"Deja el talante y ponte aquí delante"
Las consignas de la manifestación se dirigieron en su mayoría contra Zapatero y ensalzaron a España y su bandera
Un centenar de personas portaba una bandera de España del tamaño de un campo de squash, en medio de la manifestación. Debajo de ella un batallón de niños jugaba a andar en la sombra. De repente, un señor de los que portaba la bandera, endureció el gesto y gritó: "España, entera, y sólo una bandera". En un momento la treintena de personas que caminaban junto a él hicieron coro: "España, entera, y sólo una bandera".
La manifestación que ayer congregó en Madrid a 240.000 personas fue una colección de banderas de España. Hubo banderas enormes y banderas diminutas en forma de lazo que adornaban las camisas. Eso sí, sin el escudo preconstitucional, pero con el toro de Osborne. Una mujer hasta sacó a pasear a su perro salchicha a la hora de la manifestación con el collar de la bandera de España.
A las 5.15, casi una hora antes de que empezara la manifestación, en la confluencia entre las calles López de Hoyos y Príncipe de Vergara, ya se reunían miles de personas. El sol castigaba de plano y los pocos que podían buscaban la sombra. Y ya había espabilados que vendían botes de cerveza a dos euros la lata. La muchedumbre era tanta que la marcha tardó en avanzar casi una hora.
Dentro de la multitud había de todo: desde jóvenes de las Juventudes del PP, muchas personas mayores coreando con entusiasmo cualquier eslogan, familias con niños, e incluso grupos de ultraderecha con chicos engominados de polo azul marino y cuello rematado con la bandera española. A éstos pertenecieron las consignas más duras: "Otegi, cabrón, vete al paredón"; "Otegi, capullo, tu sitio está en el trullo" e "Ibarretxe, escabeche".
Aunque, en materia de consignas y lemas, el que estuvo en boca de todos, en casi todas las pancartas, casi ininterrumpidamente, fue el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos de los asistentes le exigieron que dimitiera: "ZP, lárgate". También le tacharon de mentiroso ("Zapatero, embustero"), o le exigieron que se olvidara de una de sus actitudes más comentadas: "Deja el talante, y ponte aquí delante".
Otro de los insistentemente nombrados fue el comisionado del Gobierno para las víctimas del terrorismo, Gregorio Peces Barba, al que también pidieron que dimitiera de su cargo. Algunos como un señor mayor, dieron rienda suelta a su ingenio y no dejaron de referirse a él como "el pez gordo".
Al término de la manifestación, los participantes paseaban exultantes por las calles aledañas. Algunos alzaban ambos brazos de alegría, y la mayoría no dejaba de preguntarse cuántos habían sido. "En una radio dicen que hemos estado más de 600.000. Es alucinante", decía un chico joven vestido con la camiseta de la selección española.
Un joven del PP, también con la sonrisa en la boca y con la cara roja de alegría o del sol que le había dado toda la tarde, comentaba al término de la marcha las razones del, a su juicio, éxito de la convocatoria: "Hemos sido muchos. Pero es que era muy fácil sacar a la gente. La gente tenía ganas de salir a protestar en contra de la negociación con ETA".
Quince minutos después de terminar la manifestación, mientras los camiones del servicio de limpieza urgente del ayuntamiento de Madrid barrían el recorrido de la marcha, aún se escuchaban por algunas calles los gritos: "Es-pa-ña, Es-pa-ña"; "España, unida, jamás será vencida". Aunque un paseante no supo si los gritos pertenecían a la manifestación o eran exclamaciones de ánimo a la selección española, que en pocos minutos iba a empezar su partido de clasificación para el Mundial contra Lituania.
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