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El Gobierno francés aprueba una reducción de los contenidos de la educación secundaria

Los sindicatos de profesores convocan una huelga contra el proyecto de ley

El Gobierno francés aprobó ayer el proyecto de ley de "orientación sobre el futuro de la escuela", eufemismo que no esconde la pretensión del presidente Jacques Chirac de sacar adelante una reforma del sistema educativo galo que evita los cambios radicales y tiende a bajar ligeramente el listón de exigencia para los estudiantes de secundaria. El Ejecutivo pretende aumentar el número de alumnos que obtiene el título de la secundaria obligatoria reduciendo de 12 a 6 las grandes áreas que deben superar los estudiantes de secundaria franceses.

El ministro de Educación, François Fillon, resaltó que el objetivo de la reforma -que será debatida en la Asamblea Nacional el mes que viene- es superar la actual "escuela de dos velocidades", adaptarla al mercado laboral y reducir "el número de excluidos" por no haber obtenido el título educativo de secundaria.

Si se aprueba esta reforma, los jóvenes franceses deberán acabar la educación obligatoria con un mínimo de conocimientos en seis grandes áreas que les permita "el ejercicio de la ciudadanía": el dominio de la lengua francesa; los principales elementos de las matemáticas; las técnicas más usuales de la información y la comunicación; la práctica de una lengua extranjera; el conocimiento de una cultura humanística, y el de una cultura científica.

El contenido de estas áreas será decidido por el Alto Consejo de la Educación que se creará con esta ley. Estas seis áreas corresponderán también a los seis exámenes de final de bachillerato, con lo que estas pruebas quedan reducidas a la mitad (ahora hay 12). El impacto de esta tradicionalmente temible e igualitarista prueba final quedará además aún más diluido porque contarán para la nota final las evaluaciones continuas realizadas durante los cursos. Para muchos profesores e intelectuales este sistema devaluará la importancia de este título y creará diplomas de diferente valor en función del instituto que los otorgue.

Pese a que esta reforma lleva más de dos años debatiéndose en todos los foros públicos y especialmente en el seno de la comunidad educativa, los sindicatos anunciaron ayer su oposición frontal al texto y convocaron una jornada de paro para el próximo día 20.

Con esta ley, el Gobierno pretende también combatir un supuesto absentismo del profesorado, especialmente el que se deriva de ausencias de pocos días para las que no se buscan sustitutos. La ley obligaría al cuerpo de profesores de cada instituto a cubrir estas ausencias a base de horas extraordinarias. Una de las críticas es la falta de presupuesto para financiar las reformas, especialmente las que contemplan ayudas especiales para los alumnos con problemas que puedan quedar excluidos del sistema. Fillon apuntó ayer que se precisarán unos 2.000 millones de euros.

Chirac insistió en que se pretende acabar con una situación en la que "varias decenas de miles de jóvenes dejan cada año el sistema escolar sin ninguna cualificación que les permita entrar en la vida profesional". El proyecto persigue reducir a un 20% el fracaso escolar en secundaria, de modo que el 80% de los jóvenes lleguen hasta el bachillerato, así como que el 50% obtengan un título de educación superior.

La reforma intenta "completar, modificar, corregir y adaptar a las realidades actuales la ley de 1989", según Fillon. La norma sólo entrará en parte en funcionamiento el próximo curso. Su aplicación total se hará en 2006 y, según Fillon, habrá que esperar cinco años para poder empezar a juzgar sus primeros resultados.

Para el Ejecutivo, el proyecto se apoya explícitamente en el Proceso de Lisboa adoptado por la UE en marzo de 2000. Este proceso consta de 10 objetivos, de los que seis tienen una relación directa con la construcción europea, como el espacio de las ciencias en la escuela, la igualdad entre sexos o el aprendizaje de lenguas vivas. Fillon insistió ayer en que el objetivo de la escuela es "aportar a todos los jóvenes que le son confiados el nivel de formación necesario para la obtención de un empleo". En la comunidad educativa esta pretensión es calificada de "mercantilista".

Jacques Chirac (izquierda) saluda al ministro de Educación  François Fillon, en un acto de la semana pasada.
Jacques Chirac (izquierda) saluda al ministro de Educación François Fillon, en un acto de la semana pasada.AFP

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