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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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El terror de la piratería

El estreno madrileño de La guerra de los mundos, de Steven Spielberg, va a ser sonado. Los invitados han recibido un par de folios explicando las condiciones que deberán cumplir para acceder a la sala: les serán retiradas las cámaras de fotos, grabadoras y hasta los móviles, de cuya conservación nadie se responsabiliza; se les obligará a pasar bajo un detector de metales; deberán llevar consigo el carné de identidad; podrán ser grabados por cámaras ocultas durante la proyección... Todo ello para evitar que alguien piratee la película y luego sea distribuida en el top manta. Hacen gracia tantas medidas de seguridad para lo que finalmente será inevitable: que los piratas de verdad, posiblemente no invitados a tan pomposo estreno, descubran otras maneras de expoliar La guerra de los mundos.

Parece mentira que un país que gasta millones en la compleja investigación del espacio, por ejemplo, aplique medidas tan elementales como inspeccionar los bolsos y mochilas de los invitados a un estreno para evitar que le copien la peli. Conviene, en cualquier caso, que los invitados e invitadas estrenen bonita ropa interior por si la cosa va más allá del cacheo. ¿Ocurrirá así en todas las proyecciones de una película que viene marcada ya por el éxito? Vaya incordio.

No se verá esta película en las salas del cine Publi, en el paseo de Gracia de Barcelona, que acaba de cerrar sus puertas para que en su lugar se instale un emporio de artículos gallegos. El Publi fue el primer cine "de arte y ensayo" que se abrió en el país, cuando las gentes buscaban ansiosamente las películas que restringía la censura, y que en esas salas se ofrecían con cuentagotas. Un local heroico cuyo símbolo se desvanece. Si cunde el ejemplo, ¿adónde irán las películas que se beneficien de los acuerdos a los que ministros de 70 países han llegado esta semana en favor de la diversidad cultural? ¿A Internet?

Ahí al menos es donde puede verse el último trabajo de Javier Fesser, Cero siete, en el que se ha llevado a Don Quijote a Senegal al tener conocimiento de la intención de los países ricos de ceder el 0,7% de su PIB a los países pobres. Es uno de los cortos del proyecto Ingenio 400, colgados en Ingenio400.com, que, desgraciadamente, no siempre funciona bien. Hay más quijotes para este año: Honor de caballería, de Albert Serra; Las locuras de Don Quijote, de Rafael Alcázar; la película de animación Donkey Xote... ¿Serán pirateados todos ellos? ¿Habrá que acudir desnudos a sus estrenos? ¿Se colgarán en la Red? Todo es ya posible... Por ejemplo, el Festivalito de la isla de La Palma, especializado en cine digital, va a emitir su programación vía satélite a 75 salas cinematográficas repartidas por España. Una revolución en el sistema de exhibición de películas... que ni Don Quijote podrá detener.

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