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El nuevo Parlamento de Kirguizistán acepta a Bakíyev como presidente

La antigua Asamblea del Pueblo y el Senado se autodisuelven para facilitar la resolución de la crisis

La confusión que reinaba en la política de Kirguizistán debido a la coexistencia de tres cámaras que se reclamaban legítimas fue resuelta ayer con la autodisolución de la Asamblea de Representantes del Pueblo y del Senado, que formaban el antiguo Parlamento bicameral. El nuevo legislativo se reunió ayer y reconoció por unanimidad a Kurmanbek Bakíyev como presidente en funciones del país y eligió como presidente de la Cámara a Omurbek Tekebáyev, uno de los líderes de la revolución. Sin embargo, la fecha definitiva de las elecciones todavía no ha sido fijada.

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Kurmanbek Bakíyev, que había sido designado primer ministro y presidente en funciones por el antiguo Parlamento, compareció ante la nueva Cámara y se sometió al voto de ésta. El temor expresado por algunos políticos de que ocurriera una contrarrevolución legal y que Bakíyev fuera rechazado por los nuevos diputados no se convirtió en realidad: 54 de los 56 legisladores presentes en la Cámara de 75 escaños confirmaron al líder del Movimiento Popular como jefe del Gobierno. Con ello se lograba que la política kirguiza regresara a los marcos legales.

La comparecencia de Bakíyev ante el nuevo Parlamento y el reconocimiento mutuo efectuado ayer prueba para algunos observadores que no hay división entre el primer ministro y Félix Kúlov, coordinador de las fuerzas del orden y la seguridad, que el día anterior había apoyado la legitimidad de los nuevos diputados.

No todo está aclarado, sin embargo. Una de las incertidumbres es cuándo se celebrarán las próximas presidenciales. Tekebáyev, el flamante jefe del Parlamento, señaló que sólo se podrá fijar la fecha de los comicios una vez que el depuesto Askar Akáyev presente su dimisión, ya que formalmente sigue siendo presidente. Por ello propuso crear una comisión con miembros del Gobierno y de la nueva y las viejas Cámaras para tratar de entrar en contacto con el ex líder kirguizo e intentar persuadirle de que dimita. Sólo si fracasan en su misión "habrá que tomar una decisión anticonstitucional", es decir, convocar a comicios presidenciales en aras de la estabilización del país.

Sin embargo, Tuigunal Abdraímov, que encabeza la Comisión Electoral Central, considera legítima la decisión del antiguo Parlamento de celebrar las elecciones el 26 de junio próximo. "Será muy difícil organizarlas y no está resuelto el problema de su financiación, pero tanto la convocatoria de los comicios como la fecha de su realización son totalmente legales", opina.

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Marcus Muller, jefe del Centro de la OSCE en Bishkek, manifestó el día anterior que podría ser contraproducente celebrar las presidenciales en junio, ya que quedaba poco tiempo para que las fuerzas políticas lleguen a los compromisos que son necesarios en esta situación y calmen al pueblo.

Por el momento, sólo Bakíyev, de 55 años, ha anunciado sus intenciones de presentarse a esos comicios. Es probable que también lo haga Kúlov, de 57 años: los detractores de Akáyev aseguran que éste ordenó encarcelarlo precisamente después de que hiciera públicas sus ambiciones presidenciales. Otro probable candidato es Tekebáyev, que fue el rival de Akáyev en el 2000. Líder del movimiento Atá-Mekén, tiene la misma edad de Kúlov y se define como socialdemócrata, y, como Bakíyev, proviene de Jalalabad.

El acuerdo de reconocer al nuevo Parlamento ha sido recibido como una traición por muchos de los que el jueves tomaron la sede del Gobierno y forzaron la huida de Akáyev. Ayer, unos 300 hombres se congregaron a las puertas del legislativo y formaron el Comité 27 de Marzo, que dicen reúne a 40 organizaciones.

Exigen la disolución de la nueva Cámara, elecciones limpias, la dimisión de los actuales dirigentes "contrarrevolucionarios" y el regreso a la Constitución de 1993. Amenazan con formar hoy un cordón alrededor del Parlamento para impedir que los diputados puedan celebrar sesión. Tekebáyev, que salió a informar de los resultatos de la sesión, fue abucheado y tuvo que retirarse a los gritos de "ketsín, ketsín" ("vete, vete").

Dos kirguizos conversan con los policías que protegen el edificio del Parlamento en Bishkek.
Dos kirguizos conversan con los policías que protegen el edificio del Parlamento en Bishkek.ASSOCIATED PRESS

"¿Mi pensión? Pues es de risa"

"¿Mi pensión? Pues es de risa, sobre todo si se toma en cuenta que he trabajado 48 años", responde una mujer de edad que cruza la plaza de la Victoria, donde arde la llama eterna en memoria de los caídos.

La señora, de aspecto ruso, que lleva un bolso con la compra y unos tulipanes, se niega rotundamente a decir la cantidad exacta de su pensión y finalmente, ya cruzando la calle, grita: "Menos de mil som". Es decir, menos de 20 euros.

La jubilación mínima es de unos 400 som, mientras que el mínimo de subsistencia es oficialmente de 1.200 som, según la diputada Olga Bezvoródova, una rusa que dirigía el diario Bishkek Vespertino. La mitad de la población de este montañoso país de unos cinco millones de habitantes malvive bajo el umbral de la pobreza.

El salario medio es de unos 2.000 som. Más del 20% de la población activa está en el paro, dice la parlamentaria citada. Pero ese índice se dispara en los pueblos y pequeñas ciudades, donde puede sobrepasar el 50%. Y los desórdenes, pillajes y actos de vandalismo ocurridos la semana pasada han agravado aún más la situación económica del Estado, que tiene una deuda prácticamente equivalente a su PIB. Las daños ocasionados por la revolución se acercan a los 90 millones de euros, según las autoridades.

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