La industria aeronáutica vasca factura la cuarta parte del sector
La producción y los empleos crecieron un 9% en 2003
El 23,68% de la facturación y el 19,11% del empleo del sector aeronáutico en España se genera en el País Vasco, comunidad que junto con Madrid y Andalucía acapara el 90% de la producción nacional. Las tres firmas tractoras vascas más relevantes, ITP, Gamesa y Sener, y la veintena de pequeñas y medianas empresas que conforman esta industria facturaron 681 millones de euros en 2003, un 9% más que el año anterior. Un incremento similar, el 9,8%, se produjo también en el número de personas empleadas, que pasó de 4.343 en 2002 a 4.769 en 2003.
La aeronáutica vive en Euskadi un "crecimiento prometedor", según el estudio elaborado por la profesora de Economía Aplicada de la UPV Catalina Gálvez. En su tesis doctoral, Trayectoria, impacto económico y trascendencia de la industria aeroespacial, Gálvez realiza un exhaustivo análisis del peso y la evolución del sector en Europa, España y el País Vasca. Destaca en ella las buenas perspectivas de las empresas vascas, acrecentadas por su participación en proyectos de gran envergadura como el A-380, el nuevo avión de pasajeros del consorcio europeo Airbus y que se convertirá en el mayor de la historia de la aviación comercial, o el A-400 M, el futuro avión de transporte militar europeo. No obstante, el peso real del País Vasco dentro del sector en Europa es reducido. Representa tan sólo el 0,82% de la facturación global europea y el 1,06% en empleo.
Esta realidad obliga a la aeronáutica vasca, según el estudio de Gálvez, a orientar su futuro hacia la participación en programas tecnológicos nacionales e internacionales, una línea que ya se ha comenzado a seguir y que se debe consolidar. "Las empresas vascas no deben contentarse con ocupar puestos bajos en la cadena de suministros, porque no dejan de ser metas a corto o medio plazo. El fin tiene que ser el logro de un liderazgo tecnológico", apunta la investigadora, adscrita al departamento de Economía Aplicada V.
La obtención de esa posición de privilegio pasa por el desarrollo puntero de productos y también por una mayor implicación y asunción de las normas de calidad, un aspecto que en un campo como el aeronáutico, donde los controles en todas las fases de la producción son máximos, adquiere una gran relevancia. La consecución de estos retos depende, en buena medida, de seguir la tendencia actual del sector, que consiste en la participación, no sin riesgos, como indica la autora de la tesis, en programas que requieren un gran esfuerzo tecnológico y financiero.
Agrupaciones y fusiones
Cumplir estas dos condiciones puede resultar muy problemático para las pequeñas y medianas empresas, que ocupan el nivel inferior de la cadena de producción aeronáutica y están obligadas a reaccionar de forma rápida y flexible a la demanda de empresas situadas en los niveles superiores. "Además del refuerzo en su sistema tecnológico, necesitarán fuertes inversiones que, por su propio tamaño, tendrán problemas para cubrir", advierte.
Por ello, su futuro está marcado, en opinión de Gálvez, por la fusión o por la creación de agrupaciones específicas y por el apoyo "decidido" de las instituciones públicas, ayuda que también debe hacerse extensiva a las empresas tractoras. Los problemas que atraviesa una de ellas, Gamesa Aeronáutica, se encuadran dentro de las características especiales de un sector marcado por el carácter cíclico de su demanda. "Cuando se logra un pedido, la empresa crece de manera muy rápida. Pero cuando ocurre lo contrario, debe poseer la capacidad de ajustarse a la situación, lo que no resulta fácil", señala Catalina Gálvez. Resalta por ello la importancia del apoyo constante de las administraciones públicas, como ocurrió en el arranque del sector a finales de los 80 y durante los 90. Fruto de esa iniciativa institucional es la creación en 1997 del cluster (asociación sectorial) Hegan de aeronáutica del País Vasco o el Centro de Tecnologías Aeronáuticas (CTA) ubicado en los parques tecnológicos de Miñano (Álava) y Zamudio (Vizcaya).
Esta industria, que representa uno de los escasos ejemplos de empresas que ofrecen un importante valor añadido y una mano de obra de alta cualificación en Euskadi, genera, a juicio de Gálvez, "unas sinergias enormes" con otros sectores y puede convertirse en un nicho de actividad para aquellos, como el de máquina herramienta, sometidos a la dura competencia exterior. A ello hay que sumar el carácter netamente exportador de la aeronáutica (el 80,7% de su producción en 2003) y el peso en su actividad del I+D, al que el sector dedicó el 20,71% de su facturación.
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