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Reportaje:64ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

El arte de vender o no vender libros

Alrededor de 250 autores firman ejemplares de sus libros en el caluroso ecuador de la feria

A las 11 se abrieron las puertas de la feria y los más tempraneros fueron familias completas. Las firmas, uno de los rituales inevitables, empezaban a las 12 y bastante antes de esa hora ya estaba el personal rondando las casetas en busca de la dedicatoria de su autor preferido. Aparte de la firma, el obsequio más agradecido ayer fue el de los abanicos, desde el sofisticado de Babelia al de Espasa, que anuncia sus libros de la feria. El calor apretó ayer, pero no arredró a nadie. En esta edición se han estrenado nuevas casetas, que son más amplias y llevan un falso techo para reducir el impacto del sol, aunque muchos escritores se quejan de que no son demasiado cómodas a la hora de firmar libros.

Los lunnis convivieron con el 'Quijote' y la defensa de los libros ecológicos
Seis autores intentaron entre risas convencer al público de que compraran sus libros

En Pabellón de los Encuentros Fundación Círculo de Lectores, la gente de Greenpeace presentó su campaña Libros amigos de los bosques, dirigida a editores y escritores para que apoyen el "uso sostenible de los bosques" y para que se impriman en un papel de menor impacto en medioambiente. La apoyan autores como Manuel Rivas, Álvaro Pombo, Javier Cervas o Soledad Puértolas. El Retiro se llenó de globos verdes.

Una hora y media después, en el mismo pabellón, el escritor francés Joseph Pérez presentó Los judíos en España, con el que la editorial Marcial Pons celebra los 100 títulos de su colección Historia.

Estuvieron con él el historiador y catedrático Ricardo García Cárcel, Jacobo Israel Garzón, presidente de la Comunidad Judía en España, y el ex director del Instituto Cervantes Jon Juaristi. El libro de Pérez "presenta una beligerancia discreta y suave contra diversos mitos como la inflación del sefardismo como unidad cultural o la exaltación de la edad de oro de los judíos", afirmó García Cárcel.

Hubo actos para todos los gustos y públicos en la feria. En el pabellón infantil, este año en el centro del recinto, lleno a rebosar, hubo cuentacuentos, talleres y muchos libros; en el de la Universidades Públicas de Madrid, se celebró una representación dramatizada del Quijote a cargo de la compaía Finikito de Alacalá de Henares y el grupo La Charanga, de la Complutense, representó escenas de El retablo de las maravillas; en el de RTVE, los Lunnis.

Pero las risas se concentraron en el Martín Gaite, donde seis autores de Alfaguara, moderados, incitados, embromados y jaleados por Juanjo de la Iglesia, se vieron en la difícil papeleta de convcencer a los asistentes de que compraran y leyeran sus libros.

Empezó más o menos en serio, pero a medida que se sucedían las intervenciones, más parecía el porgrama de televisión Caiga quien caiga que una presentación de libros al uso.

De la Iglesia, de entrada, dividió a los escritores en el equipo peruano (Jorge Eduardo Benavides, Fernando Iwasaki y Santiago Roncagliolo) y el equipo local (Luisgé Martín, Fernando Royuela y Rodrigo Muñoz Avia), aunque en desmadre quedó claro que todos estaban del mismo bando.

La cosa fue más o menos así. Benavides (La noche de Morgana) explicó que se había preparado una lista de las personas que no le leían, entre las que se encuentra su propia hermana. "¿Me tengo que leer todo esto?", contó que le dijo en su última visita a Lima. La solución fue fácil: "Tú me invitas a un whisky y yo te cuento la novela".

Royuela tranquilizó a los presuntos lectores. Su novela, Violeta en el cielo con diamantes, va, dijo, de fantasmas y laberintos. "Pero ustedes no se preocupen, la compran pero no hace falta que la lean". Dejó al personal pasmado con su "teoría del sexto grado", que se supone es la distancia que hay entre una persona y otra del planeta. O sea, se trata de organizar una especie de cadena para que su libro circule de mano en mano y llegue a Paul McCartney, su ídolo, ya que el libro es un homenaje a los Beatles. "El precio de salida es de 15 euros", afirmó Royuela.

Iwasaki recomendó la lectura y compra de su novela, Neguijón, como un buen remedio antes de ir al dentista, "porque da una idea de las terapias que se utilizaban en el siglo XVII". Y también por otras razones: "Se puede leer además como una novela guarra y de aventuras, como un palimpsesto cervantino, y así uno se siente más intelectual, o como una burla de los templarios". A última hora, Iwasaki quiso cambiar de estrategia: "Compren mi libro y enviénselo a su dentista".

Roncagliolo dejó claro que Pudor "no se lee como un palimpsesto, pero tiene sexo por todos lados, informal, en pareja, en situaciones límite, incluso para la tercera edad y seguro que a la gente le gusta más el sexo que ir al dentista". Luego, más serio: "Habla también de la soledad, de la familia y de la intimidad".

En la novela de Rodrigo Muñoz Avia, Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos, aparece un gato en la portada. Un niño se acercó a la caseta en que firmaba, contó entre risas, y le preguntó si tenía un libro del gato Garfield. "Puedo hacer poco por vender mi libro. Me fui a Alfaguara con el original en un sobre acolchado y me dijeron que para mensajería tenía que ir por otra puerta. Así lo hice y a partir de ahí la novela funcionó por sus propios medios".

Luisgé Martín se sacó de la manga una estadística: sólo el 4% de los que compran libros los leen. "Eso me hace pensar que los autores queremos que compren nuestros libros aunque no los lean". Pero, si a pesar de todo, leen Los amores confiados, "lo pasarán muy bien; serevirá de autoayuda a los desesperados de amor o a los que no saben que hacer con su vida". "Y si no quieren comprarlo, róbenlo, pero no en una librería pequeñita, que sea en una gran superficie".

Juanjo de la Iglesia cerró el acto: "Compren y lean el libro, y si no les gusta hoy quizá les gustará mañana, y si mañana tampoco, lo pasan y quizá llegue a McCartney, como quiere Royuela, o a Fraga Iribarne". Al final, un poco de cordura: "Leer es bueno, cuanto más se lee y más historias se cuentan mejor es uno".

De izquierda a derecha, Jorge E. Benavides, F. Iwasaki, Luisgé Martín, Juanjo de la Iglesia, Rodrigo Muñoz Avia, S. Roncagliolo y Fernando Royuela.
De izquierda a derecha, Jorge E. Benavides, F. Iwasaki, Luisgé Martín, Juanjo de la Iglesia, Rodrigo Muñoz Avia, S. Roncagliolo y Fernando Royuela.CRISTÓBAL MANUEL.

Luces y sombras

Bernardo Atxaga se reconoce tímido. Ayer estuvo firmando ejemplares de El hijo del acordeonista y contó que al principio lo pasó un poco mal. "Estás allí en la caseta, pasa la gente, te mira, pero me relajé al final". Ramiro Pinilla, uno de los más veteranos ayer en la feria, se lo pasó estupendamente y resistió el calor como un jabato.

Julio Llamazares, Elvira Lindo, Andrés Trapiello, Xavier Velasco, Carlos Castilla del Pino, Forges, Juan José Millás, Maruja Torres, Javier Tomeo fueron algunos de los numerosísimos autores que estuvieron firmando en el Retiro. Lo mejor, las cañas que se toman luego todos juntos.

César Vidal se hartó de dedicar ejemplares de El médico de Sefarad. Para evitar la solana, la gente disciplinadamente se colocó en la pequeña sombra del pabellón que estaba enfrente y la cola llegó a darle la vuelta. Antonio Gala, uno los más firmones, tampoco se pudo quejar, lo mismo que otro habitual de la feria, Francisco Ibáñez, el creador de Mortadelo.

Este año, con gran pesar de los organizadores, Ibáñez no ha podido disfrutar de la pequeña jaima que le instalaban para él solo. Se lo explicó en una carta, Purificación Prieto, la presidenta de la Feria de Madrid. "En la presente edición y debido a razones que te son ajenas , no va a ser posible que la Feria faciilite este espacio. Ediciones B, tu empresa editora, se empeña en estos días en una campaña con su colección Byblos, que vulnera la vigente Ley del Libro y pone en peligro el funcionamiento del comercio del libro en España, que como sabes se rige por el precio fijo del libro", afirma Prieto.

Éste es uno de los muchos temas que preocupan a los libreros. Los responsables de esta colección de bolsillo de Ediciones B han decidido vender, desde el 20 de mayo hasta el 31 de agosto, todos sus libros a cinco euros "independientemente del segmento de precio, seis distintos en la colección", según los libreros, lo que "vulnera el precio fijo".

Por la compra de tres libros de Byblos, denuncian los libreros, se regala uno a elegir: la última novela de Patricia Cornwell, la última de John Grisham y un libro inédito de la serie de Mortadelo de Francisco Ibáñez.

Hay preocupación por el futuro de las librerías, aunque estos días los libreros han tenido una pequeña satisfacción: después de perseguirla durante casi un año, por fin les recibirá la ministra de Cultura.

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