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Reportaje:

Lula prepara su 'perestroika'

El partido del presidente de Brasil cumple 25 años con un fuerte debate interno entre izquierdistas y neoliberales

Juan Arias

El Partido de los Trabajadores (PT), fundado por el actual presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y que le llevó al poder en 2002, cumple hoy sus 25 años de vida. El PT nació el 10 de febrero de 1980 tras la proclamación del manifiesto, de corte marxista, aprobado por los primeros mil afiliados en el colegio Sion de São Paulo. Hoy pasa por un momento de "inquietud", como ha afirmado su presidente, el ex guerrillero José Genoino. Zarandeado entre su duro pasado de oposición y radicalismo de izquierdas y su presente en el Gobierno, de vuelta hacia el neoliberalismo de corte europeo, el PT piensa ya en realizar su perestroika.

El PT, que nació como partido volcado en la defensa de los trabajadores, fue sin duda el único estructurado como tal en este país, apoyado por la Iglesia progresista, con una fuerza de oposición durísima a cualquier propuesta de neoliberalismo; a la búsqueda siempre de un concepto alternativo a la actual economía y enemigo del Fondo Monetario Internacional. Un partido arraigado a la vez en la clase obrera y en el mundo intelectual.

En un país donde por ley un diputado o senador puede cambiar de partido cuando lo desee, el PT fue siempre el único que no tuvo fugas. En los últimos dos años, de los 513 diputados elegidos para el Parlamento unos 160 han cambiado de partido, algunos hasta cuatro veces. Del PT nadie sale para irse a otra formación.

El drama actual del PT es que, como ha criticado uno de sus pensadores, el ex ministro de Educación, Cristovam Buarque, no hizo antes de llegar al poder una revisión interna, como el PSOE de Felipe González. El PT llegó al poder con una visión de las cosas que podía serle válido en la oposición, pero no en el Gobierno. De hecho, Lula, para poder ser elegido, renunció ya desde el primer momento a muchas de las exigencias izquierdistas de su partido, como apareció claro en su Carta al pueblo de Brasil. Ello hizo que la izquierda más radical se sintiera incómoda, considerando que Lula se había ido hacia la derecha. Pero incluso personajes importantes del centro del partido, como el economista Reinaldo Gonçalves, uno de los que prepararon para Lula el programa económico, se han sentido igualmente incómodos con los cambios de Lula. Después de Porto Alegre, Gonçalves ha abandonado el PT junto con otros 100 militantes.

La verdad es que, según algunos analistas, el PT no entendió que las elecciones las había ganado Lula y no el partido. Los electores le dieron 50 millones de votos, pero no la mayoría en el Parlamento (90 diputados de 513), obligándole a pactar con los otros partidos de centro-derecha. Por eso, el gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves (PSDB, en la oposición), uno de los posibles candidatos a disputar a Lula las elecciones en 2006, suele decir que éste no necesita oposición, ya que la tiene dentro de su propio partido.

Los máximos dirigentes del PT se han dado cuenta de que el partido necesita una clarificación interna, no sólo para evitar nuevas hemorragias de militantes, algunas ya anunciadas, o para liberarse de las acusaciones de autoritarismo, sino para unirse en un proyecto común capaz de asegurar a Lula la reelección. Ya está anunciada para el 19 de marzo una gran fiesta para celebrar los 25 años del partido. Será en Belo Horizonte y contará con la presencia de Lula y de invitados internacionales.

Pero el momento que podría dar inicio a la perestroika del partido está previsto con motivo del 13º Encuentro Nacional del PT en diciembre próximo, cuando tendrá que aprobarse el programa para la reelección de Lula, que sin duda estará a mil años luz de lo que el PT tradicional defendió en su intensa historia política y sindical.

Los tiempos han cambiado, dicen los dirigentes que apoyan la transformación operada por Lula hacia el neoliberalismo. Ha cambiado Brasil, que quiere abrirse a las nuevas potencias económicas, y ha cambiado la izquierda en el mundo.

De cualquier modo, Lula sabe que su futuro está ligado a esa posible transformación del PT. La incógnita está en cuántos querrán seguirle en su aventura reformista, ya que, como ha dicho Genoino, el PT "quiere para Brasil reformismo y no revolución". Lo contrario a lo que gritó el presidente venezolano, Hugo Chávez, al clausurar el foro de Porto Alegre, donde le aplaudieron los que días antes habían abucheado a Lula.

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