Un buen fichaje

El acuerdo alcanzado por el Ministerio de Sanidad con el eminente cardiólogo Valentí Fuster, director del Instituto Cardiovascular de la Mount Sinai School of Medicine de Nueva York, para dirigir la actividad científica del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y la espléndida dotación presupuestaria asignada al centro -450 millones de euros en 10 años- es un gran acierto para impulsar la ciencia.

En la vertiginosa sociedad del conocimiento, sólo una acción política decidida puede colocar a nuestro país en condiciones de competir en un ámbito que se ha convertido en motor de progreso social y económico. Para ser alguien en el competitivo mundo de la biomedicina se requieren por lo menos tres condiciones: capital humano, voluntad política y una apuesta clara de la iniciativa privada. Las tres condiciones concurren por primera vez en este proyecto. España tiene en sus investigadores un gran capital social, de un nivel superior al que le correspondería por el discreto esfuerzo inversor realizado hasta ahora. Hay mucho talento español fuera y dentro. Aprovecharlo debe ser un imperativo. La apuesta de Fuster con el CNIC y su compromiso de regreso paulatino no es un hecho puntual. Antes que él, otros científicos igualmente eminentes contrajeron compromisos parecidos.

El proyecto del CNIC cuenta con el mecenazgo de cinco grandes empresas -Banco Santander, La Caixa, El Corte Inglés, Inditex y PRISA- que aportarán 170 millones de euros en 10 años, es decir, casi el 40% de la financiación del centro. El propósito de esta iniciativa, que no tiene ánimo de lucro, es facilitar al CNIC el impulso inicial necesario para que, en 10 años, esté en condiciones de atraer la inversión privada necesaria para autofinanciarse. La filosofía del compromiso social de la empresa ha tenido en este caso una excelente concreción que beneficiará a todos y, en primer lugar, a los enfermos del corazón.