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Edward P. Jones novela la esclavitud de "negro a negro"

'El mundo conocido', Pulitzer 2004, parte de la historia para inventar las vidas de ex esclavos

"Gente", dice el escritor Edward P. Jones (Washington, 1950) cuando habla de los personajes de El mundo conocido (Tropismos), su primera novela, ganadora del Premio Pulitzer 2004, que usa una realidad histórica poco conocida (la existencia en el siglo XIX de ex esclavos que tras obtener la libertad compraron a otros seres humanos en el sur de EE UU) para imaginar de cabo a rabo la rutina de una plantación y sus habitantes, en 1855, y un universo de una complejidad moral sobrecogedora.

Tardó 10 años en concebir la novela tras enterarse de que hubo ex esclavos esclavistas

"El libro es, esencialmente, un puñado de vidas", señala Jones, y la sensación de quien lo escucha es que se contiene para no empezar a nombrar a sus "niños": Henry, cuya experiencia será la del esclavo que elige después ser amo; Augustus, el padre horrorizado ante la opción de su hijo; Alice, la "propiedad" loca que esconde a una artista...

"Yo sólo estaba interesado en los personajes, en sus emociones. No tenía ninguna agenda, ningún mensaje adicional. Decir que la esclavitud es condenable es algo que cualquiera sabe antes de leer una novela. Si tienes que escribir un libro para dar cuenta de eso, es que tienes un problema. Sólo quise contar la mejor historia que pudiera escribir", repetirá una y otra vez, casi a modo de mantra, Jones durante los 35 minutos de este encuentro en el bar de su hotel madrileño. "Me preocupé, sí, por que la historia transcurriera suavemente, con lentitud y naturalidad". Ahínco que el lector disfruta como la textura vívida de las artesanías.

Generoso en detalles ("todo es inventado", apunta casi con picardía, "no sé por qué todos quieren ver en tal o cual personaje algo de tu abuelo; subestiman la imaginación"), éste es el segundo libro del escritor, que en 1992 publicó Lost in the City, una colección de relatos finalista del National Book Award. "Tenía pensado leer muchos libros para documentarme y situar la novela en un lugar real del Estado de Virginia. Finalmente lo inventé todo. Creé mi propio mundo: el condado de Manchester. Un verdadero escritor debe ser capaz de imaginar un universo. Algo tan sencillo como decir: 'Había una vez este sitio y esta gente en él y esto es lo que se hicieron unos a otros'. Puede parecer una simplificación, pero es real. Siempre he sentido que escribir un libro sobre la propia vida o la de los amigos es hacer trampa".

De origen humilde ("mi madre no sabía leer y era yo quien firmaba mis calificaciones con su nombre"), Jones nunca ha escrito de manera sistemática ("mientras me ganaba la vida con otras cosas, decidí intentarlo y ver qué pasaba") y contesta cada pregunta con la simplicidad de una llanura. Cuenta que pasó 10 años imaginando la novela, cuya idea surgió en sus tiempos de estudiante al enterarse de que habían existido ex esclavos esclavistas ("fue un shock, porque estaba preparado para ver la esclavitud en términos de blancos y negros, no de negro y negro; me impactó tanto que siguió rebotando en mi cabeza todos esos años") y que el libro cambió a medida que los personajes reclamaban más espacio para destejer sus vidas.

Esos desvíos le permiten narrar en El mundo conocido la historia de Henry Townsend, granjero, zapatero y antiguo esclavo, que una vez libre entiende como algo natural la posibilidad de comprar y vender personas. "No creo que Henry tenga ningún conflicto", apunta el autor. "Ha crecido viendo la esclavitud como algo dado. Para él no es un problema. No tiene que ver con el color de la piel. El tema de fondo es la propiedad: qué significa ser dueño de otro ser humano, una realidad para la cual tienes que compartir ciertas ideas. Henry no lo encuentra condenable porque asume el modelo de su ex dueño blanco, William Robbins, y si vacila en algún momento es porque aún no ha aprendido lo que es ser amo: apropiarse de otro ser humano cualquiera sea tu color de piel". Jones encarna esta reflexión en un abanico de criaturas contradictorias ("la contradicción es la naturaleza de la vida", opina) y las acompaña hasta que ese mundo comienza a desvencijarse, al borde de la guerra civil americana.

Sobre sus influencias, su estilo o los temas que elige, Edward Jones es parco ("no piensas en ellos cuando escribes"), pero no duda al afirmar que la literatura revela secretas conexiones entre los hombres. "Lo vi con claridad al leer The Native Son, la novela de Richard Wright, que habla de gente de Chicago en los años 30. Yo vivo en Washington, han pasado más de 60 años, pero sentí que de algún modo la literatura hacía el mundo más pequeño, en el sentido de que él hablaba de gente que yo conocía, que me era familiar en sus sentimientos y angustias. Lo mismo sucede cuando lees algo sobre una mujer en una pequeña ciudad de China... No hay tantas diferencias. Entiendes que eres parte de una cadena vital que ha estado allí desde siempre y que tú continúas. La ficción revela esas conexiones de un modo en que, para mí, no pueden hacerlo los ensayos, que son más fríos para traducir las sensaciones del corazón".

Edward P. Jones, en Madrid.
Edward P. Jones, en Madrid.ULY MARTÍN
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