Choques naturales y planes para nuevas colisiones
Para la naturaleza no es una novedad estrellar un cuerpo contra otro en el Sistema Solar, y ahí están los cráteres de impacto marcados en planetas y satélites para demostrarlo. Seguramente el choque más espectacular observado en los últimos tiempos desde la Tierra fue el que protagonizaron los fragmentos del cometa Shoemaker Levy 9 al caer en Júpiter en julio de 1994, dejando temporalmente en la densa atmósfera joviana unas marcas claramente visibles desde la Tierra y observadas intensamente con telescopios.
Pero también se están planeando choques futuros, completamente artificiales, y la Agencia Europea del Espacio (ESA) tiene en estudio una misión para ello, elegida entre media docena de propuestas. Se trata de la idea de una empresa española, Deimos, que ha diseñado un proyecto -bautizado Don Quijote- para ir al encuentro de un asteroide y hacer que un módulo choque contra la superficie del mismo, mientras el otro, el de observación, lo estudia en directo a poca distancia.
Es más, la idea es que aunque ambos módulos saldrían de la Tierra unidos, se separarían en el espacio para seguir trayectorias diferentes: el módulo de observación llegaría antes al asteroide para estudiarlo, incluso con unos instrumentos de descenso que se clavarían en su superficie; cuando fuese a llegar el proyectil, el módulo observador se alejaría para evitar cualquier riesgo de daños y luego se acercaría de nuevo para estudiar los efectos durante varios meses.
De este modo, la misión, que aún no ha recibido luz verde de la ESA, no sólo comprobaría la viabilidad de desviar un asteroide, sino que aportaría muchos datos científicos.
Pero estas misiones de impacto no son las únicas diseñadas por los científicos y los ingenieros hacia cometas y asteroides. En 1986, la caza del cometa Halley supuso un éxito rotundo para la ESA con su nave Giotto, que se aproximó hasta 600 kilómetros del núcleo penetrando en su envoltura gaseosa.
También es europea la nave Rosetta, que actualmente va camino del cometa Churyumov-Gerasimenko. Llegará en 2014, pero no para chocar contra él, sino para posar suavemente un módulo en su superficie y para estudiarlo durante un par de años con la nave en órbita.
De momento Rosetta, en el espacio, está pendiente de Tempel 1 y de la colisión de hoy.
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