Una retrospectiva de Gabriel Cualladó destaca el realismo de sus imágenes
El IVAM participa en PHotoEspaña con una exposición en la Fundación Astroc
La fotografía de Gabriel Cualladó (Massanassa, Valencia, 1925-Madrid, 2003) significa "un cambio de lenguaje", según José Vicente Monzó, conservador de fotografía del Instituto Valenciano de Arte Moderno, de Valencia. El IVAM se incorpora al programa de PHotoEspaña 2005 con una retrospectiva de 96 obras de Cualladó, procedentes de los fondos del museo, que recorren un realismo humano y cotidiano desde los años cincuenta. La exposición se inauguró ayer en la Fundación Astroc, de Madrid (paseo de la Castellana, 56 bis, hasta el 23 de octubre).
Cualladó se incorporó a las colecciones del museo desde sus comienzos en 1985, junto con un fondo del escultor Julio González. Para José Vicente Monzó, los dos artistas aportan "un cambio de lenguaje", con el vacío y el ensamblaje en la escultura y las tomas consideradas "intrascendentes". "A Cua-lladó no le importaba el 'momento decisivo' sino cualquier momento, como ocurre en la obra de Robert Frank. Trata lo más cercano, lo aparentemente sencillo, como sus amigos, sus hijos, los compañeros de trabajo en la empresa de transportes, con una carga estética y documental".
La retrospectiva coincidió ayer con el segundo aniversario de su muerte y para este homenaje del IVAM se han seleccionado las mejores imágenes entre su legado de 660 obras, de las que 488 son de Cualladó. El montaje se ofrece en la sede de la Fundación Astroc en Madrid (www.fundacionastroc.org), que ha establecido un convenio cultural para exponer los fondos fotográficos del centro valenciano. Con anterioridad se han presentado muestras sobre la experimentación y el retrato, que a su vez viajan a otras ciudades del extranjero, como Oporto, Berlín, Bruselas y Nueva York, que recibirá la obra de Cualladó.
La historia de la fotografía, a través de 412 piezas, ocupa actualmente una de las exposiciones de la sede del centro desde el pasado viernes, en la que Cualladó figura en el apartado de documentalismo y la fotografía humanista, junto a Walker Evans, Paul Strand, Álvarez Bravo y Robert Frank.
En la muestra de Madrid se ha reunido la trayectoria de Cualladó desde los años cincuenta a los noventa, una visión en blanco y negro de las series más conocidas, como retratos de su familia, las gentes de Asturias, el Rastro madrileño, la Cervecería Alemana, La Albufera, París, el proyecto Imagina, la feria de Arco y el Museo Thyssen. Sus hijos testimoniaron ayer "la emoción y la poesía" que contienen sus fotografías. "Cualladó seguirá siempre vivo", afirmó Monzó ante las copias de época. "Cualladó no era partidario de los grandes formatos. Decía que la magia de la fotografía no estaba en su tamaño sino en la intensidad". Monzó señala que Cualladó, y los compañeros de la Asociación Fotográfica Almeriense, estaba en contra de los neorrealistas. "No le interesaba la miseria sino el valor de las personas, trascender el documento. Procuraba sacar a la gente de una manera positiva, aunque documenta la España de aquella época en medio de la censura. La magia aparece en estas imágenes, que realizaba con pocas tomas, por ser muy educado con las personas. Es como una recuperación de la memoria histórica".
Consuelo Císcar, directora del IVAM y comisaria de la exposición, comparó la descomposición de la realidad en las tomas de Cualladó con lo que realiza Picasso en Las señoritas de Avignon o relativiza el mundo "como lo hizo la física de Einstein". En su opinión, los registros documentales del fotógrafo han alcanzado "gran calidad, profundos contenidos y aguda expresión". "Su intuición para adivinar el momento más elocuente y su habilidad para el contraste y los encuadres son admirables, como lo son la ternura y compasión que traslucen sus imágenes".
Císcar también publica en el catálogo un ensayo sobre la realidad en Cualladó, junto a otros textos de Francisco Calvo Serraller, Antonio Muñoz Molina y José Vicente Monzó.
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