Ocho artistas recrean en 'Visiones del Quijote' la iconografía del hidalgo
La Pedrera exhibe trabajos de Hogarth, Doré, Daumier, Picasso, Dalí, Ponç, Matta y Saura
"Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro...". Así describe Cervantes a Don Quijote en el primer capítulo del libro. Lo de "recio" no se lo tuvieron muy en cuenta y la mayoría de artistas lo representaron como lo imaginamos hoy: alto y flaco, más bien raquítico. Visiones del Quijote, exposición que se presenta hasta el 12 de junio en La Pedrera de Barcelona, ofrece ocho miradas al personaje que se ajustan más o menos a esta imagen a través de obras de Hogarth, Doré, Daumier, Picasso, Dalí, Ponç, Matta y Saura.
La muestra refleja la evolución iconográfica de los personajes a lo largo de tres siglos
"Esta exposición no es un recuento crítico de las ediciones ilustradas del Quijote porque ya lo hizo en parte Patrick Lenegham hace dos años en el Museo del Prado y la Calcografía Nacional. Tampoco es una antología de pintores que abordaron el tema; lo que nos hemos propuesto es hacer una lectura iconográfica a través de ocho artistas que realizaron ciclos temáticos sobre los personajes de Don Quijote y Sancho Panza a lo largo de tres siglos", explica José Luis Giménez-Frontín, comisario de la exposición Visiones del Quijote, que organiza la Fundación Caixa Catalunya en el marco de los actos conmemorativos del IV Centenario de la publicación de la primera parte del Quijote y que se integra también en las celebraciones del Año del Libro en Cataluña.
La selección está, pues, acotada a unos artistas que le permiten al comisario mostrar cómo Don Quijote fue modificando su iconografía adaptándose no sólo a las nuevas corrientes estéticas, sino también a los cambios de interpretación ideológica de cada época. Comienza con el inglés William Hogarth (1697-1764), artista que plantea una visión satírica del personaje al que retrata como un loco irascible, y aun robusto, al que viste en algunas composiciones con un peto similar al que utilizaban los soldados de Cromwell, algo que al promotor de la edición, lord Carteret, le pareció inaceptable porque, explica Giménez-Frontín, eso suponía equipar la locura del hidalgo castellano con la de los soldados ingleses que se rebelaron contra Carlos I. De hecho, las composiciones de Hogarth no se editaron por completo hasta su muerte.
Mirada romántica
El ilustrador francés Gustav Doré (1832-1888), en cambio, planteó una mirada romántica e idealizada del caballero manchego, éste ya sí muy estilizado, en unas ilustraciones en las que destaca el detallismo de los ambientes y paisajes españoles. Giménez-Frontín destaca el hecho de que Doré ennoblece e incluso sacraliza al personaje al utilizar modelos clásicos para representarlo.
Contemporáneo y compatriota de Doré, pero con una estética mucho más moderna, Honoré Daumier (1808-1879) mantuvo la tipología clásica del personaje, pero, en cambio, eliminó anécdotas y utilizó el tema para realizar numerosos óleos independientes de cualquier ilustración directa del libro. Hay mucho de su Quijote y Sancho Panza, trazados de forma estilizada con línea gruesa y pocos detalles, en la versión del personaje que realizó años más tarde Pablo Picasso (1881-1973). Es el único artista representado en la exposición que no hizo exactamente un ciclo sobre el Quijote, pero, según Giménez-Frontín, el dibujo de 1955 que hoy guarda el Museo de Arte e Historia de Saint-Denis resulta emblemático porque "abre la relectura de Cervantes a una sensibilidad progresista alejada del realismo decimonónico y la reivindicación patriótica del personaje que había predominado en la primera mitad del siglo XX". El comisario reconoció que voluntariamente había descartado esta visión castiza del mito en la exposición.
De Salvador Dalí (1904-1989) se exhibe parte de la serie que sobre el Quijote realizó el artista en 1946 para una edición de Random House en Nueva York. Se presentan por una parte los dibujos a tinta china de carácter narrativo, y por otra, los que incorporan acuarela y abordan una explicación del método paranoico-crítico del propio Dalí, según señaló Giménez-Frontín, quien también recordó que la visión alucinatoria de Don Quijote frente a los molinos tenía su lógica, ya que en la época de Cervantes eran una innovación tecnológica que, al parecer, tenía también atemorizados a muchos campesinos.
Y si Dalí ya utiliza el Quijote para representar sus propias paranoias, la serie de aguafuertes en color que realizó en 1979 el post-surrealista Joan Ponç (1927-1984) es también un reflejo de la desesperación interior de un artista que se consideraba "un pintor maldito que ha superado su maldición. Un loco que ha visualizado y curado su locura". También en los aledaños del surrealismo tardío se enmarcan las obras del chileno Roberto Matta (1911-2002), grandes pasteles en los que no resulta fácil identificar a los personajes del Quijote, ya que el artista recrea los episodios de forma libre y en parte grotesca. Por último, Antonio Saura (1930-1998) representa al caballero y su escudero en su estilo con evidentes influencias de Picasso si bien, recordó el comisario, era una referencia no reconocida por el artista, que entonces era muy crítico con el autor del Guernica.
La exposición, que en conjunto reúne 123 obras, se inauguró ayer con el estreno de una composición musical de Benet Casablancas, Melancolías y desabrimientos. Aguafuerte quijotesco para contrabajo y piano, encargada especialmente por la Fundación La Caixa con motivo de la muestra y que fue interpretada por Joan Collell y Jordi Masso. Durante los meses de marzo a mayo se ha previsto también un ciclo de conciertos centrados en la música de la época de Cervantes y un ciclo de conferencias de narradores contemporáneos sobre el Quijote. La Fundación Caixa Catalunya organiza además el congreso Cervantes, el Quijote y Barcelona, que se celebrará los días 7, 8 y 9 de abril.
Babelia
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