Los principales grupos suníes se unen para participar en la transición política de Irak
La nueva coalición condena el terrorismo y pone fin a la estrategia de boicoteo al Gobierno
"El país necesita la participación de los suníes". La frase de Adnán al Duleimi, el custodio de los bienes religiosos suníes de Irak, resumía el motivo que el pasado sábado congregó en Bagdad a varios centenares de dirigentes de la comunidad árabe suní. Tras dos años de boicoteo al proceso político, y varios intentos fallidos de coordinarse, los principales grupos que la representan han decidido formar una coalición para colaborar en la escritura de la nueva Constitución y concurrir a las próximas elecciones, previstas para finales de año.
La convocatoria, que supone un importante cambio de estrategia, contó con el respaldo de la influyente Asociación de Ulemas, la Organización Caritativa de Donaciones y el Partido Islámico Iraquí. El boicoteo propugnado por estos grupos en las elecciones legislativas del pasado enero se ha traducido en su marginación de la vida política frente al vertiginoso ascenso de la mayoría chií desde la derrota de Sadam Husein. Sólo 17 de los 275 diputados de la Asamblea Nacional pertenecen a la comunidad árabe suní, que, sin embargo, constituye cerca del 20% de la población iraquí.
"Las últimas elecciones supusieron un giro para la representación política de los suníes", constató desde la tribuna de oradores Al Duleimi, uno de los impulsores de la reunión. "Creemos que es el momento de dar pasos para salvar la identidad de Irak, su unidad y su independencia. Irak es para todos, no un país sectario", añadió ante un auditorio en el que se mezclaban jefes tribales y clérigos suníes, pero al que también asistieron, entre otros, un representante de los Demócratas Independientes de Adnán Pachachi y otro de la ASRII, el principal grupo chií.
Esta autoexclusión política se ha agravado con la designación de la comisión parlamentaria encargada de redactar la nueva Constitución. De sus 55 miembros, sólo dos son suníes, extremo que preocupa tanto al Gobierno (básicamente una alianza entre árabes chiíes y kurdos) como a Estados Unidos, su mentor. La desafección suní alienta la insurgencia, cuyas acciones se han cobrado 550 vidas en las últimas tres semanas. Aunque nadie espera el fin inmediato de la violencia (que tiene también actores extranjeros), involucrar a los suníes frenaría el riesgo de conflicto civil que se ha renovado con los recientes asesinatos de miembros de esa comunidad, incluidos varios clérigos.
"Todavía estamos intentando incluir a más suníes en la comisión constitucional y vamos a lograrlo", aseguró el viernes el ministro iraquí de Exteriores, Hosyar Zebari, ante el Foro Económico Mundial, reunido en Jordania. "Queremos su participación real, no cosmética, porque esta Constitución no es sólo para esta generación, sino también para las futuras", insistió Zebari, que es kurdo suní. En su opinión, "si todos los iraquíes no están plenamente representados, continuará la inestabilidad".
Para ello, el Gobierno iraquí estudia dos posibilidades: ampliar la comisión con otros diez miembros de fuera de la Asamblea o incluirles en los comités que van a elaborar los diferentes capítulos de la Constitución. La mayoría de los suníes prefieren la primera opción y sus líderes ya han recibido la petición de una lista de potenciales candidatos. Consensuarlos constituirá una primera prueba de la solidez del nuevo bloque.
Y es que el campo suní, como el chií, no es homogéneo. Para empezar, el Consejo para el Diálogo Nacional, que lideró las fallidas negociaciones con los chiíes para formar el Gabinete, no estuvo presente en la reunión del sábado. A diferencia de la rama chií del islam, los suníes carecen de un líder religioso común, como pueda ser el ayatolá Alí Sistaní.
Mientras los ulemas han reemprendido estos días los contactos con el grupo de Múqtada al Sáder (un clérigo chií contrario a EE UU), Pachachi (cuyo partido aboga por la laicidad) se ha reunido recientemente con el ex primer ministro Ayad Alaui (un chií también laico) para unir fuerzas frente a los partidos religiosos chiíes en las próximas elecciones.
De momento, la declaración de intenciones salida de la conferencia del sábado supone algunos avances. Los firmantes se comprometen a liberar Irak de las fuerzas extranjeras "por todos los medios legales". Además, condenan "los actos terroristas que se dirigen contra civiles, sea cual sea la causa", aunque insisten en que la "resistencia a la ocupación es un derecho legítimo". Hasta ahora, la Asociación de Ulemas exigía la salida de las tropas para participar en las elecciones.
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