La Fundación Miró reivindica la ética arquitectónica de Josep Lluís Sert
Una exposición y un catálogo razonado abordan la obra del aristócrata republicano
"Esta exposición no es un homenaje sino una reivindicación de la ética arquitectónica de Josep Lluís Sert, un intelectual al servicio de la ciudad y no de las multinacionales, como pasa ahora, que proponía una arquitectura antielitista que aunaba modernidad y tradición". Así explicó el historiador Josep Maria Rovira el porqué de la retrospectiva de la obra de Sert (Barcelona, 1902-1983), de la que es comisario junto a Jaume Freixa y que desde hoy y hasta el 12 de junio se presenta en la Fundación Miró de Barcelona, cuyo edificio diseñó precisamente el propio arquitecto.
Pocas veces se da la circunstancia de que una exposición de arquitectura se haga en uno de los edificios emblema que se pretende explicar. La Fundación Miró de Barcelona, inaugurada en 1975, es para muchos el mejor edificio destinado al arte que puede encontrarse en Barcelona e incluso en España. La exposición, con diseño de Dani Freixas, juega con esta baza permitiendo que el edificio forme parte del recorrido gracias al sencillo mecanismo de que todo está a la vista y el resto de la obra de Sert se explica a través de unas mesas centrales y la única intervención en las paredes de nueve proyecciones mediante las que se explican otros tantos edificios ejemplares de la dilatada trayectoria del arquitecto aristócrata y republicano.
Y es que Josep Lluís Sert procedía de un entorno rico y monárquico (su padre era el conde de Sert y su madre, sobrina del primer marqués de Comillas), pero sus ideales se decantaron hacia las preocupaciones sociales y nacionalistas. En los años treinta se afilió a Esquerra Republicana de Catalunya y junto con otros integrantes del grupo GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) realizó numerosos proyectos para el Gobierno catalán entre los que figuraban escuelas, hospitales o viviendas sociales. Instalado en París durante la guerra, colaboró con el comisariado de la República y diseñó, junto a Luis Lacasa y Antoni Bonet, el pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937, en el interior del cual se exhibió el Guernica de Picasso, artista del que fue amigo como también lo fue de Miró, Giacometti o Léger.
La exposición no se centra en los aspectos biográficos del personaje, sino en su obra. Con todo, la división que han realizado los comisarios permite seguir su recorrido vital. Así, la primera parte se centra en su etapa en Barcelona (1928-1939) destacándose aquí uno de sus primeros proyectos, el edificio de viviendas dúplex de la calle de Muntaner de Barcelona (1929), en el que incorporaba las innovaciones formales y técnicas de la arquitectura racionalista que defendía su admirado Le Corbusier, arquitecto en cuyo estudio parisiense trabajó algunos años una vez acabada la carrera y con el que siempre mantuvo una estrecha relación.
El segundo gran ámbito de la muestra se dedica a su etapa neoyorquina (1939-1956). Al acabar la guerra fue inhabilitado en España como arquitecto y tuvo que exiliarse. Recaló en Nueva York, en donde inició un periodo de docencia esporádica (ayudado por otros exiliados como Walter Gropius o Sigfried Gideon) y montó un despacho de planificación urbanística junto a Paul Lester Weiner, con el que realizaron asesorías, a instancias del Gobierno estadounidense, en países latinoamericanos como Brasil, Colombia, Perú y Cuba. De esta etapa se destacan en la muestra los proyectos, no realizados, de la Ciudad de los Motores de Brasil (una ciudad ligada a una fábrica que debía acoger a 25.000 habitantes), el planeamiento de Chimbote, un antiguo puerto pesquero peruano, la Embajada de Estados Unidos en Bagdad y su propia casa en Cambridge (Massachusetts, Estados Unidos).
Cambridge, donde ejerció como decano de la Escuela de Diseño de la Universidad de Harvard desde 1953 a 1969, concentra el tercer ámbito de la exposición que abarca hasta sus últimos proyectos en 1979. De esta época, en la que además de la docencia lideró un marcroestudio de arquitectos asociado a Huson Jackson y Ronald Gourley, con los que construyó la Fundación Maeght de Saint Paul de Vence, el Hoyoke Center y las Peabody Terrace de Cambridge y el Roosevelt Island de Nueva York, un conjunto de 3.000 viviendas sociales, tema que, junto a la interacción entre arquitectura y ciudad, había sido central en su obra.
Una embajada en Bagdad
En 1955, Josep Lluís Sert, que desde hacía cuatro años tenía la nacionalidad estadounidense, recibió el encargo, en el marco de la política de exportación del programa liberal de la nueva potencia mundial, de diseñar la Embajada de Estados Unidos en Bagdad. La construcción se acabó en 1960, pero siete años más tarde se rompieron las relaciones diplomáticas y el Gobierno iraquí expropió el edificio y los terrenos colindantes, que pasaron a estar ocupados por diversos organismos ministeriales y, finalmente, acabaron como cuarteles y fueron bombardeados en los últimos conflictos, como pudo comprobar en 2003 una periodista del diario Avui, Ana Alba, que publicó fotografías que demostraban el estado de abandono y destrucción de ese edificio del que ni los actuales ocupantes estadounidenses tenían noticia de que en un tiempo fue su sede diplomática.
El edificio es representativo de la arquitectura y las ideas de Sert, tanto en su búsqueda de la máxima funcionalidad y economía de medios como en su maestría a la hora de adecuar los edificios al clima, la luz y el entorno cultural en el que se ubican. En este caso, el diseño del edificio, con estructura de hormigón visto, incorporaba elementos de la tradición local, como un canal con agua del río Tigris y unas celosías en la fachada, así como una doble cubierta y otros elementos que lo aislaban del calor.
Babelia
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