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Sin comida, ni agua ni ayuda

No hay comida. No hay agua. Y tampoco es posible llevar ayuda humanitaria. Mientras la batalla proyecta una capa de humo sobre los escombros de Faluya, miles de civiles continuaban ayer sin las mínimas provisiones de supervivencia. Y ya van siete días de asedio con las líneas de ayuda cortadas.

Siete camiones de la Media Luna Roja han llegado al principal hospital de las afueras en la zona oeste de Faluya, pero resulta para ellos demasiado peligroso cruzar el río Éufrates para llevar la mercancía al centro de la ciudad.

"Nuestra situación es muy dura", dijo un residente contactado por teléfono. "Mis siete hijos tienen todos diarrea. Y uno de ellos fue herido por la metralla anoche y está sangrando, pero no puedo hacer nada por ayudarlo".

El vecino, que dijo llamarse Abú Mustafá, afirmó que había visto a los soldados americanos y a los de la guardia nacional iraquí por las calles.

Otros ciudadanos de Faluya indicaron que el olor provocado por la descomposición de los cadáveres en las calles impregnaba el aire. Una familia enterró a su hijo de nueve años en el jardín después de que sangrara durante varias horas por el estómago.

Los habitantes que lograron salir de Faluya también relatan historias desesperadas. "Yo vi varios cadáveres en las calles y un tanque pasando sobre ellos", comentó Mohamed Alí Shalal, un conductor de camiones, de 65 años, que huyó el viernes y se encuentra con su sobrino en el pueblo cercano de Amriya, donde 20 personas se apiñan en un piso de dos habitaciones.

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