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60º ANIVERSARIO DE LA LIBERACIÓN DE AUSCHWITZ

Auschwitz une al mundo contra el odio

Líderes de 40 países y supervivientes del campo conmemoran juntos el fin del nazismo

Pilar Bonet

El 60º aniversario de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau, a 65 kilómetros de Cracovia, unió ayer a los supervivientes del horror y a los dirigentes de más de 40 países, entre ellos los líderes de los Estados involucrados en aquel acontecimiento. Más allá de las proclamas contra la intolerancia y el totalitarismo, los que tomaron la palabra cedieron en parte a la tentación de utilizar el aniversario para promover sus prioridades. El mensaje común se centró en mantener el recuerdo del monstruoso crimen para impedir que algo parecido se repita en el futuro. En el "mayor cementerio de Europa" perecieron un millón y medio de personas, en su mayoría judíos, pero también polacos, soldados soviéticos, miembros de la minoría gitana, entre otros.

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La emoción de las conmemoraciones, que por la mañana tuvieron como escenario Cracovia y por la tarde el campo Auschwitz-Birkenau, estuvo sobre todo en las vivencias de los supervivientes venidos desde todo el mundo. El 27 de enero de 1945, con 20 grados bajo cero, las tropas soviéticas, tras encarnizados combates, llegaron a Auschwitz y abrieron sus puertas. Por eso, uno de los papeles claves ayer correspondía a Vladímir Putin. El líder ruso, sin embargo, se incorporó a las celebraciones por los pelos a las once de la mañana, cuando el presidente de Ucrania, Víktor Yúshenko, le había sustituido ya en el turno de oradores, convirtiéndose así en un improvisado protagonista del foro Dejad vivir a mi pueblo.

Oficialmente, la demora de Putin se debió al mal tiempo, que le impidió volar la noche anterior. Es cierto que nevaba y había ventisca, pero la explicación resultaba insuficiente para los enviados especiales rusos, muchos de los cuales mostraban irritación por el retraso de su líder en una conmemoración donde Rusia recibía una muestra de reconocimiento internacional. "Si los otros dirigentes han podido llegar a tiempo, ¿por qué no él?", se preguntaban.

Putin compensó las molestias causadas por su tardanza con una condena de las manifestaciones de antisemitismo en Rusia. Apartándose del texto preparado, afirmó que el antisemitismo no ha sido superado y añadió: "Incluso en nuestro país que tanto hizo por la victoria contra el fascismo vemos manifestaciones de esto y sentimos vergüenza por ello". Un caluroso aplauso recibió las palabras del líder del Kremlin, que aludía así a la petición de una veintena de parlamentarios de la Duma Estatal para que sean prohibidas las organizaciones judías en Rusia.

Verdugos y liberadores

Después, en Birkenau, Putin calificó de "inmorales" los intentos de volver a escribir la historia y de equiparar a verdugos y liberadores. La URSS perdió 27 millones de personas en la II Guerra Mundial y 600.000 de sus soldados perecieron al liberar Polonia, subrayó. Putin aprovechó para mencionar la lucha antiterrorista y, equiparando nazismo y terrorismo, invitó a la unidad en torno a esta causa. "Los terroristas han tomado la estafeta de los verdugos de uniforme negro", dijo.

El presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, rindió tributo al papel de la URSS y recordó que "fue el frente oriental que determinó en gran medida el resultado de la guerra". La URSS pagó el "terrible precio" de 20 millones de muertos por su "histórica victoria". "Inclinamos nuestras cabezas ante su sacrificio", dijo.

Sobre el peligro del resurgimiento del antisemitismo en Europa advirtió el presidente de Israel, Moshe Katsav, quien acusó a los europeos y a los aliados de la II Guerra Mundial de haber ignorado el exterminio de los judíos y de no haber reaccionado ante él. Según Katsav, los aliados hubieran actuado mejor bombardeando los campos y los trenes que transportaban judíos hacia ellos, que ignorándolos en sus planes militares. "El progreso y la tecnología humanos no aseguran la prevención del totalitarismo y pueden ser incluso empleados por la tiranía para conseguir sus fines", advirtió.

Yúshenko recordó que su padre fue prisionero en Auschwitz, pero olvidó mencionar que luchó en nombre de la URSS. Yúshenko se refirió a los millones de personas fallecidas en la hambruna que la política de Stalin causó en Ucrania y aprovechó para hacer propaganda de la revolución naranja.

El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, quiso centrarse en la lucha contra "el mal" en un sentido global y conectó con los grandes temas del presidente Bush como la lucha de la libertad contra la tiranía, el eje del mal y el trasfondo religioso. Los campos fueron inventados por gente educada y refinada, pero "sin conciencia", dijo.

El pasado se mezclaba con el presente hasta en la percepción de los veteranos liberadores, como Yákov Vinichenko, uno de los tres oficiales del Ejército rojo que acudieron ayer. "Serví a Rusia", exclamó Vinichenko, tras ser condecorado. Anochecía y la hostilidad del clima, las fantasmagóricas siluetas de las torres y el alambre de espino componían un escenario indescriptible en Birkenau, cuando ateridos de frío, tras pasar varias horas a la intemperie, los líderes internacionales pusieron velas sobre simbólicas tumbas. Allí estaban presidentes como Jaques Chirac, de Francia, miembros de casas reales como el rey Alberto de Bélgica, la princesa Beatriz de Holanda, o el príncipe Henry de Luxemburgo, y también el presidente alemán, Horst Köhler.

Habida cuenta del nivel de representación de muchos países europeos, que enviaron a reyes y reinas, príncipes, presidentes y jefes de Gobierno, España estaba modestamente representada por el presidente del Senado, Javier Rojo. Si a esto se suma que el Gobierno español envió a un secretario de Estado a la toma de posesión del presidente de Ucrania, puede concluirse que Madrid tiene muy poca sensibilidad por los nuevos miembros de la UE y por los acontecimientos que conmocionaron y siguen conmocionando el corazón de Europa.

Más información en la página 20.

Tres judíos ortodoxos caminan por el recinto del antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz antes de la conmemoración.
Tres judíos ortodoxos caminan por el recinto del antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz antes de la conmemoración.EFE

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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