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El Gobierno se enfrenta en el Senado a tres vetos a los Presupuestos para 2005

Las cuentas del Estado, abocadas a una probable derrota en la Cámara alta

Carlos E. Cué

A las seis de esta tarde concluye el plazo para presentar enmiendas y propuestas de veto en el Senado a los Presupuestos para 2005. Salvo imprevistos, el Gobierno se encontrará con tres vetos: uno del PP, que es fijo; otro del PNV, seguro, y un tercero, del BNG, muy probable. CiU decidirá hoy si presenta su propio veto, aunque también podría apoyar el de alguno de los otros grupos. A partir de ahí, los socialistas tendrán que negociar con todos, excepto el PP, si no quieren ver cómo el Senado, por primera vez, rechaza los Presupuestos Generales del Estado.

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La clave para que el veto prospere o no la tiene el PNV. Aunque cada uno se votará por separado, el PP ha anunciado que, con tal de lograr el rechazo de los Presupuestos, está dispuesto a apoyar cualquier veto, incluso el de los nacionalistas vascos, de los que, teóricamente, se encuentra en las antípodas políticas. Pío García Escudero, portavoz del PP en la Cámara alta, explica que la intención de su grupo es rechazar unas cuentas públicas "que no son realistas y no ayudan al crecimiento económico".

El Senado, según el artículo 90 de la Constitución, tiene que aprobar el veto por mayoría absoluta (130 escaños). El PP tiene 126, así que con los siete del PNV le sobrarían. El Bloque tiene sólo uno, precisamente su líder, Anxo Quintana, de forma que su veto sería testimonial. Quintana explica que está dispuesto a negociar pero no ve en el PSOE "voluntad de aumentar los Presupuestos para Galicia". El veto del Senado podría ser levantado luego en el Congreso por mayoría absoluta, de modo que no tendría ningún efecto práctico, sino simbólico. El PSOE aún confía en convencer a todos menos al PP, aunque ya ha recibido avisos de lo que puede pasar en el Senado, no sólo con los Presupuestos, sino con otras leyes.

Esta semana se han visto claramente los dos modelos que puede sufrir el PSOE casi con cualquier ley, debido a su minoría en la Cámara alta. El miércoles se votaban en comisión dos normas llegadas del Congreso: la ley de horarios comerciales y la ley contra la violencia de género. En la primera, BNG, CiU y PP vetaron la norma, con lo que la ley no se ha discutido en comisión. Pasará al pleno del miércoles, donde ese veto podrá ser retirado o refrendado. Si se apoya de nuevo, la ley volverá al Congreso tal como salió de allí, y así se aprobará. Se pierde, por tanto, la posibilidad de plantear enmiendas.

La otra fórmula se vio en la ley contra la violencia machista. En vez de vetarla, algunos grupos que no apoyaron la investidura del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, como CiU y PP, unieron sus fuerzas para colar enmiendas que no gustan al Ejecutivo: se aprobó la creación de un fondo para hacer frente al impago de pensiones en caso de divorcio, entre otras. Esas enmiendas podrán ser tumbadas en el Congreso, pero el coste político siempre es mayor, sobre todo si se trata de mejoras económicas.

Esta reforma se aprobó mediante una enmienda de CiU que apoyó el PP. Los populares no pueden esperar que nadie apoye sus enmiendas o su veto, por las implicaciones políticas que tiene votar una propuesta de este partido para formaciones como CiU o el PNV. Pero sí puede negociar con ellos una transaccional o apoyar sus enmiendas, porque entonces los nacionalistas argumentan que es el PP el que ha venido a sus posiciones.

CiU duda todavía entre varias fórmulas. En principio, tenía previsto presentar enmiendas en las que sabe que tiene el apoyo del PP -especialmente de infraestructuras, como la inversión en el cuarto cinturón de Barcelona- para obligar luego al tripartito (PSOE, ERC e IV) a votar en contra en el Congreso y asumir el coste político en Cataluña. Ésa era la idea inicial, aunque en la tramitación en el Congreso, su portavoz, Josep Antoni Duran Lleida, no descartó apoyar el veto de otros grupos y ahora CiU se plantea si presentar su propio veto, que ya tiene redactado.

El PSOE da por hecho el veto del PNV. De hecho, casi se ha convertido en un paso previo para negociar. Porque a partir de la presentación, hoy, aún quedan dos semanas para lograr que cambien de opinión. Primero, los vetos pasarán a la comisión de Presupuestos. Nada más comenzar, se votarán, uno a uno, de mayor a menor. Si se aprueba alguno, no se discutirán las enmiendas y se llevará directamente al Pleno. Allí se seguirá el mismo procedimiento, y si también pasa, por primera vez, unos Presupuestos recibirán el veto del Senado.

El PNV cree que los socialistas comienzan a asumir el coste del veto. Pedro Azpiazu, responsable de Presupuestos en el Congreso, sostiene que, aunque los socialistas intenten resolverlo en el último minuto, ya es tarde. "Hemos tenido seis meses, desde que hablaron Zapatero y el lehendakari [Juan José Ibarretxe] sobre la negociación del Cupo [la cantidad con que Euskadi contribuye a las cargas generales del Estado], y no han hecho nada. Ni siquiera nos hemos reunido", señala. Recuerda además que el PSOE no ha aceptado en el Congreso ni una enmienda del PNV, algo que sí hizo con CiU. El bloqueo de esta negociación no tiene un origen sólo económico. En realidad, el PNV exige unos 50 millones de euros más para el Cupo como compensación por el traspaso de la Sanidad.

El PSOE tiene un último as en la manga. Alfredo Pérez Rubalcaba, portavoz en el Congreso, y Joan Lerma, su homólogo en el Senado, confían en atraerse a CiU. Así lograrían otro objetivo: cercar al PNV, dejarlo solo junto al PP, y presionar más para que los nacionalistas presenten enmiendas parciales y no un veto. Rubalcaba y Lerma asumen que "vetos va a haber, y votaciones perdidas", porque los números del Senado no se pueden cambiar. "Pero no deberíamos comenzar con la ley principal", explica Rubalcaba. "No es fácil de entender que el PNV, ahora que no gobierna el PP, recurra al veto en los primeros Presupuestos de Zapatero. No creo que nadie lo vea razonable".

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