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Reportaje:

La acuicultura prepara el asalto final a las pescaderías

La cría y engorde de nuevas especies, como el lenguado, la corvina, el besugo o el pulpo, augura un mayor crecimiento del sector en España, aunque los ecologistas creen que el modelo es "insostenible"

Alejandro Bolaños

Hay lenguados que se siembran y atunes que se engordan. Rodaballos que comen pienso o doradas vacunadas. Peces, moluscos y crustáceos criados en cautividad de los que depende el 30% del suministro mundial. Son los frutos de la acuicultura, "la mejor forma de responder a la presión sobre la pesca tradicional", a juicio del nuevo comisario de Pesca de la UE, Joe Borg, que en enero repitió estas palabras en Andalucía y Galicia. Una afirmación a la que se apuntan empresarios y administraciones, pero que suscita división de opiniones en los científicos y graves reparos en los ecologistas.

España es el segundo productor de la acuicultura europea, tras Noruega, aunque muy lejos de las potencias asiáticas (China concentra el 70% de la oferta mundial) y americanas. La trucha y, sobre todo, el mejillón gallego alimentaron el despegue español. En la última década, se ha consolidado la cría de peces marinos con alto valor en el mercado: dorada, lubina y rodaballo. Los empresarios prevén que esa producción se doble en 10 años y que nuevas especies permitirán dar otro salto. "Pronto, pondrán en el mercado besugo, corvina, lenguado y pulpo", asegura Alberto López, director general de Estructuras Pesqueras del Ministerio de Agricultura, que prepara un plan estratégico sobre el sector.

El Gobierno ultima un plan estratégico para impulsar otro aumento de la producción
Los piensos se elaboran con peces que sí se capturan en el mar, destacan los críticos

Pero las especies por las que apuestan los acuicultores occidentales son carnívoras. Y eso las sitúa en el centro de las dudas expresadas por la FAO (agencia de alimentación de la ONU) en su último informe, de 2004: "¿Se detendrán los avances de la acuicultura por sus consecuencias para el medio ambiente?, ¿o eliminará el capital tecnológico de empresarios y científicos estos efectos perjudiciales?". Para los ecologistas, el punto débil de la cría de salmones, doradas o camarones, por citar algunas especies, es que depende de piensos elaborados con harinas y aceites de pescados de baja calidad que sí se capturan en el mar.

"Para lograr un kilo de salmón se necesitan cuatro kilos de harina de pescado", sostiene Sebastián Losada, responsable de pesca de Greenpeace. "Si se explotan las especies que están más abajo en la cadena trófica para hacer piensos, eso lo notan los depredadores salvajes", añade. Álex Aguilar, biólogo asesor de Oceana, tiene una opinión similar: "¿Haríamos ganadería con leones?, para lograr un kilo de león, ¿sacrificaríamos 10 kilos de cordero?".

La respuesta del mercado es clara: las especies más codiciadas son carnívoras. Los ecologistas abogan por "reconducir" los patrones de consumo. "Mejor que comerte el atún, es comerte la sardina, que tiene más ácidos grasos saludables", ejemplifica Aguilar. "La industria está incorporando en los piensos aceites y harinas de origen vegetal para que sea necesario menos pescado", replica Alberto López. "Hay capacidad para resolver los problemas poco a poco", mantiene Fernando González Laxe, director del Instituto de Estudios Marítimos de la Universidad de A Coruña, quiencoincide en que "las tasas de conversión" de la harina de pescado necesarias para la acuicultura "están mejorando".

La acuicultura intensiva se basa en concentrar miles de ejemplares en un espacio limitado. Prodemar, filial española de la multinacional Stolt Sea, tiene su mayor planta en Carnota (A Coruña), donde ocupa 150.000 metros cuadrados en un cabo de la Costa de la Muerte. Su director, Pablo García, señala el centenar de grandes tanques en los que se engorda el rodaballo. "A todo el mundo se le ha muerto alguna vez una granja entera de una enfermedad", dice. Aunque recurren a antibióticos para frenarlas, los acuicultores prefieren, siempre que pueden, bañar los alevines en vacuna.

"Aquí se quiere el pescado salvaje, cuando el consumidor no sabe qué ha comido ni de dónde sale; con la acuicultura se garantiza eso, frescura y estabilidad de precios", afirma Juan Espinosa, coordinador del Observatorio Español de la Acuicultura, creado por el Ministerio y el Consejo Superior de Investigaciones Cientificas (CSIC). "El desconocimiento es una debilidad de esta industria", coincide el director general de Prodemar, "no se sabe que hay tantas o más diferencias entre una lubina y un rodaballo, que entre una vaca y un cerdo". ¿Qué pasaría si se declarara una crisis alimentaria como la de las dioxinas en los pollos belgas o el mal de las vacas locas? Los acuicultores temen que ese "desconocimiento" multiplicaría los perjuicios sobre el sector, y actúan en consecuencia. "En España se hacen muchísimos controles y tenemos un procedimiento de crisis establecido", explica África Rosa, gerente de Cupimar, empresa con base en San Fernando (Cádiz) y una referencia europea en reproducción y engorde de dorada.

En enero, un informe publicado por la revista Science alertaba de la concentración de contaminantes hallada en el salmón de piscifactorías europeas. El informe, ignorado por organismos internacionales como la OMS, tuvo durante un par de meses un efecto colateral que tanto teme el sector: las ventas de los trucheros del País Vasco y Cantabria cayeron a la mitad. "Hay mares muy contaminados y los pescados que se capturan allí también lo están. En la acuicultura, esa contaminación puede llegar por los piensos", afirma Álex Aguilar. "En nuestros piensos somos exquisitos, exigimos al suministrador que garantice que el nivel de sustancias químicas esté muy por debajo de las recomendaciones de la Unión Europea", replica García. "Los piensos están muy controlados, y eso se puede decir de cualquier dorada que se cultive en Europa", recalca Rosa.

Para quienes creen que la ciencia y la tecnología solucionarán los desafíos medioambientales es un momento crítico, con varios países posicionándose en un mercado que sólo va a crecer: el consumo de dorada y lubina en España ha aumentado tanto (de 2.000 a 35.000 toneladas en 12 años) que casi la mitad depende de acuicultura de importación. Casi todo el salmón, el mejillón o los camarones son de crianza. En Islandia ensayan con el bacalao, en Chile, con la merluza. "Se quiera o no, la acuicultura se va a imponer, porque la pesca tradicional tendrá cada vez más problemas", asevera el coordinador del Observatorio.

Un empleado muestra un rodaballo criado en la planta de Carnota (A Coruña).
Un empleado muestra un rodaballo criado en la planta de Carnota (A Coruña).

400 millones y 15.000 empleos

Un acertado ordenamiento administrativo, la innovación empresarial y las rías gallegas propiciaron el milagro del mejillón. El conocimiento de unas pocas empresas, que han logrado sacar adelante la cría de peces planos, y un mar con una temperatura que se mantiene entre 12 y 18 grados todo el año han hecho de la gallega Costa de la Muerte un referente mundial en la producción de rodaballo. Las salinas de la bahía de Cádiz facilitaron el despegue de la cría de dorada y lubina, pero ahora son las jaulas, flotantes o sumergidas, cerca de la costa las que protagonizan nuevos proyectos en las costas catalanas, valencianas o canarias.

El desarrollo de la acuicultura depende de una combinación de condiciones naturales, regulación pública, iniciativa empresarial, investigación y acceso a financiación. Una combinación que, en determinadas especies, ha situado a España en una posición de privilegio: en mejillón, rodaballo, dorada y lubina está entre los líderes mundiales. En conjunto, el sector factura más de 400 millones de euros, engloba a 3.000 empresas y sostiene 15.000 puestos de trabajo, aunque las dos últimas cifras se deben mayoritariamente a los mejilloneros.

En peces marinos, hay dos multinacionales como Stolt Sea (de origen noruego) o Pescanova (española) que rivalizan en Galicia por construir las mayores plantas de rodaballos (ante las protestas ecologistas por la ocupación de la costa). Si Stolt Sea ha invertido 32 millones en las plantas de Carnota y Camariñas, Pescanova se gastará 50 millones en construir la suya e invierte también en Chile (salmón) y Cuba (langosta). Además, existen varias empresas españolas de tamaño medio y tradición en el sector como Cupimar (de capital balear y base en Cádiz), Conei (Cataluña), que impulsa varios proyectos de jaulas en el Mediterráneo, Grupo Fuentes (Murcia), especializada en el engorde de atún para exportar a Japón, Tinamenor (Cantabria) o Isidro de la Cal (Galicia).

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