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Un juez de EE UU retira la alimentación a una mujer que llevaba 15 años en coma

La batalla legal por el destino de Terri Schiavo abre un conflicto entre el Senado y el Poder Judicial

La muerte de Terri Schiavo, tras 15 años en coma, comenzó por orden judicial. Será lenta, de una a dos semanas, hasta que su cuerpo resista sin alimentos ni líquidos. La decisión de desconectar la sonda de alimentos que la mantenía con vida partió del juez principal del caso y llegó justo después de que el Senado de EE UU, con el apoyo del presidente George Bush, interviniera para evitar la eutanasia de la mujer. En una maniobra política sin precedentes, la citaron a comparecer en persona a fines de mes junto a su marido, que lleva años tratando de retirarle las sondas de alimento contra la voluntad de sus suegros. La orden, emitida por el Senado y otras cinco de la Cámara de Representantes, enfrentaba directamente al Congreso con el Poder Judicial.

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El desarrollo de los acontecimientos fue frenético. Nada más conocerse la decisión del juez, George Greer, los abogados del Congreso se disponían a entablar una apelación de urgencia en los tribunales superiores de Florida para suspender la ejecución de la orden.

El choque de poderes, judicial y legislativo, ponía de manifiesto la complejidad del caso Schiavo. ¿Quién debe decidir en situaciones en las que una persona en estado vegetativo no ha dejado claramente expresados sus deseos? Siete años de disputa legal entre el marido y el resto de la familia han aclarado sólo parcialmente esa pregunta, sujeta a interpretaciones de las leyes vigentes, que no contemplan una posible eutanasia de este tipo.

Precisamente la medida de ayer del Congreso pretendía comprar más tiempo para perfilar una ley que cree un marco de referencia, y en el caso de Schiavo en concreto le permita a los padres trasladar el caso de los tribunales de Florida a los federales. El Senado ha citado a Terri a comparecer ante el comité de asuntos sanitarios con el pretexto de revisar los cuidados a los pacientes que no se pueden manejar por sí mismos, implícitamente ignorando las evaluaciones médicas sobre el supuesto "persistente estado vegetativo" de Terri. La Cámara de Representantes, por su parte, ha ido más alla abriendo una investigación, para lo cual enviaron ayer cinco citaciones de urgencia a Terri, su marido y la directora y el equipo médico del hospicio en el que vive, con el fin de realizar la investigación in situ.

Quien impida el cumplimiento de las citaciones, en desacato al Congreso, se arriesga a que le imputen cargos criminales. Aunque en teoría es un poderoso elemento disuasorio, falta por ver cuál es la interpretación de la justicia, sobre todo a la luz de la orden de Greer, un posible escudo legal para el equipo del hospicio.

Los padres han agotado todas las vías legales para salvar la vida de su hija. Las tácticas del Congreso, se produjeron horas después de que Tribunal Supremo de EE UU y el de Florida rehusaran intervenir, y un tribunal de apelaciones denegara la petición de los padres. En los últimos días, la familia ha solicitado sin éxito que Michael Schiavo se divorciara de su hija o renunciara a sus derechos como guardián legal. Le han acusado de adulterio, por vivir desde hace años con otra mujer y tener hijos con ella, y de maltrato. Las autoridades del Florida, bajo la supervisión del hermano del presidente Bush, Jeb, trataron infructuosamente de detener el proceso.

Una participante en la protestas contra la desconexión de Terri Schiavo de los aparatos que la mantienen con vida.
Una participante en la protestas contra la desconexión de Terri Schiavo de los aparatos que la mantienen con vida.ASSOCIATED PRESS
Terri Schiavo.
Terri Schiavo.

MICHAEL SCHIAVO / EL MARIDO: El guardián cuestionado

Terri Schiavo, de 41 años, se desmayó en su casa a medianoche hace 15 años, a causa, según se supo después, de un desequilibrio de potasio provocado por una dieta de adelgazamiento. Tuvo un ataque cardiaco que la dejó en un "persistente estado vegetativo". Su marido, Michael, enfermero, fue el primero en atenderla. Durante años estuvo de acuerdo con sus suegros en que era posible rehabilitarla. Al mismo tiempo demandó por negligencia médica a la clínica que supervisaba la dieta de adelgazamiento y logró indemnizaciones de 2,2 millones de dólares. El dinero debía emplearse en la rehabilitación y el cuidado de Terri. Michael cambió de opinión en 1997 e inició el proceso para que le retiraran las sondas de alimento, aduciendo que una vez le pidió que nunca la mantuviera artificialmente viva, en caso de tener un accidente. Así empezó la batalla legal con sus suegros. Michael rehizo su vida con otra mujer, con la que tiene dos hijos, pero nunca ha querido divorciarse de Terri. Eso le ha permitido ser su guardián legal ante los tribunales y tomar todas las decisiones en su nombre, incluida la eutanasia. Los tribunales le dieron la razón a Schiavo, tras decenas de demandas que siempre volvieron a la sala del mismo juez, George Greer, que ayer reordenó la desconexión de las sondas.

BOB Y MARY SCHINDLER / LOS PADRES: El fervor religioso

Los padres de Terri Schiavo, Bob y Mary Schindler, han acusado sistemáticamente a su yerno de querer matar a su hija por dinero. Católicos fervientes, la familia, que tiene otros dos hijos, cree que la vida la da y la quita Dios. El argumento religioso les ha servido ante un sector político, incluida la familia Bush, y una gran parte de la sociedad norteamericana, opuesta mayoritariamente a la eutanasia, pero no les ha funcionado ante los tribunales. Los padres aseguran que Terri está discapacitada pero no en coma y creen firmemente en su rehabilitación. Hace dos años grabaron un vídeo en el que se la ve respondiendo con gestos a las caricias de su madre, que unos médicos califican de actos reflejos y otros de indicios de consciencia. Ayer, los Schindler estaban encantados con la posibilidad de que su hija compareciera ante el Congreso porque así, dijeron, "el mundo vería que está viva, que es capaz de sentir y de comunicarse, y que no está llena de tubos como han hecho creer".

La familia ha movilizado a miles de personas. Ha habido manifestaciones de grupos religiosos, cadenas de oración ante el hospicio de Terri y una campaña de presión al Congreso y al propio juez del caso, Greer. Él también ha sido objeto de amenazas, hasta el punto de que tiene que ir siempre escoltado.

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