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El nuevo presidente de Ecuador busca el reconocimiento internacional

El Gobierno tecnócrata de Alfredo Palacio logra calmar el país

Dos semanas después del derrocamiento del ex presidente Lucio Gutiérrez, Ecuador parece regresar a la calma y a trazar un nuevo rumbo político. Su sucesor, Alfredo Palacio, ha cambiado el discurso que tanto dividió a la sociedad, dejó maltrecha a la clase política y colocó al país al borde del enfrentamiento. Palacio ha anunciado medidas para "refundar el Ecuador del siglo XXI", su meta para el año y ocho meses que le restan de presidencia.

Desde que asumió la presidencia, el 20 de abril, Palacio se enfrenta a dos problemas: recuperar la confianza de la sociedad ecuatoriana y conseguir el reconocimiento exterior. Para lograr esto último no ha dejado de insistir en que su Gobierno afrontará la deuda externa y todos los compromisos firmados. En el frente interno promete una urgente redistribución presupuestaria para invertir recursos en cuatro áreas: salud, educación, protección social y reactivación productiva, muy descuidadas por el régimen anterior.

Su entrevista con la embajadora de Estados Unidos en Quito, Kristie Kenney, le ha supuesto, de hecho, el primer aval internacional de su mandato. También logró de alguna manera el de la UE, que reiteró sus buenas relaciones con Ecuador. Ahora espera el de la Organización de Estados Americanos (OEA). Una misión de este organismo panamericano visitó la semana pasada la capital ecuatoriana para analizar in situ lo ocurrido y determinar si el derrocamiento de Lucio Gutiérrez se ajustaba o no a derecho.

La delegación, invitada por el Gobierno, viajó apoyada en una resolución de la OEA que instaba a "todos los sectores políticos, sociales y económicos [de Ecuador] a que, mediante el diálogo y la participación constructiva, fortalezcan la gobernabilidad y aseguren el pleno respeto del orden democrático". Presididos por el secretario interino, Luigi Einaudi (antes de la elección del chileno José Miguel Insulza), se reunieron con funcionarios del nuevo Gobierno, seguidores del régimen depuesto, congresistas varios, políticos, indígenas y miembros de la llamada sociedad civil.

En espera de la OEA

Aunque los delegados no han querido anticipar sus conclusiones, que en breve analizará el plenario de la OEA en Washington, existen algunas pistas. Uno de los delegados, el peruano Alberto Borea, hostil al cambio de presidente, destacó que Ecuador se encontraba en orden, y el venezolano Rafael Valero fue más lejos al declarar que lo sucedido hace dos semanas era "una lección".

Pero ese orden aparente es frágil. Muchos de los que participaron en la caída de Gutiérrez mantienen su lema de "que se vayan todos", refiriéndose a la clase política, exigen unas elecciones anticipadas, la formación de una Asamblea Constituyente y la redacción de una nueva ley fundamental.

Mientras, Alfredo Palacio, cardiólogo y apolítico, trata de asentarse en el poder. En sus primeros nombramientos ministeriales ha escogido a ciudadanos no afiliados a partido político alguno, inclinándose por técnicos en sus respectivas ramas. El nuevo gobernante ha reiterado su respeto absoluto a la institucionalidad, única vía, según él, para fortalecer la democracia. Según esta filosofía, Ecuador respetará los acuerdos internacionales suscritos hasta la fecha; esa línea afecta también a la base de Manta, eje de la lucha regional de EE UU contra el narcotráfico. "Es un convenio vigente hasta el 2009 y será el Gobierno de esa época el que defina si lo prorroga o no", dijo.

Respecto a la relación bilateral con EE UU y a la negociación del Tratado de Libre Comercio, Palacio aseguró que Ecuador no puede cerrarse a estos procesos, pero que éstos deben buscar siempre el beneficio común. "Las naciones respetan a los que se hacen respetar", sentenció. En el mismo sentido, algo ambiguo, se pronunció sobre el Plan Colombia: es un proyecto en el que Ecuador no intervendrá, y si le pidiera el traslado de tropas o si necesitara movilizar efectivos militares hacia la frontera norte, se hará dentro de la frontera ecuatoriana.

Según el nuevo mandatario, su Gobierno respalda la aspiración de los ecuatorianos de que las próximas elecciones se lleven a cabo en democracia, una vez que esté constituido un Tribunal Supremo imparcial. Realizó un llamamiento para que se creen mesas de trabajo y asambleas regionales ("una nueva forma de democracia directa", afirmó), para buscar una fórmula para reconstituir el Estado del siglo XXI y, especialmente, la función judicial, que fue desbaratada por el régimen anterior. La idea es que se debatan a fondo los diferentes asuntos que demanda la sociedad civil, los cuales abarcan desde lo social y lo económico, incluido lo político.

Palacio quiere un acuerdo sobre las preguntas a formular de una posible consulta popular, que podría dar paso a una Asamblea Constituyente. De esta manera, Palacio descarta el anticipo de las elecciones, puesto que la ley establece claramente que el vicepresidente reemplace al mandatario destituido durante el periodo para el cual fue elegido.

En el transcurso de la semana, en las afueras de la presidencia y en las regiones de la costa y la Amazonia -de donde es nativo Gutiérrez-, volvieron a escucharse gritos aislados en apoyo del mandatario defenestrado. Al respecto, Palacio advirtió a los simpatizantes de Sociedad Patriótica (SP), el partido del ex presidente, de que si intentan alterar la paz, se aplicarán todas las disposiciones legales previstas en el Código Penal. "Ya tuvieron su turno para gobernar y a estas alturas no les queda otra cosa que respetar el derecho".

Alfredo Palacio.
Alfredo Palacio.

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