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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Seis días que movieron a Galicia

Entre el 13 y el 19 de noviembre de 2002, el petrolero Prestige fue soltando y extendiendo en su derrota errática frente a las costas de Galicia gran parte de su carga de 77.000 toneladas de fuel pesado. La agonía del buque concluyó al partirse en dos a 240 kilómetros de tierra firme y hundirse a 1.500 metros de profundidad. Dos años después, aún son visibles algunas secuelas físicas de la mayor catástrofe ecológica de la historia de España. Otros efectos, como el posible sobre el ciclo reproductivo de la pesca, son todavía desconocidos. También está por ver el efecto político final de aquellos seis días que conmocionaron a Galicia.

La catástrofe afectó a 786 playas de Galicia y del resto de la cornisa cantábrica y ha costado hasta el momento mil millones de euros. Las medidas preventivas destinadas a evitar que siga habiendo, en promedio, una marea negra cada cuatro años en Galicia sólo comenzarán a ser efectivas a partir de 2005, cuando entren en vigor los Presupuestos que se debaten en el Parlamento. Hasta ahora se ha actuado en el ámbito internacional, buscando acuerdos sobre rutas marítimas, prohibición de petroleros monocasco, etc. La vicepresidenta Férnandez de la Vega enunció las medidas que dependen del Gobierno español en materia de seguridad marítima, inspección y medios de salvamento, entre otros, y anunció que todas las actuaciones se centralizarán en adelante en un organismo para prevención de catástrofes marítimas.

Fraga dijo el viernes que la Xunta ha cumplido y que quien no lo hace es el Gobierno socialista, encargado de aplicar el Plan Galicia de reactivación económica, aprobado por el anterior Ejecutivo; el actual alega que muchas de sus actuaciones carecían de dotación presupuestaria. El asunto, con derivaciones sobre la construcción de un puerto exterior en A Coruña, es uno de los dos temas centrales del debate político gallego. El otro es la crisis interna del PP, que hoy se ve como una consecuencia diferida de la catástrofe de 2002. Entonces se comprobó que, si bien la mayoría de los ciudadanos no culpa a los gobernantes de las desgracias (naturales o provocadas) acontecidas, sí es muy exigente con la actitud de las autoridades para hacerles frente.

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El alarde de ignorancia técnica, desdén por la opinión pública y falsedades con ánimo tranquilizador evidenciado por el PP gobernante hace dos años provocó una ola de indignación sin precedentes en Galicia. Ello asustó y dividió a los dirigentes locales, que optaron por el sálvese quien pueda. Uno de los efectos de aquello es la crisis actual del PP, que pronto se verá si anuncia un cambio de mayoría en Galicia.

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