'Com mai'
La maquinaria de la feliz anomalía de Sant Jordi, como la definió hace un tiempo un editor barcelonés, funcionó ayer a la perfección, más extensa si cabe que otros años por caer en sábado y por las celebraciones del Año del Libro y la Lectura en Barcelona y del cuarto centenario del Quijote. El ambiente, de euforia. Todos los actos y las calles del centro de Barcelona, transitados por ríos de gente durante todo el día. Buen tiempo, reparto desigual de colas de lectores y acumulación de retrasos en el ritual de la firma, pequeñas polémicas entre los escritores que consideran que el Día del Libro se ha convertido en una fiesta excesivamente mercantilista, los que se conforman con el ajetreo y los que se sienten en él como pez en el agua, recepciones oficiales, entregas de premios, cientos de puestos de libros y de venta de rosas...
'La velocidad de la luz', 'La sombra del viento' y todas las ediciones del 'Quijote' arrasan en castellano
Más de un millar de chavales se aglomeran pacíficamente en la plaza Reial para lograr la firma de 'Prohibit als pares'
'La pell i la princesa', 'Per un sac d'ossos' y 'La ciutat invisible', los libros más vendidos en catalán
Un espectáculo con tantos escenarios como participantes. Datos de las seis de la tarde proporcionados por 40 librerías de toda Cataluña, indicaban que los libros más vendidos fueron: en catalán La pell i la princesa, de Sebastià Alzamora (Destino), Per un sac d'ossos, de Lluís-Anton Baulenas (Planeta), y La ciutat invisible, de Emili Rosales (Proa), tres novelas con premio, y dos libros de personajes muy populares en los medios de comunicación catalanes: uno sobre cocina, Cuina x solters 2, de Ismael Prados, y otro de sexo, Prohibit als pares, de Josep Lobató (los dos de La Magrana). En castellano fueron La velocidad de la luz, de Javier Cercas (Tusquets), otra vez La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón (Planeta), y las diversas ediciones del Quijote. En cuanto a las traducciones, se vendieron mucho El gran engany, de Dan Brown (Empúries) y En el blanc, de Ken Follett (Edicions 62 / Grijalbo).
En las calles de Barcelona había ayer unos 200 autores firmando, desde un laureado con el Premio Nobel como José Saramago hasta los tres chavales que presentan Prohibit als pares en Radio Flaix Bac, la emisión sobre sexo que arrasa entre los adolescentes catalanes. Si la mayoría de autores se apostaban en las casetas de las librerías más grandes -Casa del Libro, FNAC, La Central, Laie, Catalònia...-, a los autores de este último libro los tuvieron que recluir en el vestíbulo de una discoteca de la plaza Reial por temor a aglomeraciones e incidentes. Tuvieron cola toda la mañana, controlada por cierto por tres guardias de seguridad contratados por la emisora. En cuatro horas firmaron más de 1.100 libros, casi todos a chicas.
La jornada había comenzado muy pronto, quizá por el miedo de muchos a los clásicos embotellamientos de mediodía. En el hotel Regina se celebró un desayuno al que acudieron un centenar de autores de lo más variado -de Gustavo Martín Garzo y Josep Piera a Lucrecia y Boris Izaguirre- y que acabó, como es habitual, con una foto de familia, aunque no todos los presentes acabaron posando. No lo hicieron Ferran Torrent, finalista del premio Planeta por La vida en el abismo (Planeta / Columna), ni Carme Riera, autora de La meitat de l'ànima (Proa / Alfaguara). Con otros escritores, ambos firmaron el año pasado un manifiesto que ponía en cuestión el actual modelo del Día del Libro. Torrent se tiró atrás. Carme Riera ha puesto condiciones para acudir este año a firmar: "Sólo firmar en librerías y hacerlo entre autores literarios. Se trata de reivindicar un espacio para la literatura", afirmó.Otros autores en lengua catalana han optado por no firmar como forma de protesta, como Gemma Lienas -que sí participó en la lectura del Quijote en catalán- y Jordi Coca, que recibió en su casa.
Se hinchó a firmar Javier Cercas, quien corría de caseta en caseta seguido por un periodista que escribía un reportaje sobre la jornada de firmas de un "autor de éxito", y Ruiz Zafón, a quien le llevaban ejemplares de La sombra del viento leídos por familias enteras para que los firmara. Matilde Asensi acumuló colas de miedo. Javier Marías fue acompañado toda la mañana por un fan que, para complacer al autor de Tu rostro mañana (Alfaguara), que no tenía donde tirar la ceniza de los cigarrillos que fuma sin parar, le fue a comprar ceniceros a El Corte Inglés. Josep M. Espinàs, Empar Moliner, Andreu Martín, Ignacio Vidal-Folch, Manuel Rivas, Jorge Edwards, Ignacio Martínez de Pisón y Bernardo Atxaga, entre otros, acudieron a la cita. El día de Sant Jordi libreros y editores venden el 10% de la facturación anual (más de 19 millones de euros en 2004).
Euforia, aglomeraciones, y un hecho que se confirma año tras año. La Rambla, epicentro histórico de la Diada, ha ido siendo ocupada poco a poco por los puestos de libros de segunda mano -Antonio Rabinad, escritor y librero de lance en el mercado de Sant Antoni, plantó allí sus mesas-, mientras que las casetas de las grandes librerías se sitúan, en su mayoría, por encima de la plaza de Catalunya, el paseo de Gràcia y la Rambla de Catalunya, y en el Portal de l'Àngel. Aquí, una carpa de la Comunidad de Castilla-La Mancha programó una lectura del Quijote. Los que se animaban a leer un párrafo se llevaban un ejemplar de la novela de Cervantes de regalo.
La Rambla del Raval, por su parte, se consolida como sede de actividades alternativas, informa Catalina Serra. De las tres ramblas, la del Raval era la que permitía un paseo más tranquilo. La fundación Tot Raval (www.toraval.org) convocó a 29 entitades del barrio con una oferta diferente a la que podía verse en el resto de la ciudad. La gran novedad era un puesto de intercambio de libros en el que el tráfico era constante. Gente de todas las edades llegaba con su bolsita de libros (se aceptaban un máximo de cinco) y en el acto podía cambiarlos por los que estaban expuestos o, si en aquel momento no había nada de su interés, le daban un vale que le permitía regresar más tarde para ver si había novedades más interesantes.
Es un día en el que se suceden las más diversas reivindicaciones, como las de un grupo de inmigrantes que recorría La Rambla al grito de "los inmigrantes también somos catalanes", informa Fermín Robles. También se ven situaciones extrañas: ¿Tres personas tan dispares como el escritor Suso de Toro, el historiador Paul Preston y el periodista Alfredo Urdaci en el mismo almuerzo convocado por una editorial? Una feliz anomalía.
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