Violentas protestas contra Japón en China
Decenas de miles de personas marchan por las calles de Shanghai y atacan el consulado nipón
La violencia antijaponesa volvió a surgir ayer en China. Un total de 10.000 manifestantes, según algunas fuentes, "decenas de miles", según la agencia oficial Xinhua, recorrieron las calles de Shanghai destrozando las ventanas de algunos restaurantes de comida japonesa y arremetieron contra el consulado nipón. La policía impidió el asalto a la representación diplomática, pero no el lanzamiento de piedras y botellas de agua, que rompieron algunos cristales. Pekín acusa a Tokio de negarse a reconocer los crímenes que cometió durante la invasión de China en la primera mitad del siglo XX. Las protestas se producen una semana después de que fuera atacada la Embajada en Pekín.
Enarbolando pancartas con frases como "Haz frente a la historia", "La guerra contra Japón no ha terminado" y "Los invasores japoneses deben morir", los manifestantes, que habían salido de tres zonas diferentes de Shanghai, confluyeron ante el consulado japonés. Allí, cientos de antidisturbios les cerraron el paso, mientras la policía pedía orden por los altavoces. Pero las piedras y las bombas de pintura volaron hasta impactar contra el consulado. También fue volcado un coche de marca japonesa.
Los manifestantes lanzaron gritos de "los invasores japoneses deben morir"
En Hangzhou, capital de la vecina provincia de Zhejiang, se concentraron unas 10.000 personas, según el Gobierno. Distribuyeron octavillas, que pedían el boicoteo a los productos japoneses. También hubo movimientos en Tianjin, al oeste de Pekín (2.000 personas). Tanto Japón como Estados Unidos advirtieron a sus ciudadanos de que tuvieran cuidado.
El detonante de las protestas ha sido la reciente aprobación por parte de Tokio de un libro de texto, que, según Pekín y otros países en Asia, tergiversa completamente la historia de las ansias imperialistas de Japón y su ocupación militar de China. Pero los participantes también mostraron su rechazo a la pretensión de Tokio de hacerse con un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del que sólo forman parte Rusia, Estados Unidos, China, Francia y Reino Unido.
Las marchas siguen a las que tuvieron lugar el sábado de la semana pasada en Pekín, y el domingo, en Guangzhou y Shenzhen, y que reunieron a decenas de miles de personas. La concentración que había sido convocada ayer en la capital china, en la plaza Tiananmen, no tuvo lugar. Algunos de sus organizadores fueron sometidos a vigilancia por la policía. Los estudiantes universitarios recibieron correos electrónicos para que no se manifestaran.
El Ministerio de Asuntos Exteriores japonés presentó una queja formal por la repetición de la violencia. "Dados los daños causados en el consulado [de Shanghai], no podemos más que decir que la seguridad es insuficiente", dijo el jefe de la diplomacia nipona, Nobutaka Machimura. Machimura tiene previsto entrevistarse hoy en Pekín con homólogo, Li Zhaoxing. La tensión ha subido un grado más después de que, el pasado miércoles, Japón anunciara que ha iniciado el proceso de concesión de los derechos de exploración para buscar petróleo y gas en el mar de China Oriental, una zona en disputa. Pekín, que inició las perforaciones en 2003, calificó la iniciativa de "provocación". Las relaciones entre los dos países atraviesan su punto más bajo desde que normalizaron los lazos diplomáticos, en 1972.
Tang Jiaxuan, miembro del Consejo de Estado y ex ministro de Asuntos Exteriores, dijo que el corazón del problema entre los dos países radica en las visitas de los líderes japoneses al santuario de Yasukuni, donde se rinde honor a los fallecidos en la guerra, incluidos algunos criminales de guerra. Tang afirmó que las relaciones con Japón se encuentran en "una encrucijada".
El rosario de protestas -que comenzaron en la provincia central de Sichuan, estallaron luego en Pekín, pasaron a continuación al sur (Guangzhou y Shenzhen), y llegaron ayer a la costa este (Shanghai y Hangzhou)- ha despertado sospechas. Pekín prohíbe normalmente las manifestaciones, sobre todo políticas. El Gobierno niega que haya respaldado los actos o que sean resultado de una educación antijaponesa. "Estas alegaciones carecen de todo fundamento y son una grave deformación de la verdad", dijo Tang.
Hayan sido organizadas con el visto bueno o el acuerdo tácito de las autoridades o hayan sido "espontáneas", como ayer insistió la agencia Xinhua, el Gobierno está vigilante para que las manifestaciones no deriven en otras motivadas por otras causas -como la corrupción, las desigualdades sociales o la falta de democracia- y se vuelvan contra él.
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