Huida hacia delante
En 1988, Sidney Lumet dirigió una pequeña gran película no demasiado conocida llamada Un lugar en ninguna parte, en la que una familia al completo debía errar por pueblos cuanto más recónditos mejor, en plena huida de un pasado delictivo que les obligaba a cambiar de domicilio a la menor sospecha relacionada con la policía. Los inocentes hijos habían crecido con la casa, más bien con la vida, a cuestas, acostumbrados a no poder hacer amigos y a perseverar encerrados en un mundo muy particular en el que, a pesar de todo, se sentían cómodos, aunque fuera por la maldita fuerza de la costumbre. Todas estas características están contenidas también en Mi querido Frankie, notable ópera prima de la británica Shona Auerbach, la historia de otra familia (madre, hijo y abuela) que huye de un pasado tortuoso que les mantiene anclados en una sobredosis de miedo y que no les deja abrir la puerta de las expectativas.
MI QUERIDO FRANKIE
Dirección: Shona Auerbach. Intérpretes: Emily Mortimer, Jack McElhone, Mary Riggans, Gerard Butler. Género: melodrama. RU, 2004. Duración: 105 minutos.
Lo primero que llama la atención en la película es que esté narrada en off por un personaje sordomudo. Auerbach, con una exquisita sensibilidad, le otorga voz al crío a través de unas cartas tan sentidas como engañosas que se convierten en uno de los centros de gravedad del filme, en el hilo conductor de una forma de vivir, de sentir y, sobre todo, de soñar. Mientras, la información acerca de las razones por las que esas tres personas están obligadas a subsistir en un continuo penar y en una mentira infantil no se descubren hasta bien entrada la película y se va dando muy poco a poco, introduciendo así al espectador en un atrayente enigma sobre los orígenes de la historia.
Mi querido Frankie, candidata al premio Bafta a la mejor dirección novel en el Reino Unido, está construida con astucia, con escrupulosidad y con un enorme cariño por sus personajes, incluso por los más negativos, a los que siempre se les intenta encontrar una defensa, una motivación, huyendo así del estereotipo. Lástima que el segundo final del filme venga un tanto forzado por los deseos de la directora de rematar con un desenlace más feliz de lo que hubiese sido deseable. Aun así, imágenes como la interminable, pausada y necesaria mirada sin palabras de la pareja en el momento de la despedida nos descubren el universo de una nueva directora.
El compositor estonio Arvo Pärt Spiegel im Spiegel es un prodigio y en los últimos cuatro años se ha prodigado en películas como El pabellón de los oficiales, Heaven, Deliciosa Martha, Soldados de Salamina, Gerry, La tierra prometida y Mi querido Frankie.
Babelia
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