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La oposición brasileña acusa al presidente de prevaricación

Juan Arias

La confesión del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en un discurso improvisado el jueves pasado ante 400 trabajadores, de que había pedido al responsable de una importante institución del Estado que ocultase un hecho grave de corrupción del anterior Gobierno de Fernando Henrique Cardoso ha provocado un terremoto político. Los partidos de la oposición han aprovechado el desliz para presentar ante el Parlamento una petición de procesamiento por prevaricación contra Lula.

La historia se remite a una conversación al principio de su mandato con Carlos Lessa, quien, según Lula, le había confesado que la entidad pública Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) estaba al borde de la quiebra a causa de la corrupción en torno al proceso de privatización del sector eléctrico.

Lula contó en público que le había aconsejado a Lessa que si tal corrupción había existido debía comentarlo sólo con él y que "debía cerrar la boca", para no desprestigiar fuera y dentro del país a una institución pública tan importante. Lula dijo también que lo había hecho "para no ensuciar al anterior Gobierno".

La reacción del ex presidente Cardoso fue inmediata. Dijo que Lula "carecía de control verbal" y que se había sentido "perplejo e indignado" con sus declaraciones. Y dio orden a su partido, el PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), hoy en la oposición, de presentar ante el Parlamento una petición para procesar a Lula por el delito de prevaricación al haber aconsejado que se ocultara un hecho grave de corrupción.

Clima preelectoral

El PSDB no está solo en esto. Al partido de Cardoso -ya hay clima preelectoral con vistas a las generales del año próximo- se han unido otros dos partidos de la oposición: el PFL (Partido Frente Liberal) y el PDT (Partido Democrático de los Trabajadores). Juntos van a acudir también a la Fiscalía General para solicitar el procesamiento de Lula por ocultar actos de corrupción.

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El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y los miembros del Ejecutivo han salido en defensa del presidente explicando que lo que él había querido decir es que, una vez en el cargo, su deseo era mirar hacia delante sin preocuparse de lo que había hecho su antecesor. Los compañeros de Lula acusan a la oposición de querer explotar un desliz verbal del presidente para abrir la campaña electoral minando su popularidad, al mismo tiempo que desean obligarle a no improvisar cuando habla en público porque son esos discursos los que más alimentan la popularidad de Lula.

Lula no ha querido retractarse de sus palabras y se ha manifestado ante sus ministros muy extrañado de la dura reacción de la oposición. El ministro de Justicia, Thomas Bastos, ha salido en defensa del presidente afirmando que si hay algo que no se puede achacar al Gobierno es ocultar la corrupción, mal que lleva dos años combatiendo con fuerza.

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