"Ahora falta la normalización social"

Ha visto pasar 35 años de lucha. Armand de Fluviá (Barcelona, 1931) es reconocido por los activistas actuales como el pionero de los movimientos homosexuales en España.

Su primera acción fue en 1970. Entonces, las Cortes franquistas debatían la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que castigaba hasta con tres años de cárcel a los homosexuales. Para su sorpresa, todos los procuradores en las Cortes franquistas recibieron de una asociación francesa folletos que les informaban sobre lo que era la homosexualidad y los derechos de los gays.

Pero los remitentes no estaban tan lejos. Desde Barcelona, Armand de Fluviá y Francesc Francino (ya fallecido) prepararon los envíos. "Además, mandamos cartas personales a todos los obispos que eran procuradores [diputados] en Cortes. Éramos un tanto ingenuos, y pensábamos que la Iglesia sería sensible ante una aberración tan grande", dice Fluviá. Las cartas iban sin remite, para evitar represalias policiales.

El resultado fue que la ley "castigó la realización de más de un acto homosexual, y no el primer acto o el hecho de ser homosexual, como decía el anteproyecto", recuerda Fluviá.

Este veterano militante recibió en 2000 la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat. "Si no hubiera sido por el movimiento, no hubiéramos conseguido lo que se ha conseguido", dice refiriéndose al matrimonio. "Esto tiene que hacer reflexionar a las nuevas generaciones, que se lo han encontrado todo hecho. Pero queda un reto para el futuro: ahora hay que luchar por la normalización social, que la gente cambie el chip sobre la homosexualidad".