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Reportaje:

La mala salud carcelaria

Los expertos recomiendan tratar a la población reclusa que tiene hepatitis C, un 35% de los 60.000 presos españoles

En las cárceles españolas hay más de 60.000 presos. Un 35% de ellos está infectado por el virus de la hepatitis C (VHC) y entre el 13% y el 15% tiene el virus del sida (VIH). Además, casi todos los infectados de sida lo están también por el de la hepatitis. Hasta hace muy poco tiempo los presos con hepatitis C no recibían tratamiento, pero los estudios demuestran que los internos tienen una tasa de curación similar a la población general. El primer Documento de consenso en la sanidad penitenciaria, presentado recientemente, recomienda dar el tratamiento del virus C a los internos y ofrece criterios claros para el diagnóstico y seguimiento del recluso con esta patología.

"La hepatitis C es un problema de salud pública en todos los países. La situación de los presos españoles no deja de ser un espejo de la sociedad. Las personas que desconocen el funcionamiento de las prisiones, piensan que las cárceles son compartimientos estancos donde la gente no sale en toda la vida, cuando hay una gran movilidad. Por eso, cuando un problema de salud pública se ataja en las prisiones se interviene de manera muy efectiva en la población general porque se actúa en sectores muy marginales, a los que el sistema sanitario público no llega habitualmente", sostiene Pablo Saiz de la Hoya, médico de familia del Centro Penitenciario Alicante I.

Las cárceles españolas tienen también una alta prevalencia de enfermedades mentales
El 48% de los presos con hepatitis C que reciben tratamiento eliminan el virus

La tasa global de curación de pacientes con hepatitis C, de cuyo tratamiento se excluían hasta hace muy poco a niños, embarazadas, pacientes con VIH o población penitenciaria, se sitúa alrededor del 54%. Poco a poco se van incluyendo algunos de estos colectivos en los trabajos de investigación, entre ellos la población penitenciaria. En este medio se ha demostrado que los reclusos que reciben tratamiento eliminan el virus en el 48% de los casos.

La tasa de respuesta a los tratamientos en los internos coinfectados de sida y hepatitis C asciende a más del 40%. Así lo demuestran dos de los trabajos más representativos sobre esta cuestión, realizados recientemente, uno en el hospital Clinic de Barcelona y publicado en la revista AIDS; y otro (Apricot) publicado en The New England Journal of Medicine.

"Con estos trabajos de investigación se demuestra con claridad que el beneficio que obtienen estos enfermos es muy superior al coste del tratamiento. Pero tenemos que ser conscientes de que si el virus de la hepatitis C no se trata, evoluciona y produce dolencias hepáticas más graves como hepatitis crónica, cirrosis y cáncer de hígado. La infección por este virus es la principal causa de transplante hepático en Europa y en EE UU", apunta Gerardo Clemente, jefe de sección de Hepatología del hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Entre las estrategias para controlar la transmisión de la hepatitis C, los expertos recomiendan ofrecer analítica de VHC a todos los internos, en especial a los que tienen prácticas de riesgo y vacunar contra la hepatitis A y B a los pacientes con VHC que hayan tenido contacto con el virus, aunque no tengan la enfermedad, y asistencia multidisciplinar. Por otra parte, se deben adoptar medidas de prevención orientadas a evitar tanto el contagio del virus en personas sanas (educar para disminuir el consumo de drogas por vía intravenosa, incluir a los pacientes en programas de drogas, evitar que compartan jeringuillas) como a evitar que la enfermedad progrese en las personas infectadas (eliminar el consumo del alcohol e instaurar el tratamiento antirretroviral en los pacientes infectados por VIH).

El documento de consenso está avalado por la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, la Asociación Española para el Estudio del Hígado, el grupo Geisida, y expertos en la materia. El punto más controvertido ha sido valorar las pruebas diagnósticas que se deben realizar al paciente para comprobar si cumple los criterios de tratamiento. Entre ellas, la biopsia hepática, el mejor método para determinar la severidad de la hepatitis crónica, una prueba algo cruenta y cara, por lo que no siempre se puede realizar.

"Aunque el paciente rechace la biopsia, hay que aplicar el tratamiento en dos situaciones concretas: aquellos casos en los que la eficacia del tratamiento es muy alta, como ocurre cuando el virus de la hepatitis C es del genotipo 2 y 3, y cuando el paciente está coinfectado con el VIH ya que, en más del 90% de los casos tiene fibrosis hepática, una alteración que evoluciona negativamente", asegura Andrés Marco, médico de Salud Pública de la cárcel Modelo de Barcelona.

Las personas con mayor riesgo de infección por hepatitis C son los usuarios de drogas intravenosas, entre el 34% y 46% del total de los presos. "En la población reclusa catalana hay mucho drogodependiente y, por tanto, mucho infectado por VIH y VHC. En ellos hemos aprendido que no se trata tanto de delincuentes, como de drogodependientes que cometen delitos para mantener su adicción. Afortunadamente, la situación de ahora es muy distinta a la que había hace 15 o 20 años, gracias, entre otras cosas a los programas de intervención en toxicómanos", dice Marco, impulsor especialista que inició un programa de VIH e inició el tratamiento con metadona en las cárceles españolas.

A pesar de las grandes mejoras instauradas en el sistema penitenciario español, todavía existe una gran carencia: la atención psiquiátrica. "Tenemos las prevalencias más altas de hepatitis C y de infectados por VIH, pero también de trastornos psiquiátricos, como esquizofrenia o depresión. A excepción de Cataluña, que tiene transferida la gestión penitenciaria y de las drogodependencias, en las demás comunidades autónomas la población carcelaria no recibe apoyo psicológico, y la atención psiquiátrica llega a través de especialistas consultores que van esporádicamente a las cárceles con menos periodicidad de la necesaria", concluye Saiz de la Hoya, coordinador del documento de consenso.

Un interno en la consulta médica de la cárcel Madrid 2.
Un interno en la consulta médica de la cárcel Madrid 2.ULY MARTÍN

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