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"Los turistas son unos invasores que pagan", afirma Yves Michaud

El filósofo francés dirige el encuentro sobre turismo cultural que se celebra en Barcelona

"Los turistas son un tipo de invasores pacíficos que además pagan y cuya presencia nos obliga a reflexionar sobre nuestra propia cultura y sobre cuáles son las cosas que queremos mostrarles", afirma el filósofo francés Yves Michaud, que dirige el encuentro Nuevas políticas para el turismo cultural, que comienza hoy en La Pedrera de Barcelona, organizado por la Fundación Caixa Catalunya, con la presencia de intelectuales como Manuel Castells, Dean MacCannell, Serge Guibaut, Vicent Todolí, Claude Forteau y Anna Tilroe, entre otros. El objetivo es analizar cómo puede combinarse la preservación del patrimonio y el turismo masivo.

"¿Qué pasaría si mañana le dijeran que ya no puede viajar nunca más porque se tiene que acabar con la contaminación de la cultura y del medio ambiente?". Lo pregunta Yves Michaud a la audiencia que le escucha en una sala del edificio de La Pedrera desde la que son visibles algunos del millón y medio de turistas que visitan cada año el edificio de Gaudí ajenos al problema que su mera presencia provoca entre los gestores de este y otros centros. La pregunta queda sin respuesta, pero el filósofo francés, ex director de la Escuela de Bellas Artes de París, sabe que sería una catástrofe. "No se puede decir que el turismo es bueno o malo, es una realidad imparable con la que tenemos que convivir y aprender a gestionar, porque hay diferentes respuestas posibles. Nos presiona y afecta también a nuestra identidad cultural. Por eso hay que abordarlo desde una perspectiva global, porque no es sólo una cuestión cultural, económica, política o de gestión museística, sino la suma de todo ello", afirma.

"Ahora hemos llegado ya a los 700 millones de desplazamientos turísticos en el mundo y con la globalización estas cifras crecerán de forma exponencial. Ya se calcula que la clase media de la India puede reunir a unos 250 millones de personas que están preparadas para hacer turismo, y de hecho han empezado ya en el sudeste asiático, y en China está pasando igual. Estos días, Claude Forteau, consultora del Louvre, explicará que el museo ha firmado ya acuerdos con las autoridades chinas y de momento se prevé este año la visita de unos 300.000 turistas chinos al museo". Europa, advierte Michaud, tendrá cada vez más competencia en este sector y necesitará diversificar su oferta para atraer a estos turistas que, pese a todo, están en la base de su economía.

Lo que no valen son, a su juicio, los prejuicios elitistas. "Pensamos que el turista siempre es el otro, pero no es así. Puedes ser un turista muy cultivado cuando vas a visitar iglesias románicas pero en cuanto estás en un país del que desconoces la lengua y la cultura te conviertes en un turista inculto o incluso depredador. Cuando asisto a congresos de filosofía me quedo helado al ver qué es lo que mis colegas visitan y compran en las tiendas de souvenirs. Hay que tener cuidado con esto porque no hay turistas buenos y malos. Todos podemos ser malos en algún momento. Salvo los estetas riquísimos, que aún los hay. Pero esta actitud hipercrítica de los intelectuales ante el turismo me parece escandalosamente elitista y feudal".

Libertad

Lo único que puede parar, a su juicio, este fenómeno es el terrorismo y las enfermedades contagiosas. "Todas las catástrofes provocan bajadas, pero rápidamente hay una remontada. Ahora ya vuelve a haber turismo en la zona del tsunami", afirma Michaud, para quien hay una relación directa entre turismo y libertad. "El poder se desplazar libremente es una de las demandas del hombre, un derecho, y de hecho todos los países autoritarios lo primero que hacen es prohibir los desplazamientos". Tampoco ve contradicción entre turismo e inmigración ya que, afirma, el inmigrante acaba convertido en turista tanto en su país de origen como en el que le recibe. "El turismo nunca es puro, nunca nada es únicamente turístico".

En su opinión, lo que se precisa es diversificar la oferta. "Francia ya lo ha hecho y creo que en España aún no se ha iniciado este camino. Los turistas quieren cosas siempre diferentes de los otros turistas. De lo que se trata es de que no se convierta todo en un gran parque de atracciones porque existe la dialéctica entre la oferta de identidad cultural de un país y la demanda de clichés culturales que pide el turista. Se trata de saber gobernar de manera inteligente esta dialéctica. Las opciones son variadas. Lo ideal es tener muchas ofertas diversas, hay que negociar".

Para Michaud, es muy diferente la oferta cultural para el turista y para los locales: "Al turista se le ofrece una cultura precocinada, pero el verdadero intercambio cultural queda fuera porque, en realidad, no le interesan los debates provincianos y endogámicos de la cultura interna, lo cual es lógico", indica al tiempo que alerta del peligro real de crear "identidades culturales falsas" pensadas para los turistas. Respecto al patrimonio, considera válidas todas las opciones, desde la réplica a la limitación de entradas pasando por el cierre total. "Se trata de encontrar estrategias para diversificar, organizar itinerarios variados y sobre todo darlos a conocer, porque ahora la información es básica ya que con Internet se está acabando lo de los paquetes cerrados y ahora el turista customiza su viaje".

El filósofo Yves Michaud, en Barcelona.
El filósofo Yves Michaud, en Barcelona.CONSUELO BAUTISTA

Los arquitectos analizan la costa

La II Bienal Internacional de Arquitectura de Rotterdam (www.biennalerotterdam.nl) se inaugura hoy con el tema del agua como eje central de las exposiciones que podrán verse hasta el 26 de junio. Y, hablando de agua, una de las cuestiones a debate es la situación de la costa, cada vez más ocupada no sólo por turistas, sino también por ricos y jubilados de los países occidentales que la convierten en su residencia permanente.

En el marco de este apartado, titulado Mare Nostrum Project, el director de la bienal, George Brugmans, ha invitado a cinco equipos de países mediterráneos (Italia, Croacia, España, Turquía y Líbano) y a otros 11 de lugares tan dispares como Suráfrica o Canadá. El comisario de la presencia española es Manuel Gausa, que ha coordinado a un amplio equipo de artistas y arquitectos con los que presenta la exposición España, hacia una costa inteligente, en la que plantea una visión de todo el arco mediterráneo como una gran playa urbana.

"Nuestra hipótesis de partida es que ahora lo que necesitamos en España es reinventar el fenómeno", indica Gausa. "Pensamos que la empresa turística necesita I+D y por eso hemos propuesto a diferentes equipos que analizaran situaciones de manera no sólo crítica, sino también positiva". Los casos que se analizan son el eje Madrid-Valencia (planteando qué puede pasar cuando el AVE convierta esta zona de la costa en la playa de Madrid), Canarias, Torremolinos, el eje Salou-Tarragona-Reus y Benidorm.

"Lo que hemos visto es que las altas concentraciones urbanas son las más interesantes porque evitan la dispersión sin control en toda la costa", indica Silvia Banchini, codirectora del proyecto junto a Luis Falcón y Gausa. "De lo que se trata es de que haya una mejor organización logística y que la oferta urbana se complemente con otros itinerarios más temporales que no gasten territorio", afirma Falcón, para quien las propuestas no se basan tanto en tipologías arquitectónicas como en organizar el territorio.

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