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Rice traslada a China la preocupación por la escalada de tensión con Taiwan

Pekín replica con la demanda de que EE UU "no envíe señales equívocas a las fuerzas separatistas"

La tensión en el estrecho de Taiwan y la necesidad de que Corea del Norte regrese a la mesa de negociaciones para poner fin a sus ambiciones atómicas marcaron los encuentros que la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, mantuvo ayer con el presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao. Rice expresó su preocupación por la tensión entre Pekín y Taipei, agravada tras la aprobación el pasado lunes de la Ley Antisecesión, por la que China ha sentado las bases legales para atacar la isla si ésta declara la independencia.

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Los mandatarios chinos reclamaron a Rice, por su parte, comprensión, respeto y apoyo a una ley cuyo único objetivo, según dicen, es la reunificación pacífica con la llamada isla rebelde. "Esperamos que Estados Unidos no envíe ninguna señal equívoca a las fuerzas separatistas de Taiwan", dijo Hu Jintao, según la televisión estatal. Wen Jiabao añadió que la legislación antisecesión está destinada, principalmente, a contener a las fuerzas independentistas de Taiwan, consideradas por Pekín como la mayor amenaza para la paz en la región.

La ley, que, según Taipei, rompe el statu quo en el Estrecho, ha sido calificada por Washington de "poca ayuda". Taiwan es uno de los principales puntos de fricción entre EE UU y China, ya que Pekín considera la isla parte de su territorio y Washington está obligado por un acuerdo a apoyarla en caso de conflicto.

Wen recordó a Rice que cuando visitó Estados Unidos en 2003 el presidente George W. Bush "dejó claro" que Washington suscribe el principio de "una sola China" y se opone a la independencia de Taiwan.

El otro punto caliente de la zona, Corea del Norte, protagonizó también las reuniones, celebradas en el Gran Palacio del Pueblo. Rice dijo a Hu que China debe incrementar la labor para lograr que Corea del Norte vuelva a las negociaciones multilaterales sobre su programa nuclear. Washington considera que Pekín debe jugar un papel más activo en la resolución del conflicto, dadas las relaciones privilegiadas que mantiene con el régimen de Kim Jong Il.

Las conversaciones a seis bandas -que incluyen también a Corea del Sur, Rusia y Japón- están embarrancadas desde junio pasado. Rice aseguró ayer en Seúl, antes de volar a Pekín, que la situación "no puede seguir como está eternamente", que es "un asunto que debe ser resuelto", y reiteró que Washington no tiene intención de atacar Corea del Norte. La secretaria de Estado hizo estos comentarios tras reunirse con el presidente surcoreano, Roh Moo-hyun, y el ministro de Asuntos Exteriores, Ban Ki-moon.

En el trasfondo de la visita a China, con la que Rice finaliza hoy una gira que la ha llevado a seis países asiáticos, está la intención de la Unión Europea de levantar el embargo de armas a Pekín, impuesto en 1989 tras la masacre de Tiananmen. La Casa Blanca se opone frontalmente a esta iniciativa, y la secretaria de Estado lo recordó de nuevo. Según afirmó en Seúl, la UE no debe contribuir a la modernización del Ejército chino, ya que, en caso de conflicto, Pekín podría utilizar contra EE UU armamento adquirido en Europa. "Consideramos que

[el levantamiento del embargo] no es apropiado", dijo. Washington considera que la posibilidad de una invasión de Taiwan por el Ejército chino debería dar que pensar a Europa y convencer a sus dirigentes de que es un error eliminar la prohibición.

Rice afirmó que EE UU mantendrá y modernizará sus Fuerzas Armadas en Asia-Pacífico, "con objeto de asegurar que se conserva el equilibrio militar (...) y que la región puede continuar la senda pacífica, la senda de la democracia y la prosperidad económica".

EE UU y Japón han mostrado su preocupación por lo que consideran la carrera armamentista china. Pekín ha aprobado un incremento del presupuesto militar para este año del 12,6%, hasta 247.700 millones de yuanes (22.800 millones de euros), aunque los expertos extranjeros aseguran que la cifra real del gasto es entre dos y cuatro veces superior.

Condoleezza Rice y Hu Jintao, durante su reunión en el salón Fujian del Gran Palacio del Pueblo de Pekín.
Condoleezza Rice y Hu Jintao, durante su reunión en el salón Fujian del Gran Palacio del Pueblo de Pekín.EFE

Un gesto por la libertad religiosa

Condoleezza Rice podría haber ido a la iglesia, ayer, Domingo de Ramos, en Seúl, pero prefirió hacerlo en Pekín, en lo que se convirtió en un gesto cargado de simbolismo a favor de la libertad religiosa en este país, en el que los cultos están bajo el estricto control del Partido Comunista Chino. La secretaria de Estado estadounidense acudió al templo protestante de Gangwashi, uno de los aprobados por el Gobierno.

Rice, hija de un predicador, y que se define a sí misma como una persona profundamente religiosa, se colocó unos cascos y escuchó la traducción del servicio entre varios centenares de fieles, que le otorgaron un aplauso cuando finalizó la celebración. La visita se produjo tras haber realizado durante su gira asiática repetidas denuncias sobre la situación de los derechos humanos en China, especialmente sobre la restricción a la libertad de culto.

Pekín asegura que en el país existe libertad religiosa, pero sólo admite aquellas creencias situadas bajo su estricta supervisión, y que están agrupadas en torno a las iglesias oficiales "patrióticas". Los dirigentes chinos rechazan la autoridad del Papa, y muchos ciudadanos se ven obligados a celebrar misas clandestinas y son perseguidos por celebrar los ritos con sacerdotes que siguen al Vaticano. China y otros siete países del mundo forman la lista negra de EE UU de países que limitan la libertad religiosa.

El gesto de Rice ya lo hicieron con anterioridad el entonces presidente Bill Clinton, que acudió en 1998 a otra iglesia protestante de Pekín, y su secretaria de Estado Madeleine Albright.

La persecución religiosa es uno de los temas recurrentes en las quejas de Washington sobre la situación de los derechos humanos en China. Otra son los muchos disidentes encarcelados. Pekín liberó la semana pasada a uno de sus principales prisioneros políticos, Rebiya Kadeer, una mujer de la etnia uigur, de la región autónoma musulmana de Xinjiang. La decisión, interpretada como un gesto ante la visita de Rice, coincidió con el anuncio de Washington de que no presentaría este año una moción de censura contra China en la sesión anual de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

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