García Gual dice que la novela histórica da voz a los marginados
La novela histórica ofrece múltiples posibilidades de relatar el pasado que por alguna razón resulta interesante en el presente. Junto a la biografía de grandes nombres, uno de los caminos que toma este pujante género literario, objeto desde ayer de un curso en la sede valenciana de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, es dar voz a personajes que han sido ignorados en la historia oficial por no ser grandes héroes o porque son los vencidos, perdedores o marginados que no escriben la historia. El caso de la novela Espartaco, de Howard Fast, es paradigmático, pero hay más. "También hay muchas obras protagonizadas o escritas por mujeres", que han estado en un segundo plano, comentó ayer Carlos García Gual, catedrático de Filología Griega y director del curso, que concluye el viernes, junto a Daniel Fernández, responsable de la editorial Edhasa.
El experto resaltó las aportaciones de escritoras como Marguerite Yourcenar (Memorias de Adriano), Mary Renault (El muchacho persa), Reay Tannahill (que rompe la imagen de un Ricardo III maligno y jorobado de Shakespeare) o Christa Wolf, autora de "novelas, más que históricas, mitológicas", y feministas como Casandra.
García Gual repasó la polifonía de la novela histórica, desde la romántica (caso de Ivanhoe) a la biográfica, pasando por la que toma una ciudad como protagonista, por la que se ocupa de la cotidianidad de la vida pretérita o por la más reciente que introduce la "intriga criminal", como en las obras de Lindsey Davis, que participará el jueves en el seminario, organizado por el Instituto Valenciano de Estudios Clásicos y Orientales. También distinguió entre los diferentes puntos de vista que adopta el narrador.
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