Baelo Claudia, un juicio pendiente

La construcción del centro de recepción de visitantes de las ruinas romanas de Baelo Claudia en Bolonia (Cádiz) no deja indiferente a nadie. ¿Dialoga con el paisaje o lo agrede?, ¿Arquitectura contemporánea o mamotreto? A lo primera parte de la pregunta responden quienes abrazan el proyecto auspiciado por la Consejería de Cultura y diseñado por el prestigioso arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra. A lo opuesto, se agarran ecologistas y algunos vecinos de esta pedanía de Tarifa que no asimilan el impacto visual de la edificación.

Con 105.000 visitas en 2004, el Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia es el centro cultural más visitado de la provincia de Cádiz. Su valor histórico y arqueológico es incalculable. Su ubicación, bucólica. En pleno parque natural del Estrecho, en una de las escasas franjas aún vírgenes del litoral andaluz: al oeste de la ensenada de Bolonia, que abriga una duna de arena fina y blanquecina, declarada monumento natural. Unos metros por encima de los restos del templo de Isis, el capitolio o el teatro romano, se levanta una estructura de hormigón de 120 metros de longitud, 20 de anchura y 7 de altura máxima. Todo el que visita la zona pregunta qué es eso.

Ese bloque monolítico, de unos 2.000 metros cuadrados, acogerá en breve el centro de recepción de Baelo Claudia. Nadie duda de su necesidad imperiosa para dignificar esta visita arqueológica. En su interior, un museo, exposiciones, salas de proyecciones y de conferencias permitirán al visitante comprender mucho mejor este asentamiento romano. Con todo, su ubicación y dimensiones son cuestionadas por colectivos ecologistas y ciudadanos que se han manifestado en dos ocasiones en la zona. "Es un auténtico mamotreto que causa un impacto visual enorme en una zona natural exquisita", lamenta Juan Clavero, de Ecologistas en Acción.

A estas críticas, responden el Director General de Bienes Culturales de la Junta, Jesús Romero, y el director del complejo, Ángel Muñoz, quien afirma sin dudar: "Estéticamente es una construcción acertadísima".

Apostilla estos argumentos el arquitecto Vázquez Consuegra. Se define como el primer ecologista y pide "respeto y paciencia ante los juicios apresurados". Lo primero por un trabajo profesional de casi una década de planificación. Y paciencia y "sensatez" hasta que esté completamente terminado.

"Sólo cuando concluya, se podrá emitir un juicio de calidad. Mientras tanto, los análisis son erróneos porque se evalúa una estructura inacabada", explica el arquitecto, quien se muestra "convencido" de que los detractores cambiarán cuando lo vean terminado, con la fachada recubierta de piedra arenisca y abundante vegetación: "Enriquecerá el valor patrimonial del conjunto y afianzará la idea de que el paisaje es la suma de la huella de los siglos", concluye Vázquez Consuegra.