Tempranillo maduro

Ha necesitado tiempo, pero finalmente la familia Masaveu, de origen catalán y afincada en Asturias desde principios del siglo XIX, se ha decidido a modernizar los vinos de Murúa, la bodega riojana que adquirieron en 1974. Todo un pequeño emporio de tibieza que tiene en este M de Murúa el esperado contrapunto del diseño moderno y de calidad. Es sólo el principio, demasiado tímido, de un cambio que se hace cada día más urgente. Comprendo el temor a perder clientes acostumbrados a un perfil convencional disfrazado de clasicismo. Sin embargo, el éxito de este tinto minoritario debe servir de acicate para un cambio radical aunque tranquilo.

Los argumentos son de peso: una excelente nariz que refleja la casta de un tempranillo maduro y consistente, que encierra una gama aromática compleja y elegante a base de notas de frutillos rojos y negros silvestres, fina madera, brisas balsámicas y resonancias minerales. Y regala en el paladar un gusto carnoso, amplio, bien balanceado entre lo goloso y lo ácido, que termina en un prolongado sabor.