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EL NUEVO PAPA | Las finanzas de la Iglesia

Benedicto XVI se hace cargo de una Santa Sede en números rojos

Juan Pablo II mejoró las finanzas, pero 'agujeros' como Radio Vaticana lastran las cuentas

Fernando Gualdoni

Juan Pablo II arrojó algo de luz sobre las cuentas de la Santa Sede. Bajo su pontificado se puso orden a las cuentas, se publicaron por primera vez resultados económicos, se permitieron auditorías externas. El anterior Papa le dio la vuelta a casi una treintena de años de pérdidas de la Santa Sede y, durante ocho años, la Iglesia llegó a tener más recursos de los que gastaba. Sin embargo, en los últimos años, desde 2000, las cuentas de la Santa Sede volvieron a los números rojos, en especial por el lastre que supone el mantenimiento de servicios como Radio Vaticana.

A pesar de la "apertura contable" que impulsó Juan Pablo II, mucho es aún lo que se desconoce sobre las finanzas vaticanas y más sobre lo que se especula. Algunos analistas del mercado financiero calculan que la Iglesia se sienta sobre una fortuna de unos 1.000 millones de euros, entre sus inmuebles, sus inversiones financieras y las donaciones que recibe cada años de sus más de mil millones de fieles en todo el mundo. El patrimonio vaticano, no obstante, es incalculable si se tienen en cuenta las obras de arte que posee.

El Vaticano recibe cada año unos 150 millones de euros en donaciones de las diócesis y los fieles
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"Las donaciones son la principal fuente de financiación del Vaticano", explica Francis Butler, presidente de la organización Fundaciones y Donantes Interesados en las Actividades Católicas, con sede en Washington. Los fieles de EE UU, seguidos de los de Alemania e Italia, son los que más dinero dan a la Iglesia católica. "El nuevo papa", concluye Butler, "debe atraer más gente a los templos si quiere tener sus cuentas saneadas. La caridad es la principal fuente de financiación de la Santa Sede, ya que su cartera (bonos, valores, etcétera) es antiguo, de los noventa; y prácticamente no puede vender ni inmuebles y, desde luego, nada de arte". No hay datos exactos de lo que recaudan todas las diócesis ni de lo que destinan a la Santa Sede, pero algunos expertos calculan que el Vaticano recibe donaciones por valor de unos 150 millones de euros cada año.

En octubre de 2003, en una entrevista con la agencia Bloomberg, Claudio Celli, secretario de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, describió la situación económica del Vaticano: "Poca liquidez en medio de una gran riqueza artística". El patrimonio, además del incalculable valor de La Piedad de Miguel Ángel, incluye otras 140 estatuas valiosísimas y 460 pinturas de maestros como Rafael o Caravaggio.

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La Santa Sede cerró 2003 en números rojos, según el último balance (está previsto que el de 2004 se publique en julio). Entre 2000 y 2003 la Iglesia registró déficit después de ocho años de ganancias, que se atribuyen a la buena gestión de Juan Pablo II. Cuando este Papa inició su pontificado en 1978, la Santa Sede llevaba más de un cuarto de siglo al borde de la bancarrota y la situación empeoró tras el caso del Banco Ambrosiano, una trama de inversiones disparatadas y evasión fiscal que dejó al Istituto per le Opere di Religione (el Banco Vaticano) con un agujero de unos 800 millones de euros. Lo que más se recuerda de aquel escándalo es la muerte del director del Ambrosiano, Roberto Calvi, que apareció colgado del puente londinense de Blackfriars (frailes negros) el 18 de junio de 1982.

Juan Pablo II llevaba cuatro años de pontificado en ese momento y logró contener el escándalo. Consiguió que un grupo de bancos salieran al rescate del Vaticano y discretamente apartó del ojo público a los sacerdotes implicados, en especial al arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, que entonces estaba al frente del Banco Vaticano. Marcinkus fue absuelto de los cargos de fraude en 1985 y se retiró en 1989. En esos años la Santa Sede necesitaba fondos y el anterior Papa hizo un llamamiento a todas las diócesis para que aumentaran sus contribuciones. Paralelamente, en enero de 1990, puso al frente de los asuntos económicos al cardenal estadounidense de origen polaco Edmund Szoka, que le inyectó algo de "transparencia y capitalismo" a la Iglesia, según un ex auditor de Ernst & Young, los primeros "de fuera" que revisaron las cuentas papales a principios de los noventa.

Szoka reorganizó la gestión económica y frenó una sangría de fondos que venía desde que el Concilio Vaticano II (1962-1965) disparara los gastos y la burocracia eclesiástica. El ex arzobispo de Detroit le sacó partido al Vaticano como atracción turística, además de incrementar la venta de souvenirs y realizar cuidadosas emisiones de monedas y sellos postales. La ciudad ocupa a unas 1.500 personas, incluyendo 125 policías y 110 guardias suizos. En 2003, la Ciudad del Vaticano ganó 146 millones de euros, un 5% más que el año anterior, según la agencia Associated Press, aunque registró un déficit de casi nueve millones debido a los 10,8 millones que puso para cubrir las pérdidas de Radio Vaticana.

El Estado de la Santa Sede, en cambio, comunicó un ingreso de 203,6 millones de euros en 2003, lo que supuso un déficit del 6% con respecto al año anterior. Aunque las pérdidas han ido reduciéndose, la Santa Sede no ha logrado salir de números rojos. Hay 2.864 diócesis en el mundo que contribuyen a la financiación de la Santa Sede y son económicamente independientes. Esta característica ha librado a la Iglesia de las demandas por abusos de menores que se sucedieron en EE UU entre 2002 y 2003 y que llevaron a la quiebra a la archidiócesis de Portland (Oregón) y a las diócesis de Tucson (Arizona) y Spokane (Washington).

Roberto Calvi, en una foto de 1982.
Roberto Calvi, en una foto de 1982.AFP PHOTO / ANSA

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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