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Reportaje:

Lingotes de oro por alimentos

La propuesta del Reino Unido de vender las reservas del FMI choca con la oposición de EE UU y del sector aurífero

Diez onzas de oro son suficientes para salvar una vida humana. Lo dice ActionAid International, organización humanitaria brítánica, mientras critica con dureza al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial por no ser capaces de alcanzar un acuerdo para empezar a vender las reservas del preciado metal que tiene el Fondo, y utilizar los fondos para aliviar la deuda de los países más pobres. Estados Unidos se opone a la propuesta que abandera con entusiasmo Reino Unido y que arriesga con quedarse en vía muerta.

El FMI cuenta en la actualidad con unas reservas de 3.217 toneladas de oro (103,4 millones de onzas). Su valor asciende a unos 45.000 millones de dólares (algo menos de 34.500 millones de euros). Es el equivalente al 10% de las reservas mundiales, lo que convierte al Fondo en el tercer mayor tenedor de lingotes tras EE UU y Alemania.

"Si se vendiera una décima parte, los fondos podrían utilizarse para invertir en servicios básicos, como la salud, y salvar un millón de vidas al año", dice Romilly Greenhill. Por eso pide al FMI que piense más "en el valor de las vidas de los que viven en la pobreza que en los lingotes que tienen en sus cofres".

La idea de que las reservas de oro del FMI perdieron sentido hace más de dos décadas, cuando se dejó de utilizar el preciado metal como patrón de cambio, y que éstas ahora podrían ser útiles para la causa del desarrollo se extiende. La venta de 16 millones de onzas permitiría cubrir hasta 7.000 millones de dólares de deuda de los países pobres. La deuda que estos países tienen con el organismo financiero asciende a unos 11.000 millones de dólares y equivale 15% de las reservas.

Ese oro, como explican desde el Institute for International Economics, podría utilizarse además para garantizar que estos países no vuelvan a caer en una deuda insostenible durante al menos una década por elementos que se escapan de su control, como un colapso en los precios de los bienes que exportan o de productos importados como el petróleo. De esta manera podrían destinar los fondos derivados de la venta del oro a inversiones en el sector de la salud, la educación e infraestructuras. Esto aseguraría a su vez una entrada de inversores extranjeros.

Desde el fondo aseguran que la iniciativa es posible, aunque algunos expertos subrayan que hay cuestiones técnicas que resolver para no perjudicar la posición de capital de la institución financiera. Pero el preciado metal crea rivalidades entre sus miembros. Y esta vez la pataleta llega del hermano mayor, EE UU, el principal contribuyente y con capacidad de veto.

La Administración que preside George Bush se opone frontalmente a que los lingotes que aportó para la fundación del Fondo se utilicen ahora para la causa del ejecutivo de Tony Blair, su principal aliado internacional. Washington teme que la medida venga acompañada de una caída brusca en el precio internacional del metal. El Congreso de EE UU apoya la posición de la Casa Blanca, porque califica la propuesta como "una apropiación indebida de bienes que fueron aportados por los donantes".

Canadá, que con EE UU y Sudáfrica es uno de los grandes productores de oro, respira igual que su vecino y socio comercial del norte. La Unión Europea apoyaba hasta ahora a Londres. Pero para que la iniciativa salga adelante necesita el apoyo del 85% de los 184 miembros del FMI. EE UU controla el 17% de los votos en el directorio del Fondo; suficientes para dejar la idea en la vía muerta.

Al enfrentamiento político, se suman las reservas de algunos bancos centrales. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), defiende que la "asistencia al desarrollo se financie con recursos presupuestarios en lugar de con activos monetarios". Es más, Trichet considera que si el FMI vende parte de sus reservas de oro, debería utilizarlas para reforzar su posición financiera, en lugar de para financiar a los país pobres.

Y, por supuesto, la propuesta cuenta con la fuerte oposición de las grandes compañías mineras. Pierre Lassonde, presidente del World Gold Council, no oculta su preocupación por la inestabilidad que podría crear en el mercado. "Realmente, es extremadamente improbable que se materialice esta idea a pesar del apoyo moral con el que cuenta", aventura Paul Walker, consultor en metales preciosos.

Reservas de oro del Bundesbank en Francfort.
Reservas de oro del Bundesbank en Francfort.EPA

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