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El hospital Peset estrena una técnica que evita operaciones a corazón abierto

Un catéter sirve para provocar un pequeño infarto que elimina la lesión

Un minúsculo infarto provocado en el lugar preciso es la opción menos agresiva para tratar a los pacientes que sufren un ensanchamiento del ventrículo del corazón que dificulta la salida de la sangre a la aorta (miocardiopatía hipertrófica obstructiva), una enfermedad que afecta al 2% de personas con cardiopatía. El hospital Doctor Peset de Valencia ha sido el primer centro valenciano en aplicar esta técnica que evita intervenciones a corazón abierto.

A diferencia de otras enfermedades cardiovasculares en las que la hipertensión o estilos de vida poco saludables tienen un fuerte peso en su desarrollo, la miocardía hipertrófica obstructiva obedece por encima de todo a razones genéticas. Afecta a un 2% de las personas con cardiopatía y se manifiesta con dolor en el pecho, mareos, desmayos, fatiga, palpitaciones, disnea -sensación de falta de aire o de dificultad respiratoria- e incluso amagos de anginas de pecho o pérdidas de conciencia, circunstancias en las que lo más recomendado es pasar por el quirófano.

La enfermedad consiste en un excesivo ensanchamiento del tabique de uno de los ventrículos del corazón. Este engrosamiento, normalmente en el ventrículo izquierdo, obstruye la salida de sangre hacia la aorta, especialmente en el momento de contracción del músculo, lo que puede producir una importante reducción de la salida del flujo. Tradicionalmente, el recurso quirúrgico consistía en una intervención a corazón abierto en la que se extirpaba el saliente para dejar el paso libre a la sangre. Sin embargo, tenía todos los inconvenientes de los posoperatorios de las intervenciones cardiacas.

Desde hace varios años, diversos hospitales han comenzado a desarrollar una alternativa a esta intervención, a la que se sumó el hospital Doctor Peset de Valencia el pasado 8 de marzo a través de la unidad de hemodinámica y cardiología intervencionista del servicio de cardiología. Como explica el responsable de la unidad, Adolfo Rincón de Arellano, la técnica -conocida como ablación septal subcutánea- consiste en reducir el ensanchamiento del tabique cardíaco provocando un limitado y controlado infarto en una superficie de apenas un centímetro cuadrado. Para ello lo más importante es determinar cuáles son las pequeñas arterias que irrigan la zona que se quiere dañar. Por eso, el primer paso es localizar estos pequeños vasos, de alrededor de un milímetro, a través de la inyección de una tinta de contraste que en la pantalla del ecocardiógrafo permite a los especialistas observar en directo cúales son las arterias sobre las que hay que actuar.

Este proceso se lleva a cabo con un catéter que se introduce a través de la ingle y que llega a las ramificaciones finales de las arterias coronarias que irrigan el área afectada. Una vez definida la arteria (en ocasiones son dos) se inyecta en ella alcohol, también con catéter, una sustancia que ocluye el vaso, provocando el microinfarto en la zona y la muerte de las células cardíacas que, como consecuencia, se reducen. A pesar de que la reducción del ensanchamiento es inmediata, los efectos completos se observan al cabo de entre tres y seis meses. Sin embargo, el paciente, puede volver a casa en 48 horas.

Tras la operación, a los enfermos se les mantiene un pequeño electrocatéter, que hace las funciones de marcapasos, por si surgieran complicaciones, y que se retira en cuanto el enfermo se estabiliza. Únicamente, en un 5% o 10% de los casos, el paciente necesitará un marcapasos fijo. "Se trata de una técnica menos agresiva [que la quirúrgica tradicional], tiene mínimas complicaciones y unas garantías de éxito elevadas", apunta Rincón de Arellano, cuya unidad ya ha empezado a valorar a otros enfermos para estudiar la posibilidad de aplicarles también esta nueva técnica.

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