Julio Manuel de la Rosa evoca a Pessoa en su nueva novela
A veces son estos pequeños, aparentemente insignificantes, detalles los que dan origen a una novela: cuando en los años sesenta el escritor sevillano Julio Manuel de la Rosa leía un libro de António Ferro sobre Fernando Pessoa, le llamó la atención un comentario sobre el barbero (y amigo) del poeta portugués. De allí nació la idea de la novela Los círculos de noviembre (Algaida Editores), ganadora del 51º Premio Ateneo-Ciudad de Valladolid, que fue presentada ayer en Madrid.
Aunque desde este temprano momento De la Rosa tenía claro el tema principal de su libro, tardó mucho en ponerse a escribirlo: "No me atrevía", confesó ayer. Hizo falta otro empuje, y éste fue la lectura de El año de la muerte de Ricardo Reis, novela de José Saramago sobre la Lisboa de Pessoa. "Mi novela es una intromisión motivada por el estímulo de esta lectura inolvidable", afirmó el escritor sevillano. Asimismo, aportaron lo suyo las conversaciones con la periodista Pilar de Río, esposa del Nobel portugués, según la cual se trata de una "novela bella e intimista, triste y melancólica escrita con una prosa muy exacta".
Los círculos de noviembre cuenta, partiendo de la amistad de Pessoa con su barbero homosexual, el último año de la vida del escritor portugués. También se acerca a la resolución del misterio que rodea a una camarera, Lidia, y que dejó abierto Saramago. Sin embargo, De la Rosa no pretendía escribir una continuación de El año de la muerte de Ricardo Reis, sino más bien un "acompañante, un escuchar discreto", como señaló.
El protagonismo del libro no lo ocupa Pessoa ni -en contra de lo que esperaba José Saramago, también presente en el acto de ayer- Lidia, sino el barbero.
Pilar del Río, por su parte, destacó que la aportación de la novela es precisamente que De la Rosa "le hace descubrir al protagonista de su libro su homosexualidad, su enamoramiento de Pessoa". Saramago no quiso entrar al debate sobre la ambigüedad de la condición sexual del escritor portugués -lamentó "esa manía moderna de anteponer la inclinación sexual de cada cual"-, pero sí que elogió la capacidad de De la Rosa para convertir en protagonista a un personaje sin importancia, "partiendo de algo conocido y creando otro mundo".
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