarache, Francia). Achilleas Mitsos, por parte de la UE, ha sido clave en esas delicadas negociaciones.
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