"Nada más cómico que un vanidoso, nada más vanidoso que un escritor"
"Los personajes son modestamente míos, aunque se inspiren en episodios reales"
A veces las solapas de los libros no necesitan muchos añadidos. Parece el caso de la última novela (Turistas del ideal, Destino) de Ignacio Vidal-Folch (Barcelona, 1956). Dice así: "Vigil, escritor comunista de novelas policiacas, viaja al país centroamericano de Tierras Calientes para apoyar la marcha revolucionaria de su amigo El Capitán, un Che Guevara posmoderno que se presenta ante el mundo con el rostro siempre cubierto por una capucha. Allí se encontrará con otros mandarines culturales europeos: un cantautor canalla y noctámbulo, con afición a la cocaína y las mujeres, y un refinado, pomposo y melancólico escritor portugués...".
Siempre se puede añadir algo: más allá de inspirarse en personajes (o arquetipos) reales, Vidal-Folch traza, en esta primera entrega de una trilogía satírica sobre España, un retrato feroz y a ratos hilarante de ese colectivo que se podría llamar la I Internacional Burguesa y Literaria del Compromiso y la Vanidad, y reflexiona con sarcasmo sobre las limitaciones de la literatura como agente transformador del mundo.
Pregunta. Así que escribe usted novelas para hacer amigos.
Respuesta. Escribimos para ser más inteligentes, lo cual no es difícil: cuando escribes piensas las frases dos o tres veces. Hablando aquí seré más tonto que en la novela seguro...
P. O sea, que ha escrito esta sátira a conciencia.
R. Tengo muy pocos amigos, pero los que la han leído me han dicho que se han reído leyéndola. Ése era el objetivo. A veces escribimos como terapia, y a mí me obsesionaba este turismo del ideal, la ceguera de muchos intelectuales ante algunos hechos políticos evidentes, obvios. Me recuerda a aquel texto de Brodsky en el que mostraba su irritación por las sonrisas cómplices de los intelectuales que visitaban la Unión Soviética cuando veían los ascensores averiados...
P. ¿Y de dónde cree que procede esa distorsión?
R. El elemento definitorio del artista, o del artisteo, es el egotismo, esa vanidad tan inmensa y tan necesaria para hacer este trabajo: si no eres un vanidoso, después de Homero o de Valle, ¿cómo se pone uno a escribir? Esa vanidad nos ciega y seguimos engañándonos. Como con Cuba, donde un tirano obvio que aquí no aguantaríamos genera cartas de apoyo.
P. Su diana en Turistas del ideal es la adhesión de los intelectuales a la causa zapatista.
R. El subcomandante Marcos cogió la pistola, lanzó cuatro consignas y concitó apoyos y simpatía antes siquiera de que se realizara un análisis mínimo. Ahí se creó el turismo del ideal. Marcos quería ser como el Che, pero el Che se murió.
P. Quizá el libro sorprenda más por la ausencia de tradición satírica en este país.
R. Hay tradición humorística: Cervantes, la picaresca, el siglo XVII... Pero, no sé por qué, desapareció. En mis primeros libros yo hice picaresca actualizada de perdedores en las cloacas de la sociedad... Quizá aquí hay más humor. No deja de ser una humorada la seriedad injustificada con que los novelistas se manifiestan y cómo se reciben sus mensajes. Eso se compadece mal con las tremendas meteduras de pata en los análisis de la realidad. Por eso, cuando Vigil, el protagonista, investiga una rebelión india se confunde de rebelión y de indios.
P. Aquí son triunfadores. Vigil vende muchas novelas de su detective progre, el autor portugués gana el Toisón de Oro... ¿No son demasiado obvias las coincidencias?
R. Los personajes son modestamente míos. Aunque algunos estén inspirados en episodios reales, no he intentado hacer una parodia. Aunque sé que mucha gente leerá la novela como un ataque a Fulano o Mengano, para eso tengo mi columna en Tiempo. La novela es más abstracta, se trata de generalizar.
P. De dibujar el tipo del santón contemporáneo...
R. La novela debe ser iconoclasta, y no hay iconoclastia más libre que la de la risa, y nada más cómico que un vanidoso, y nada más vanidoso que un escritor. La frase que dice el autor luso es real, me la dijo alguien un día: "Usted no ha entendido la trascendencia de mi libro". ¡No, pero he estado en la Feria de Francfort y he visto miles de libros como el suyo!
P. ¿Siente curiosidad por la reacción de los aludidos?
R. Todo el mundo, muchísima gente, yo mismo me puedo dar por aludido...
A todos nos gusta caer bien, pero... Si se enfadan, qué se le va a hacer. Igual me invitan a Aquí hay tomate, pero si puedo evitarlo, no iré.
Babelia
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