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Columna
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Señas de identidad

El nacionalismo es terrible. No sólo ahí, donde logra lo mejor para Euskadi tras ensayar las demás alternativas. También aquí, en tierras mexicanas, el furor nacional hace estragos. Tienen Virgen de Guadalupe, himno, bandera... Como nosotros, aunque en vírgenes nacionales no estamos a la altura, pues tenemos muchas (Begoña, Arantzazu, Estibaliz...) pero ninguna de unánime fervor patriótico. No es bueno para el espíritu patrio. Debe corregirse cuando acabemos con el yugo español.

Más diferencias: en México los símbolos nacionales se veneran sin adarme de flojera. De entrada, la bandera. Prolifera, y eso exalta al mexicano. En todas las ciudades hay una inmensa. La del Zócalo de D. F. debió de inspirar a Aznar, que, envidioso, encargó el banderón de la plaza de Colón, en Madrid. Para vergüenza nuestra, es mucho mayor que la Gran Ikurriña de Sabin Etxea. Debe solucionarse en cuanto nos liberemos, es asunto que urge.

Nos ganan a furor banderil, y eso que nosotros no somos mancos y hay 'ikurriñas' en los sitios más raros

Para entusiasmos nacionales, los que aquí se desatan en septiembre. No como los nuestros, que hasta el Aberri Eguna ha perdido; la gente se va de puente o vacaciones. Es por tener la fiesta nacional en domingo, el personal no la espera con la ilusión que levanta, por ejemplo, el malhadado Día de la Constitución. En México no hay distracciones. Septiembre es el mes patrio: no un día de exaltación, sino treinta. La bandera lo inunda todo, coches, taxis, tiendas, balcones, qué se yo. Es como allí cuando dan una etapa del Tour en los Pirineos y aquello parece un inmenso ikurriñal. Lo mismo, pero todo un mes y a todas horas.

Nos ganan a furor banderil y eso que nosotros no somos mancos y hay ikurriñas en los sitios más raros. Incluso en México se ha visto recientemente una, surcando los aires. Literalmente. Fue en Acapulco. Se celebró la Semana Vasca y acudió buena parte de la diáspora. Yo no, porque no me enteré, que, si no, no me pierdo el sarao. Por lo que he leído, se encargó a un clavadista que hiciese un clavado con una ikurriña enorme. La foto impresiona, 60 metros cayendo con un ikurriñón. Sea por el tamaño de la enseña, sea porque el hombre estaría pensando en sus cosas, se dio un tortazo de cuidado. La diáspora respiró aliviada cuando salió por su pie. Ya hubiese sido, un mártir bicrucífero aquí no más.

Pero los mexicanos nos dan sopas con honda en entusiasmos por la bandera. Una ley les obliga a conservarla en buen estado y hay multas para quien no lo consiga. Lo recordaron en septiembre y a todo el mundo le pareció de perlas. Luego se supo que los miles de banderas que se vendían las habían fabricado en China.

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Así se rompen tradiciones y la gente se te hunde. Cuidado: en el País Vasco nos puede pasar lo mismo, como sigamos olvidando las costumbres ancestrales. Me ha resultado alarmante que en el mitin de Anoeta los de HB (o como se llamen ahora) no hayan celebrado la tradicional quema de bandera española. Con lo que gustaba. Éstos se están amansando. Yo solía esperar con especial interés rito tan vernáculo. Era la única vez que la ETB sacaba con mimo, enfocándola, la bandera de España, sin esos barridos huidizos que por lo común la esquivan. Y luego estaba lo más importante: ¿cómo conseguían los hachebitas la bandera de España? Serán los únicos vascos que la compran. Imagino que no irían a El Corte Inglés de Bilbao a por ella, marcharían disfrazados de españoles a alguna lejana ciudad del Estado, a comprarla semiocultos. Por la patria cualquier cosa, pero este trago estaría en el límite que puede aguantar un patriota. Así que luego la quemaban con fruición. Sería para vengarse del sofoco que habían pasado. ¿Habría que agradecer a esta pandilla lo que han hecho para revitalizar los símbolos españoles, alicaídos tras el franquismo?

Y luego está el himno. En esto sí que México arrasa. Tienen uno que habla de guerra, cañones, gritos, enemigos... Lo cantan en escuelas y colegios los lunes a la mañana, con los niños formados. Si algún ciudadano no respeta el Himno, multa. Hace dos semanas en el partido Guadalajara-Monterrey, para calentar el ambiente, los mariachis Las Perlitas tenían que cantarlo. La solista, que se llama Guadalupe Madrigal, se lió o no se lo sabía. Improvisó y le salió un desastre. La bronca que le montó el público fue de escándalo, qué pitada. Luego, a la pobre Guadalupe le cayó una multa de 452 pesos, unos 30 euros, pero dice Gabriela que lo de menos es la cantidad, que cómo podían no saber el Himno, si es de todos los mexicanos.

No sólo mi consejera Gabriela. El secretario de Gobernación -el segundo de a bordo, después de Fox- salió en televisión con la cara desencajada, indignado con Guadalupe Madrigal y sus mariachis. Para afear la conducta de Las Perlitas evocó cómo se emocionaba él cuando en las Olimpiadas se oía el Himno mexicano. Fue comentario raro: en Atenas no sonó ni una vez, pues no cayó medalla de oro. El recuerdo inventado será ataque de furor nacionalista. Pero Guadalupe Madrigal y Las Perlitas lo tienen crudo si quieren que les vuelvan a contratar para exaltaciones patrias. Lo peor: no les podemos echar una mano y llevárnoslos para allá.

El himno español no tiene letra. Tampoco el himno vasco, oficialmente. Resulta razonable: la letra que le endilgó Arana es híbrido entre canto de la Legión de María en momento de paroxismo religioso y grito de Alarico el Vasco al entrar a matar. Pero la ausencia de letra no importa. Al inaugurarse en Bilbao la estatua de Aguirre, hace unos meses, tocaron el himno y, menos el lehendakari, que mantuvo la compostura, los políticos nacionalistas se entusiasmaron y lo cantaron a voz en grito, como si fuese himno letrado. El acto oficial devino en entremés de batzoki.

Si esto pasa en la etapa PELA (Pre Estado Libre Asociado) figúrense luego, en la era ALCE. (Asociación Libre Con España). La caña que les vamos a dar. ¿A quienes? A los españoles, claro.

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