El calzado pierde 7.300 empleos y 177 empresas en cuatro años
La producción bajó un 13% y las importaciones subieron un 44%
El sector del calzado ha perdido 7.300 puestos de trabajo en los últimos cuatro años y 177 empresas han cerrado sus puertas. La producción descendió un 13% en 2004, mientras que las importaciones crecieron en un 44%. Aún así, el saldo de la balanza comercial es positivo, ya que aunque se exportan menos zapatos, el precio por par se ha incrementado y los zapatos que entran a España son más baratos.
Los afectados no ven un futuro muy claro y consideran que la crisis tendrá costes
Son los últimos datos oficiales que ha facilitado la Federación de Industrias del Calzado Español, (FICE), que se refieren al periodo 2000-2004. La crisis del sector calzado afecta de manera desigual a las empresas y las cifras reales son muy difíciles de cuantificar, debido a la economía sumergida, que en el caso de la producción en Elche representa un 50% de lo que se factura.
El 65% del sector calzado español se concentra en la Comunidad Valenciana, la mitad en Elche, el resto entre Elda, Petrer y Villena. En estas poblaciones, el sector se encuentra en una difícil situación debido a la crisis estructural que afecta de manera desigual a las empresas pero preocupa a todos.
En septiembre, se produjeron en Elche unos altercados importantes protagonizados por trabajadores y empresarios locales que se manifestaron contra las empresas de origen chino que se han asentado en la zona en los últimos años.
Llegaron a quemar dos naves de empresas asiáticas y se han detenido ya a más de 40 personas por estos hechos. Debido a esta situación se creó un Observatorio del Calzado que trata de estudiar con la ayuda de la Administración, la patronal y los sindicatos, la fórmula para salir del problema. Sin embargo, mientras esto ocurre, las empresas siguen inmersas en un mercado a la baja y cada una con estrategias individuales intenta superar el bache como puede.
Jaime es el propietario de una pequeña empresa de calzado ilicitana. En estos momentos tiene cuatro trabajadores, a los que se suma él mismo junto con su mujer, que ocupan un puesto más en la cadena de producción. Ninguno está dado de alta en la Seguridad Social. "En otros momentos he llegado a tener hasta 10 trabajadores y todos con sus contratos, pero ahora, sobre todo en el último año, no puedo soportar el gasto que supondría pagar a la Seguridad Social por los trabajadores que tengo. Si lo hiciera tendría que cerrar y sería peor para todos". Jaime prevé que este año tendrá pedidos para fabricar unos 40.000 pares de zapatos. "Si tuviera toda la empresa legal necesitaría 90.000 euros para pagar los gastos generales, no me salen las cuentas, tendría que fabricar 200.000 pares".
Otro caso distinto es el de Gallamar, otra empresa de calzado ilicitana, que está fabricando 100.000 pares de zapatos al año y todos sus trabajadores están dados de alta en la Seguridad Social. "Hace tres años producíamos el doble de pares, ahora la demanda ha bajado y hemos tenido que adoptar nuevas estrategias" asegura Nicole Gallardo, directora de mercadotecnia de Gallamar, quien añade: "Hemos dejado de fabricar sintético, antes era el 70% de la producción, y ahora nos hemos centrado en ofrecer un zapato de diseño y alta calidad. Nuestros precios han subido, pero también hemos mejorado el producto y la marca de forma considerable y la empresa ha potenciado el servicio al cliente y la atención inmediata e individualizada. Le hemos incorporado al zapato valor añadido para poder ser competitivos".
Las grandes empresas, como Pikolinos, que produce un millón y medio de pares de zapatos al año, tampoco se salvan de la crisis. Francisco Oliver, director general de la firma, asegura que "la crisis no nos afecta de manera directa porque nuestro zapato no es el que entra en competencia con los que fabrican los países con mano de obra barata; sin embargo, la entrada en España de este tipo de calzado incrementa la oferta y se puede producir un cambio en los hábitos del consumidor que tiene más donde elegir". Este ejecutivo explica que su empresa "apuesta por dar un valor diferenciador, una marca reconocida, calidad, diseño e innovación".
Para Francisco Oliver, la crisis no es sólo del sector calzado, sino en general del sector industrial y "afecta también al juguete o a la cerámica". En todos los casos, los más castigados son las pequeñas empresas y el sector auxiliar". Para los sindicatos, los empresarios han gestionado mal sus negocios y no han sabido aprovechar los ciclos económicos de bonanza. José Torregrosa, secretario comarcal de la Federación del Textil-Piel de CC OO, explica que "no se prepararon para afrontar el reto de la competencia y les ha pillado a contrapié. Tenían que haber invertido los beneficios de entonces en tecnología, en modernizar las fábricas, en diseño, en calidad". Lo sindicatos también culpan a la Administración autonómica porque según Torregrosa "no ha habido una política industrial en la última década". Todos los afectados coinciden en no ver un futuro muy claro y consideran que la crisis del calzado tendrá costes, lo que intentan es que el impacto sea el menor posible.
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