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Batas blancas contra las cuerdas

La Consejería de Salud crea un plan de prevención ante el aumento de agresiones a médicos

Las luces naranjas de la ambulancia iluminaban, el pasado martes por la noche, la fachada de un bar de Alcalá de Guadaíra (Sevilla). En el local, la pequeña herida en la ceja de un cliente habitual era suficiente para que sus compañeros la emprendiesen contra el equipo médico que había acudido en su ayuda. "Aquel caso no era grave, nuestro vehículo [una UVI móvil] se reserva para casos graves, como accidentes de tráfico o infartos", dice J. L., el jefe del equipo que asistió al conmocionado, formado por una ATS y un técnico.

Cuando los facultativos explicaron a los compañeros del herido que el traslado al centro de salud debía realizarse en otro vehículo "comenzaron los insultos y las amenazas", explica el médico. "Nos rodearon, impidiéndonos salir del bar. No fue hasta que apareció la policía local y nacional, cuando terminó todo". J. L., presentó una denuncia en comisaría.

"Las razones de este fenómeno pueden deberse a la pérdida de deferencia que la democratización de la sociedad ha generado hacia ciertas profesiones", dice el sociólogo Manuel Pérez Yruela
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Y los casos se amontonan. El pasado jueves, un juzgado de Sevilla condenó, por primera vez, al agresor de un médico al pago de una multa en concepto de daños morales. El condenado era el padre de una niña que insultó y amenazó al pediatra que atendía a la pequeña en la Clínica Sagrado Corazón de Sevilla.

Ejemplos como éstos han ido cubriendo las mesas de la Administración hasta el punto de obligar a la consejera de Salud, María Jesús Montero, a presentar la semana pasada un plan de actuación. El proyecto dotará a los más de 82.000 profesionales del Servicio Andaluz de Salud (SAS) de medidas de seguridad y formación para evitar agresiones. Según el SAS, se primará la prevención de situaciones conflictivas que puedan derivar en agresión.

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El fin del proyecto es crear un registro donde se notifiquen todos los casos -hasta ahora no existía ningún banco de datos de las ocho provincias- y pueda, así, dibujarse un mapa de riesgo sobre centros, servicios y horas. "El registro comenzará a realizarse en abril. Una vez obtenido el mapa, en el plazo de cuatro o cinco meses, se iniciarán medidas de seguridad que podrán ir desde dispositivos de alarma, a interfonos en las consultas, o videocámaras", explica Antonio Cervera, subdirector de personal del SAS y uno de los responsables del proyecto de la consejería.

Córdoba fue la primera provincia donde se decidió crear un mapa de agresiones, como base para coordinar mejor las medidas de actuación. El abogado Antonio Torres, responsable de la asesoría jurídica del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, opina que los resultados en Córdoba han sido muy positivos. "En zonas de especial virulencia, como Puente Genil (Córdoba), el descenso en el número de casos ha sido importante. También se ha percibido una mejora en la atención primaria y los servicios de urgencia, que son, en general, los que viven más situaciones de este tipo", dice Torres.

El plan del SAS prevé realizar campañas de sensibilización dirigidas a los ciudadanos para resaltar el papel de los profesionales.

Un rol, el de los médicos, que parece haber perdido el valor que se le daba en la sociedad. Las causas de este fenómeno son difíciles de determinar. El sociólogo Manuel Pérez Yruela, director del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía (IESA), señala que los factores son múltiples, pero destaca que pueden, "paradójicamente", ser consecuencia de la democratización de la sociedad. "Por el principio de igualdad que rige nuestras democracias -y que tiene una fuerza irresistible, porque es intrínsecamente positivo-, se ha acortado la distancia entre las personas. Pero con ello se ha producido un efecto indeseado: la deferencia que antes existía hacia ciertas profesiones, como la médica, se ha perdido", explica el responsable del IESA.

Para el doctor José Villagrán, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital de Jerez, y organizador el próximo abril de un congreso internacional sobre impulsividad -cuya falta de control puede derivar en agresividad- en Sevilla, los responsables de este fenómeno son, tanto los usuarios como el propio sistema sanitario y su personal. "Las instituciones han situado a los pacientes en el centro del sistema. Eso tiene que ser así, pero no hasta el punto de permitirles marcar las pautas de la asistencia", dice Villagrán, quien cree que este desequilibrio es una de las causas del aumento de confrontación en la relación entre médicos y pacientes. Pero añade, "los médicos también tenemos nuestra parte de culpa. La profesión está cada vez más tecnificada y eso deriva en una paulatina deshumanización del servicio".

Las consecuencias psicológicas de esta continua tensión pueden ser duras. "Además de cuadros depresivos y ansiosos, se da el síndrome del profesional quemado", explica Villagrán. Un problema que al médico de urgencias de Alcalá de Guadaíra, J. L., todavía no le preocupa. "La vocación es muy fuerte y las satisfacción que ofrece también. Porque a pesar de que estas agresiones se dan, no todo el mundo es así".

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